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conversación con el arquitecto y repaso de proyectos

Un paseo por la obra de Antonio Serrano Bru, hijo predilecto de Elche y arquitecto que moldeó la ciudad

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26/11/2023 - 

ELCHE. Desde el pasado viernes, el arquitecto Antonio Serrano Bru (1940) es Hijo Predilecto de su ciudad natal; historia viva de Elche. El segundo de la profesión en obtener este homenaje, después de Marceliano Coquillat (1905), primer Hijo Predilecto del municipio. Un reconocimiento que le llega después de una extensa y reconocida trayectoria de 50 años —y unas semanas después de que el Colegio de Arquitectos autonómico le otorgue también su máximo galardón, el de 'Mestre'—. Ahora con la distinción más simbólica que una ciudad puede otorgar a uno de sus vecinos, Serrano Bru pertenece a esa hornada de arquitectos que moldearon la ciudad en y desde la segunda mitad del siglo XX. El suyo es un recorrido que ha trascendido evidentemente por lo arquitectónico, más presente de lo que parece, pero también muy singular por haber estado vinculado a elementos enraizados en lo más hondo de la identidad ilicitana, como el Misteri d'Elx. De algunas de esas cuestiones puedo charlar distendidamente Elche Plaza con el arquitecto hace un par de años. 

Arquitectura residencial, educativa, patrimonial, singular... Su estilo ha dejado una impronta reconocible en la ciudad (aunque no solo), bien visible en algunos de los inmuebles que se recuerdan estos días; pero también en otros menos evidentes. Y en otros que ya no están. Del racionalismo a un desconocido pero más presente en la ciudad de lo que parece, brutalismo, la obra de Serrano Bru es demasiado vasta como para mencionarla al completo —para ello está la profusa tesis de Mercedes Carbonell Segarra sobre su obra—. Aunque se hable de la restauración de los Baños Árabes del Convento de la Merced, su papel de protector de la basílica de Santa María, del edificio rojo de los Pisos Azules (el más alto de la ciudad), el Mahe y su integración en los restos arqueológicos o el colegio El Palmeral, su obra está repartida por todo el municipio. A veces, algunas líneas o volúmenes de fachadas y edificios descubren su rúbrica. De viviendas sociales a pequeños edificios unifamiliares en El Pla (por ejemplo frente al Luis Vives). Entre la funcionalidad, la modernidad, o algo no tan habitual, el respeto y encaje con el entorno, preservándolo. Como decía en la charla, "no hay que pensar en el arquitecto, hay que pensar en la obra".

En una soleada tarde de junio de 2021, tuvo el detalle de invitar a Elche Plaza a su casa para conversar sobre su obra y arquitectura en general, en un privilegiado lugar cerca del palmeral. En un espacioso y luminoso despacho, rodeado de estanterías repletas de grandes tomos de arquitectura y un escritorio en el que se vislumbraba un boceto del edificio más grande de Elche Campus Tecnológico, su último encargo, el retirado arquitecto repasaba algunos de sus diseños sobre documentos o la propia tesis de Carbonell. Mientras tanto ya avanzaba sus planes de  donar su legado al Archivo Municipal (lo que ha tenido lugar este año, junto al de otro veterano como José Amorós), para después hablar sin tapujos. Con la soltura de quien ya lo ha hecho  todo ni tiene que rendir cuentas ante nadie. Palabras reposadas pero  cargadas de reflexiones sencillas. A veces interrumpiéndose a sí mismo  al ver pasando las hojas imágenes de obras que había olvidado, con la  satisfacción de ir redescubriendo un extenso legado.

