ALICANTE. El ex ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha sido un férreo defensor de la reforma de la Constitución y de buscar un nuevo acuerdo de convivencia entre españoles que dure otros 40 años. Esta son sus reflexiones sobre la cuestión catalana y cómo darle encaje en una revisión de la Carta Magna.
[Lea aquí la parte de la entrevista sobre la Comunitat Valenciana "España va a vivir una transformación y no podemos despistarnos en cuestiones partidistas"]
-Usted siempre defendido la reforma de la actual Constitución Española. ¿La ve factible?
-La veo absolutamente necesaria. Creo que la Constitución del 78 es una buena Constitución, pero que ya tiene 39 años y que a lo largo de este tiempo hemos observado que hay defectos de diseño y de funcionamiento y defectos sobrevenidos. En los efectos de diseño tenemos la primacía del varón sobre la mujer en la sucesión a la Corona; la laguna en el tema de la investidura, una situación tan anómala que vivimos en los últimos tiempos; la falta de delimitación de que era el Senado y una delimitación de las competencias de las autonomías muy embrionaria, no establece una normas de funcionamiento de las autonomías y eso ha determinado que haya habido una enorme conflictividad judicial. Luego están los defectos sobrevenidos. He echado de menos una cooperación horizontal de las comunidades autónomas y vertical, entre las autonomías y el Estado. Ha faltado una ley de Lenguas: somos uno de los pocos estados plurilingües en el que se pasa directamente de la Constitución, del artículo 3 a la legislación autonómica, dejando una vacío en el medio que ha sido tenido que ser tomado por el Tribunal Constitucional. Y no es bueno que un tema tan sensible como la lengua tenga que ser resuelto de esta manera. Y luego hay defectos sobrevenidos: hay nuevos derechos y libertades en materia política para acelerar la regeneración política; hay derechos económicos y sociales para atender a aquellos que se han sentido abandonados en la crisis y no ven que la recuperación esté llegando a la mesa de un comedor, y en tercer lugar, estamos en la Unión Europea, y entonces hay que hacer un título entero en el que se fijen cómo son las formas en las que la comunidades autónomas participan en la toma de decisiones en la ejecución de las políticas comunitarias y en la responsabilidad por incumplimiento. Y después hay que hacer un capítulo con los principios básicos de la financiación autonómica, que ha sido el caballo de batalla y la gasolina de los separatistas para la campaña de España nos roba.
"Todas las soluciones que estoy proponiendo para reformar la Constitución son generales"
-Ahora que ha hablado específicamente de Cataluña. ¿Le ve solución al asunto?
-La reforma de la Constitución no está hecha para responder al chantaje catalán. Eso sería inadmisible, punto uno. Y punto dos: no puede traducirse en ventajas a los golpistas sobre los otros. Todas las soluciones que estoy proponiendo son generales: que las instituciones democráticas ganen prestigio, que el tema económico sea más eficiente y eliminemos trabas innecesarias; que el sistema fiscal sea más justo y facilite el ahorro, la inversión y la exportación, y que el Senado se convierta en un foro de encuentros. Son cosas que nos convienen a todos. Por eso es muy importante. La reforma de la Constitución se debe hacer aunque no tengamos la cuestión catalana, pero todos esos temas deben ayudar a resolver la cuestión catalana.
-¿Ve posible la reconciliación entre las dos Cataluñas?
-Hoy (por el viernes), hay un artículo de Josep Antoni Duran i Lleida en La Vanguardia sobre la reconciliación. La reconciliación es necesaria y la Constitución española sólo fue posible porque hubo previamente una reconciliación. Aquí, primero, hay que solventar las fracturas dentro de Cataluña, la social; hay que acabar con el divorcio de parte de la sociedad catalana, la que quiere la independencia con el resto, y hay que ponerse en marcha superando la épica de tensión y entrando en un proyecto ilusionante de futuro. Hay que volver a lo que prometió Tarradellas, que Cataluña estaba interesada en que avanzase toda España. Y lo mismo que dijo Miquel Roca, que "nadie crea que los catalanes nos vamos a ensimismar en nuestros problemas. Vamos a colaborar siempre en el gran proyecto nacional que es España". Sin reconciliación, no será posible ese proyecto en el que los catalanes estén más cómodos y que los motivos de desafección que ha llevado a algunos a apostar por la independencia -después de una enorme campaña de falseamiento de la Historia.
"Sin reconciliación, no será posible ese proyecto en el que los catalanes estén más cómodos"
-¿El Gobierno ha fallado en política internacional?
-Yo conozco la política internacional de cuando yo estaba en el Ministerio de Asuntos Exteriores. A partir de ahí, hace un año, he sido un mero observador. En los 5 años que yo estuve al frente, pusimos en marcha una célula de reflexión, que se reunía todos los viernes, y que hacía una hoja de ruta con instrucciones a todo el cuerpo diplomático contando las razones de España, en un relato alternativo, que estaba vendiendo la Generalitat. Eso fue muy satisfactorio. Logramos una resolución de Naciones Unidas dirigida a 193 estados, en la que se recomendaba no alentar la secesión unilaterial; en la UE no tuvimos ninguna declaración de ningún gobierno mostrando simpatía por el tema catalán. Y en medios de comunicación, que es donde hemos tenido algún disgusto, se hizo un enorme esfuerzo con los corresponsales, al menos en Madrid, y nuestros embajadores tenían instrucciones muy concretas y no recuerdo ningún reportaje que fuera contrario a nuestros intereses.
