VALÈNCIA. El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, está atravesando su segundo momento político más crítico desde que el pasado 29 de octubre la terrible Dana arrasara la provincia de Valencia dejando a su paso 227 víctimas mortales. El impacto tras los primeros días, dejó paso a momentos de graves apuros para el jefe del Consell cuando se conoció que, lejos de modificar su agenda, el mismo día de la catástrofe se encontraba comiendo en el restaurante El Ventorro con la periodista Maribel Vilaplana para ofrecerle la dirección de À Punt. Este hecho, unido a su tardía llegada a la importante reunión del Cecopi, provocó un crecimiento de la indignación ciudadana que se plasmó en la primera manifestación multitudinaria solicitando su dimisión.
Esta situación de debilidad pareció menguar en las siguientes semanas. El presidente ofreció explicaciones en Les Corts con nuevos bríos y se lanzó a una remodelación del Consell, que incluyó el cese de la responsable de Emergencias, Salomé Pradas; la consellera de Industria, Nuria Montes, y el fichaje 'estrella' del militar retirado Francisco José Gan Pampols como vicepresidente para la Reconstrucción. Una serie de maniobras que, con las visitas del líder nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, la ausencia en Valencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el discurso de contraataque del Consell dirigido a la gestión de los órganos estatales como la Aemet y la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) en la Dana, logró estabilizar en cierta medida la posición del presidente de la Generalitat.
No obstante, el escenario ha cambiado notablemente en los últimos días. La irrupción de la jueza de Catarroja con los primeros requerimientos, las filtraciones de audios cortados desde el Palau y la última versión dada por el presidente sobre su llegada al Cecopi, han redirigido de nuevo los focos mediáticos nacionales hacía el Palau de la Generalitat. En concreto, respecto a este último asunto, Mazón y su equipo vienen insistiendo en las últimas horas en poner en valor que el jefe del Consell llegó a las 20.28 horas a la reunión clave el día de la Dana, por lo que no estuvo presente en el momento de enviar la ES-Alert. Una circunstancia que a priori le beneficia judicialmente, puesto que le podría eximir del tardío envío del mensaje, pero que pone de manifiesto que llegó al órgano donde se tomaban las decisiones cuando ya había decenas de víctimas mortales, según el sumario de la jueza.
A ello hay que sumar que en varias ocasiones, Mazón y su equipo reiteraron que el presidente había llegado al Cecopi pasadas las siete, y hasta que lo requirió el tribunal nunca aclaró que no había estado presente en el momento de enviar el mensaje. Es decir, el jefe del Consell permitió que la opinión pública creyera que había llegado antes al Cecopi decisivo mientras lo consideró conveniente para su reputación, pero reveló su hora de llegada -algo apoyado este jueves con la imagen de la cámara de seguridad con su entrada al recinto- después de que la jueza se interesara por otros cargos que hubieran acudido al centro de emergencias; algo que además puede contribuir a su defensa judicial.
Una serie de movimientos que, no obstante, no han terminado de funcionar de manera óptima para su crédito político. La presión de los medios ha crecido en las últimas horas y el presidente tuvo que responder de este jueves sobre si se planteaba dimitir, algo que rechazó. "Los que no avisaron del Poyo son los que tienen que plantearse su situación", replicó el presidente de la Generalitat. Una posición que pone de manifiesto que Mazón prosigue con su objetivo de seguir al frente del Gobierno valenciano, un puesto del que no resulta fácil descabalgarle aunque en Génova haya crecido la incomodidad respecto a toda la efervescencia mediática generada desde la Comunitat en relación a la Dana.
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- Mazón y Feijóo, juntos en Fitur -
- Foto: EP/Eduardo Parra
El problema principal para la dirección nacional del PP es que un intento de relevo tiene que pasar por dos factores: la dimisión voluntaria de Mazón y un pacto con Vox sobre el sucesor, dado que sus votos serían necesarios para una nueva investidura. En caso de no darse esta conjunción, la Comunitat Valenciana podría verse abocada a unas elecciones anticipadas. Un escenario este que no conviene a Feijóo porque podría derivar en una derrota autonómica o en una victoria pírrica que implicara un crecimiento de Vox y dejara a la marca PP en una situación de debilidad.
En este sentido, los analistas, dirigentes del partido e incluso miembros de la sociedad civil, ven como alternativa más lógica como sucesora a la alcaldesa de València, María José Catalá, que cumple el requisito necesario de ser diputada para poder ser investida. Una opción posiblemente difícilmente de aceptar para Vox -sería ponérselo demasiado fácil al PP-, pero que además también conllevaría el problema de qué hacer con el Ayuntamiento de València, que se quedaría sin alcaldesa. A todo ello hay que unir que Catalá se encuentra muy focalizada en el Cap i Casal y no parece que quiera pujar ahora por encabezar esta misión.
Más allá de que resulta evidente que Feijóo podría ordenar acometer estos movimientos, todo quedaría siempre a expensas del acuerdo con Vox. El mero hecho de tener que negociar esto en Madrid con Santiago Abascal, conllevaría un proceso que ya generaría el peligro de filtraciones, con lo que se contribuiría a la debilidad del actual presidente de la Generalitat. Además, si se produjera un acuerdo fallido, el PP se quedaría con un jefe del Consell absolutamente debilitado al que se habría tratado de relevar sin éxito, con lo que sólo quedaría un duro 'paseíllo' hasta las urnas. Por otro lado, si Vox no aceptara a Catalá, la fórmula del PP debería pasar por un presidente de transición -algunos mencionan al vicepresidente de Les Corts, Alfredo Castelló-, que condujera el resto de legislatura hasta la convocatoria electoral que sí lideraría la alcaldesa de València.
En cualquier caso, son fórmulas complicadas y difíciles de aplicar con éxito. Fuentes del PPCV consultadas por este diario creen que Feijóo no va a querer entrar en este juego. La hoja de ruta pasaría, como mucho, en replantearse la situación de Mazón a finales de este año o principios de 2026 con motivo de la celebración del congreso autonómico -debería ser en junio pero se aplazará-. En ese momento podría reevaluarse la situación de la formación popular en la Comunitat y ver si se apuesta por una renovación, impulsar otro candidato, etcétera. "Mientras Feijóo no vea en una encuesta fiable en la que pierde escaños por todo esto, no moverá ficha", comentaba a este diario un dirigente valenciano, que confía en que con la próxima aprobación de los presupuestos y la llegada de las Fallas disminuya la presión sobre Mazón.
Un planteamiento que, no obstante, genera ciertas dudas a la vista de los niveles de tensión existente en los últimos días. El presidente de la Generalitat pretende resistir, pero la sensación es que alguna nueva información comprometida o que la próxima manifestación convocada el día 1 de marzo resulte multitudinaria, pondrían en una situación todavía más complicada a Mazón y, por consiguiente, a Feijóo, que está viéndose obligado a responder demasiado a menudo preguntas sobre el líder valenciano durante sus encuentros con los medios.