Un legado que sumar al de su padre, Antonio Serrano Peral

Como transmitía su hija en el discurso del acto del viernes, Serrano Bru  creció en un entorno de Misteri y arquitectura por su padre, Antonio Serrano Peral, de quien reconocía "haber heredado muchas cosas", en referencia a proyectos. Un ejemplo de los vinculados a La Festa es el órgano de la basílica. Durante años el órgano de la posguerra, por la falta de fondos, quedó sin cubrir por la caja que había diseñado su padre. Ante esta situación, y con las constantes averías se decide comprar otro, el actual de 2006, con una estética estrechamente vinculada con el magnificiente órgano del siglo XVIII. De ahí que el actual recupere el diseño de la caja que había hecho Serrano Peral, solo que de la ejecución se encargó su hijo,  Serrano Bru. Curiosamente, con el órgano original, de 1754, de Leonardo Fernández Dávila, pasó algo parecido, pues él finaliza el proyecto diseñado por el maestro organero Sebastián García Murugarren, quien falleció antes de acabar la obra. Así pues, el hoy Hijo Predilecto culminó el proyecto de su padre adecuando la caja externa. "No es exactamente igual", reconocía en la conversación, añadiendo a continuación que siempre ha sido "muy respetuoso". "Y soy respetuoso con cualquiera compañero arquitecto que haya hecho algo, me da vergüenza intervenirlo", añadía.

Otro proyecto heredado, y más desapercibido, es el del asilo de San José. "Otro edificio muy importante al que no se le da apenas valor y arquitectónicamente lo tiene, porque además se ha ido haciendo por añadidos", explicaba el arquitecto, añadiendo que "siempre son un incordio. Pero es un cacho de edificio". Su padre tan solo pudo encargarse de la fachada inicial, ya que se lo llevó trágicamente un accidente de coche. "Nos dejó sin arquitecto y sin padre". Un proyecto complejo, reconoce Serrano Bru, y que por fuera permite distinguir el juego con  los volúmenes prominentes que se ven en muchas de sus obras residenciales. 

Durante la conversación volvía poco después de nuevo a este inmueble, recordando con cariño que lo había utilizado en alguna felicitación navideña. "Cuando se hacían felicitaciones navideñas"... "Me ha dejado frito (por la sorpresa de reencontrarlo) lo del asilo", espetaba, quizá por el recuerdo de su padre, o simplemente por volver a una pieza olvidada de un puzle enorme. Considera que la fachada le da al edificio un toque un poco anticuado. "Si yo tuviera que hacer esto ahora, tal y como está la cosa, con de la moda de los  cristales y los espejos... Lo mismo lo hacía esto. Dejaría toda la fachada que hice yo y la de mi padre la transformaría en un edificio muy llamativo... sí sí", decía ya haciéndose con el dibujo mental. 

También fueron varios los proyectos de reforma o restauración en los que acabó participando, y sobre los que previamente había actuado su padre.  Entre otros, la rehabilitación de  las fachadas del Convento de la Mercedpara el que dejó un esbozo de elevar la torre de la esquina para darle mayor imponencia—, o la reforma de la Casa de los Maestros (1984) que construyó Serrano Peral (1946), siendo este el primer proyecto de vivienda pública en Elche tras la Guerra Civil, según el arquitecto Gaspar Jaén i Urbán en una de sus guías urbanísticas locales.

Edificios propios que destacar

Junto al mencionado asilo, otro que salió varias veces durante la conversación fue el Colegio de Abogados (1998). Hablando sobre la importancia de respetar y darle sentido a una intervención para con su entorno, preguntado sobre por qué le gustaba tanto, lo tiene muy claro: "Es un edificio muy encajado. Hacer algo al lado de Santa María no es fácil, y con la calidad que requiere el templo, pues tampoco". Serrano iba recordando cómo lo había ideado, reconociendo que "este me lo trabajé mucho, me lo trabajé mucho", y    bromeaba diciendo que está tan encajado que hasta Casa Zarracina (el restaurante al lado) se ha visto favorecida por el propio edificio. Destacaba por ejemplo que la piedra está muy bien elegida, con ese tono suave que dialoga y se mimetiza con la basílica. "Ya me fui yo mismo a Valladolid a elegirla". "Y así vas trabajando sucesivamente", decía, destacando por último que "se ve perfectamente la composición clásica a rabiar y toda intencionada para marcar los módulos y las ventanas, tiene las mismas características y dimensiones que las de Santa María", arguye mostrando esa búsqueda por la perfección. 