-Si el pacto fiscal no es posible; el referéndum no se contempla, ¿cuál podría ser la solución?
-Las fórmulas que le he dicho: una reforma constitucional que contemple todos los aspectos que he señalado: derechos y libertades; la reforma del Senado, una Ley de Lenguas, delimitación de competencias, financiación...más luego atacar directamente los motivos de desafección, que eran fundamentalmente lengua y financiación autonómica, y quedaba el desarrollo de la disposición tercera del Estatuto, que propugnaba, y propugna, pues no fue anulada por el Constitucional, que la inversión en infraestructuras en Cataluña durante siete años sea equivalente al PIB catalán respecto al total, y eso barriendo para casa, nos viene muy bien para las inversiones y el Corredor Mediterráneo. Lo que hay restablecer son los puentes del diálogo, la empatía.
"La transmisión de que todos somos iguales antes la ley y que el Gobierno va aplicar el Estado de Derecho sin vacilaciones, es un mensaje que debe tranquilizar a la sociedad".
-Las decisiones judiciales pueden ralentizar ese diálogo...
-No han venido bien desde el punto de vista de que pueden haber movilizado más al sector soberanista. Desde otro punto de vista, de los sectores no soberanistas en Cataluña, es una muestra de que pueden estar más tranquilos porque saben que en España es un Estado en el que todos somos iguales ante la ley, y que es un Estado en que las leyes se aprueban fruto de un diálogo y se aceptan por tribunales independientes e imparciales y de acuerdo con un procedimiento establecido. Pero insisto, la transmisión de que todos somos iguales antes la ley y que el Gobierno va aplicar el Estado de Derecho sin vacilaciones, es un mensaje que debe tranquilizar a la sociedad española. La sensación de impunidad hubiera sido desastrosa y hubiera indignado a la cohesión social. Si aquí uno se piensa que, porque tiene una determinada posición, es impermeable a la aplicación de la ley, eso es el fin de una sociedad civilizada.
-El daño económico, ¿lo ve recuperable?
-Por ahora lo que se ha producido es un cambio de sedes sociales, que no supone un daño directo. Sin un daño indirecto: aquellos proyectos de inversión que se iban a realizar en Cataluña, no se van a realizar durante un tiempo. Si los que están se van, no tiene mucho sentido que alguien vaya allí a invertir. Si esto se normaliza, Cataluña tiene un potencial y un tradición de crecimiento muy importante que debería restablecerse. Va a costar. Esto va a depender mucho de la segunda parte del partido, que son las elecciones del 21 de diciembre.
"La recuperación económica de Cataluña va a depender mucho de la segunda parte del partido, las elecciones del 21D"
-Usted que ha estado mucho por Europa, ¿cuál cree que es la percepción que tiene Europa de España ahora?
-Esto ha supuesto una enorme preocupación. Yo viví, en mi primera etapa como ministro, la preocupación por la situación económica de España, cuando estuvimos al borde del rescate y tuvimos que hacer un enorme esfuerzo de imagen para recuperar la marca España y su percepción. Ahora estamos en una situación similar. Se mira con preocupación que pueda producir un fenómeno de escisión territorial en uno de los países más importantes de Europa. Y que podría tener emulación que podría acabar con el proyecto europeo. Ya he dicho antes que la cuestión catalana es una cuestión española, pero también es una cuestión europea. En Europa hay 350 regiones.
"Esto es una tema interno. Aquí no hay una mediación porque las dos partes no son iguales"
-Entonces descarta que la UE haga un papel de mediador...
-Por su puesto, esto es una tema interno. Aquí no hay una mediación porque las dos partes no son iguales. Cataluña desencaja de un todo, que es España. No estamos en una situación de paridad; no podemos equiparar un gobierno autonómico con el Gobierno de la nación que gobierna para toda España.
-Entonces que busca el viaje a Puigdemont a Bélgica...
-Lo que busca es la internacionalización del conflicto. Yo ha he dicho que tuve que intervenir entre los corresponsales porque el partido se jugaba fuera, no dentro. Lo que ha hecho el separatismo catalán es una estrategia que ha cambiado a lo largo del tiempo. En una primera fase, era intentar conseguir un reconocimiento internacional; eso se ha demostrado imposible. Lo que están intentando ahora es intentar probar que España es una democracia débil, cosa que es imposible. La Unión prevé la investigación a los países en los que vulneran los derechos humanos, algo que no ha ocurrido porque nuestra Constitución es muy garantista y que el Estado de Derecho funciona. Pero esa es su estrategia. Y él (Pugidemont) lo que sigue es en esto: dice que se ha ido porque aquí no tiene garantías procesales.