Un día de estos les tengo que hablar del Chinu. Es un gato pero cree que es un perro, le gusta el pan en todas sus variedades, no para de charrar a maullidos como si fuera porteño y es tan irritante como adorable. Tiene una imaginación portentosa que resalta cada vez que se inventa enemigos a los que atacar. Y se esconde fatal. Hasta su hermana Nefer, una emperatriz felina de la que también les hablaré en alguna ocasión, lo mira con cara de “ya está otra vez el atontao” cada vez que le basta con que una cortina le cubra los ojos para suponer que ya no le ve nadie. En eso se parece a mí, que cuando era niño me cubría con el asiento del sillón y mi madre se sentaba encima para simular que no me veía. Y también se parece a Carlos Mazón, que, en su afán por evitar los gritos de la ciudadanía por su gestión de la dana del 29 de octubre, ha incumplido varias de las normas principales de todo buen jugador del escondite. Entre ellas, la de no seguir un patrón establecido.
Ahora elige emplazamientos que hay que localizar con GPS para sus comparecencias ante los medios. Y salvo en actos que tienen lugar en zonas de acceso restringido, como un edificio oficial o similar, el presidente de la Generalitat suele esconder las convocatorias hasta última hora. El pasado viernes, a las 19 horas, el PP anunció que iba a acudir a un acto con militantes y cargos del partido en Orihuela, para defender la nueva ley educativa. Defensa del castellano en zona castellanohablante, entre afines ideológicos y en Alicante, su provincia natal y en la que cimentó su ascenso al liderazgo popular autonómico. La marca de la agenda apenas presentaba grietas. Y, sin embargo, el asunto se desbordó, una multitud rodeó la cafetería Big Ben de la placeta de San Sebastián, en la que se reunió con el alcalde oriolano, Pepe Vegara, antes del evento. La intervención de su escolta y de los agentes policiales para abrirle un corredor en los apenas cincuenta metros que le separaban de La Lonja, donde se iba a celebrar, y el altercado que se produjo entre dos manifestantes saltaron enseguida a las redes sociales, en formato audiovisual. Gobierno y oposición se pusieron luego a echarse las culpas unos a otros, pero la molla del asunto es que Orihuela es como la cortina de mi gato: Mazón creía que estaba escondido, pero no.
Otra norma que no se debe incumplir jamás cuando alguien se tapa los ojos y cuenta hasta cien para empezar a buscar: evitar los escondrijos evidentes. Precisamente porque lo son, a nadie se le va a ocurrir buscar ahí. Es un poco lo que hacen los delincuentes extranjeros residentes en la Costa Blanca, mezclarse entre sus paisanos para no destacar. Pues eso es lo que incumplió Mazón el domingo, con su ausencia en la Crida, el acto con el que arranca las Fallas en Valencia. Es cierto que, a priori, presentarse en un acto multitudinario este año le puede costar más de un sonoro disgusto, sobre todo en el cap i casal. Pero las protestas y alusiones se van a producir esté o no esté. Y, en situaciones como esta, su ausencia va a ser mucho más evidente que su presencia. Esconderse en actos festivos lo va a hacer mucho más visible.
La solución no es fácil, porque ya llega tarde. Aprenderse las normas del juego en caso de emergencias habría estado bien. Dar explicaciones de por qué desapareció cuando no tocaba, también. Y no eludir la responsabilidad cada minuto desde entonces habría sido determinante. De esa forma, no habría tenido que jugar al escondite. Que no sabe. Como el Chinu.
@Faroimpostor