"A la hora de diseñar, no hay que pensar en el arquitecto, hay que pensar en la obra"

Otro de los que destaca es el edificio social y cultural del Club de Tenis (1971) de Asprella; lugares especiales entre palmeras como uno de los más singulares suyos, el de la casa del industrial Miguel Hernández (hoy Hort de Nal), o el propio Hotel Milenio. Aludía también a los colegios (El Palmeral, Candalix, Miguel de Cervantes...), que literalmente decía, "me he hinchado a hacer colegios", comentaba en tono jocoso, y rememorando comentarios de la época que se escucharían en su ámbito. "Es que se los encargáis todos a Antonio Serrano, decían, pues bueno, es que lo hacía bien". Sin entrar mucho en el fondo, también pregunta por el Mahe, el cual sirvió para combinar el museo con los hallazgos arqueológicos y un aparcamiento, aunque disentía del itinerario —algo que no puede ser más actual hoy— interior del museo, "podrían haber sido más respetuoso, sin desprenderse del entramado y dejándolo de más antiguo a más moderno...". Mención también para el centro cultural del Casino de la Glorieta, reformado por él, y ejecutado por Santiago Pérez Aracil.

Fuera de sus actuaciones en Elche, uno de los que le hacen sentir especialmente orgulloso es el realizado para la Cofradía Sindical de Pescadores de Torrevieja, que reformó y amplió. "Mira", decía señalando el boceto, "este un proyecto que me salió bordado, hice hasta la barra del bar" (literalmente, dibujada en boli azul rápidamente. "Le tengo mucho cariño, debería ir a hacerle fotos si  aún sigue, si lo pintas mucho de blanco parece de anteayer", destaca  orgulloso. Como   apunta la  propia tesis de Carbonell, Serrano Bru también tuvo su nicho en el ámbito turístico, como en Santa Pola  —donde destaca algunos apartamentos suyos, posiblemente inspirados en El Anfiteatro de Ricardo Bofill—. "Yo  me meto mucho con los colores, porque creo que son fundamentales, hice uno en Santa Pola del Este muy atrevido, que yo mismo lo he derribado. Todo blanco y que querían que fuera de otro color".

Proyectos inacabados

Como en tantos otros proyectos, el resultado no es siempre el esperado, y el arquitecto tiene su espinita clavada en cómo ha acabado finalmente la situación en  Los Palmerales, otro barrio que proyectó (no solo  él), como otros sociales de la segunda mitad del  siglo XX.  "Recuerdo las instrucciones del Instituto Nacional de la Vivienda, no podíamos salirnos ni un gramo, estaba todo medido y pesado", explica haciendo memoria, defendiendo el proyecto, "es el mismo que el de los pisos grises (Carrús), siguen el mismo criterio de espacios comunes,  plazas, las escaleras"... "El proyecto lo empezó  Miguel Durán-Lóriga", un arquitecto madrileño, que recuerda que fue quien había ganado el concurso de la fuente de La Glorieta. "Él me llamó para el proyecto. Intervino otro arquitecto un  poquito, pero se hizo todo en su estudio en Madrid, él y yo. Estuve  un mes". Lamenta la "falta de previsión" municipal por el gueto que ha acabado siendo en algunas de sus zonas. 

Pero sigue hablando y mostrando cómo estaba todo medido.  "La zona de estar  y de comer se desarrollaba alrededor de la mesa  del comedor, era la zona de socialización, de comunidad, y no es gratuito, tiene las ventanas a la altura de una persona sentada". Con el bloque de aseo y de cocina que forma parte de una unidad independiente, "y que luego se ha trabajado mucho por los arquitectos. Haber hecho eso para que pase después lo que ha pasado...". Y vuelve de nuevo a la idea de la visión panorámica "mientras estás comiendo, era una idea muy bonita". "Hicimos  unas   pantallas curvas de hormigón armado que aligeraron la construcción", recuerda, reconociendo que el proyecto tenía su miga, porque había  desniveles, y era complicado las soluciones y después ver qué ventanas se ponían. También lamenta que "de pronto Vicente Quiles, presionado por Dragados", les modificara la actuación. De otras propuestas residenciales en cambio, agradece visto en perspectiva que finalmente no se ejecutaran, como las que diseñó para la plaza de San Juan en el Raval, "que afortunadamente no se ha hecho, se ha recortado y es más sencillo", esgrime. Eran bocetos en pleno desarrollismo, "era una barbaridad".

Un pasado brutalista

Durante la charla, sobre la hora de duración, se habló también del bréton brut, el hormigón a la vista utilizado para el brutalismo, un estilo que tuvo y tiene sus rasgos en Elche y por el que también se vio influido Serrano Bru. De forma paradójica, como pasa en otras obras de esta corriente, no acaban de ser entendidas, y su máximo exponente en la ciudad acabó derruido (2006). Se trataba del Mercado de Abastos de San José (1975), la plaza, como se le conocía coloquialmente en El Pla. Más de 4.500 metros cuadrados de hormigón armado; un mercado de marca Le Corbusier. Era un conjunto funcional, un cuerpo extraño por lo moderno y atrevido en la época, rompiendo con el pasado racionalista; imponente, con el hormigón al desnudo. "Un proyecto que  tenía muy olvidado, porque además hubo una época que estuvo ya muy cochambroso", explica el arquitecto. Y eso ayudó a los vecinos a pedir que lo quitaran, según apunta, aunque también hubo quejas por la falta de funcionalidad de los placeros, se ha dicho.

Destaca  de él ese amarillo en contraste con el bréton brut y que empleó en otro edificio en Arenales también para  contraponerlo al hormigón. Sobre por qué ese diseño, "tenía que trabajar en la manzana entera con un tema muy completo, y la verdad es que me apetecía hace mucho tiempo hacer lo que ya se estaba haciendo en Inglaterra y otros sitios, es  decir el brutalismo". Serrano subraya que es una corriente que parece ya apartada, "pero ahí está en la historia de la arquitectura, ha sido importante". Un viaje a Londres le hizo descubrir estos edificios y traerlo a Elche. "Le estás dando la vuelta a una idea y de repente cuaja, porque en Los Palmerales o los pisos grises hay similitudes... Tuve una conjunción espacial", dice entre risas. Y  continúa abriendo cajones que hacía tiempo tenía  cerrados: "Sí, sí...  me apetecía ensayar   con un tema del hormigón visto, estaba súper de  moda aquello, estaba en todas partes", y menciona  varias veces a quien parece una influencia clara: el arquitecto estadounidense Paul Rudolph.

Apela a él también para hablar de otras torres de inspiración brutalista como Ripoll. "Las torres de Ripoll... ¡Ripoll es brutalista! Claro", decía en un tono animado, identificando esa corriente brutal propia. Sin ese hormigón sobrio, pero sí voluminoso con sus curvas sinuosas. Además, destaca de estos su aclimatación a las  alineaciones de la calle, "es muy respetoso, hay cierta distancia, que permita una buena iluminación" (además de, de nuevo, los espacios y jardines interiores. "Aunque el mercado del Sector V era  muy evidente". Pero hay más de esa corriente y de su sello en la ciudad, como los mencionados pisos grises, con esa volumetría saliente, o algunas secciones de Casablanca. Ambos comparten geometrías cilíndricas, esa parte sobria y 'dura', como lo hacen también con Los Palmerales o los balcones de Ripoll, e incluso con otros residenciales turísticos en Arenales del Sol cuyas líneas les delata: el edificio Palmeras. Además, comparten forma de escaleras con los pisos grises. 

Deslice para ver los bocetos de los Pisos Azules y las referencias

Más colorido que el brutalismo canónico son los Pisos Azules, otra de sus caras reconocibles, también por el edificio más alto de la ciudad, y que en su caso es una inspiración clara de Rudolph (como se ve si se desplaza la galería de arriba),  como muestra el minucioso estudio de Mercedes Carbonell. Esas   volumetrías salientes, dando aún más geometría al conjunto,  delatan de nuevo el  gusto del arquitecto por desplegar el estilo en sus obras, como su padre hizo lo propio con tendencias arabizantes o las curvas art-decó. Precisamente, al lado de esta zona, en Antonio Machado, 4, otro edificio residencial suyo salta a la palestra por unas volumetrías singulares, de nuevo con esa geometría curva, resaltan sobre el resto, dándole cierta singularidad a un 'simple' edificio de viviendas.

Ya por último, acabando la conversación, y preguntado sobre cómo veía la arquitectura en la ciudad, aprovechaba para incidir en la importancia de la trama urbana, de mantener el sentido del urbanismo, que es lo que da identidad a las diferentes zonas. Sobre todo en el casco histórico, donde a menudo no ha habido respeto alguno en ese sentido. "Es lo que me parece más grave", y pone de ejemplo algunas fachadas de hierro que rompen la trama del centro, al tiempo que pone como  ejemplo la  'armonía' en el  entorno  de  Santa María, desde la Casa de la Heredera  (obra de su padre), a   la  actuación en el edificio de Teleelx,  "con una  fachada plana pero respetuosa con la piedra. Si   tú metes aquí ahora un edificio de espejo... pues te lo cargas. De hecho, y antes de empezar la entrevista, comentaba sobre su despacho y cómo el cableado estropeaba la fachada, le recordaba a cuando vio los grandes edificios brutalistas rusos, imponentes, con la sobriedad del hormigón, pero afeados con el cableado tan visible.

Tienes que pensar en lo que tienes alrededor, en la importancia de este tránsito, eso es fundamental para tener un plano de lo existente y conservarlo". Frente a la Plaza del Congreso Eucarístico también se alzan los edificios diseñados por él que cumplen con esa premisa, suaves y acordes al área. En algunas zonas también sensibles como Major de la Vila por ejemplo se ha acabado modificando algún proyectopara  que no rompiera ese sentido. Es aquí donde decía el arquitecto aquello de "la manía por distinguirse" en el oficio. Lo que ha de trascender es la obra y no quién la hace. "Y esto son los monos que tenemos, todavía me quedan ganas de dibujar", decía. 

Una conversación/entrevista corta, casi improvisada, sobre un legado  muy  vasto, como se observa, más de lo que pueda aparentar. Una obra contemporánea, que fue rompiendo con el racionalismo imperante, y un poco de historia sobre cómo y por qué se hacen los edificios en  los que vivimos o con los que nos relacionamos y la importancia de su efecto en las relaciones sociales y en el  entorno. También el encargo de grandes construcciones le permitió probar con nuevas propuestas, pero tampoco proyectos de índole social evitaron esa exploración. En la conversación, Serrano Bru hacía mención a otros aspectos fuera de su obra como el edificio modernista de Antonio Ors, frente a la Calahorra; o la importancia que para él y su padre tuvo el dibujante y delineante Eduardo Rodríguez Samper. "Una persona que había estado haciendo perspectivas para mi padre en su casa, le dije que debía explotar esa facilidad para hacer Elche. Y él  hizo un Elche reflejado en esa idea, pero dándole un   cierto toque antiguo". También a la labor de memoria del historiador Miguel Ors  con la Cátedra Pere Ibarra... "Todos tenemos una memoria, memoria histórica, arquitectónica", decía amable y orgulloso Serrano Bru, que acababa diciendo entre sonrisas, desbordado por tantos proyectos, "he trabajado más que un  burro". Ha dejado un legado que durará mucho tiempo y sin el cual no se  entiende Elche. A veces, pequeñas y sencillas pero estilosas ornamentaciones que rompen la uniformidad. El legado de las zonas que pisamos, transitamos, o en las que vivimos. 

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