Hoy es 22 de diciembre

entrevista

Joan Cerveró: "La música en valenciano es, en ciertos aspectos, bastante amateur"

El nuevo director adjunto de Música y Cultura Popular del IVC aboga por "apoyar aquello que tiene difícilmente cobertura" 

15/05/2024 - 

VALÈNCIA. Joan Cerveró estrenó su despacho en la sede del IVC de Plaza Viriato hace menos de dos meses, pero el tiempo es oro si quiere desplegar el proyecto con el que ganó la convocatoria abierta del Institut Valencià de Cultura para cubrir la dirección adjunta de Música y Cultura Popular. Es conocido a lo largo y ancho del sector musical, tanto por su gestión en Ensems y otras iniciativas, como por su práctica musical, especialmente al frente del Grup Instrumental de València. En la primera entrevista en su nueva responsabilidad, Cerveró concreta algunas de sus propuestas para la institución, desarrolla su radiografía de diferentes escenas de la música valenciana y adelanta algunos cambios importantes en su relación con proyectos como Trovam o Polirítmia.

- En 2014 dejó la dirección de Ensems por la falta de apoyo institucional. ¿Qué le ha hecho volver a ilusionarse con la gestión cultural a este nivel?
- Bueno, en el 2014, que es cuando yo dejé Ensems, lo hice porque pensaba que el festival necesitaba crecer. Coincidió con la integración del Instituto Valenciano de la Música en CulturArts y del fallecimiento de Inmaculada Tomás, que había apostado mucho por el festival. Yo estaba en Ensems desde la tercera edición y llevaba 18 dirigiéndolo. Pensé que era un momento de cambiar de aires; no por Ensems, porque he seguido trabajando en música contemporánea, sino por mí mismo. Dejé Ensems por cansancio y porque vi que, conmigo, a lo mejor el festival no podía crecer. Después he seguido haciendo gestión, empecé a dar clases de gestión cultural también en la universidad… 

Tengo una especie de dicotomía siempre entre la gestión y la práctica artística. Y, en estos momentos, vi una ocasión para poder aportar lo que tenía de experiencia dentro de un contexto en el que la música clásica y el jazz estaba un poco perdida entre los auditorios. La realidad valenciana está muy vinculada al mundo de los músicos, pero no tanto de la música. Es decir, que hay muchos músicos, pero hace falta también tomar realidad de lo que es el contexto musical.

- La primera pregunta que le estamos haciendo a todos los directores adjuntos es cómo está siendo el aterrizaje, qué situación se están encontrando en cada área. 
- Estamos encontrando una situación bastante normal después de un periodo bastante largo de inactividad. Normalmente los cambios de gobierno son más rápidos. Aquí se han hecho con más precaución, con más tranquilidad. Esto, por una parte, está bien porque permite buscar perfiles mucho más contrastados; pero, por otra, se deja de programar. Con lo cual, cuando hemos visto que hay muchos huecos en la agenda que no hemos llegado a tiempo de llenar porque no había nada programado.

Pero, por la otra parte, es todo normal. Hay un equipo que ha hecho un trabajo que puede gustar más o menos al público o a mí, pero que lo ha hecho con todo el derecho y con el mismo cariño que yo puedo hacer el mío. Es decir, no hay una desconfianza en lo que se ha hecho. Evidentemente, cuando llega un nuevo equipo, tiene otras ideas, otras propuestas y otras circunstancias que creen que son más indicadas para un servicio que gestiona dinero público. Esto es así, pero no hemos encontrado ninguna cosa que esté fuera de criterio.

Básicamente, lo que estamos ahora poniendo es un poco de orden. Orden en las estructuras en lo que es la construcción de un IVC que había perdido un poco una definición. Estamos intentando que sea una marca lo más fuerte posible, que tenga presencia, que la gente sepa qué es el Instituto Valenciano de la Cultura; no sólo como actos puntuales, sino como fuerza de construcción de una realidad cultural en la Comunitat Valenciana.

Foto: EVA MÁÑEZ

- Lo pregunto porque su proyecto era el que, de los tres, más señalaba la herencia recibida. Había una cita en él: “Es necesaria una restauración de ecosistemas como el de la música, atendiendo a su función estética y cultural, libre de cargas y compromisos ideológicos y políticos”. ¿A qué se refería exactamente? ¿En qué ve esa politización o “ese compromiso ideológico y político”?
- No existe la despolitización. Todo acto es político porque vivimos en una polis. Vivimos en una organización que es extremadamente política. Es decir, incluso la no-acción es una acción política. Pero cuando nosotros trabajamos en contextos donde utilizamos la cultura para hacer política, descontextualizamos la cultura. La cultura es una herramienta y hay que despolitizarla.

Si la política utiliza la cultura para un fin, esto es la politización de la cultura. Yo lo que quiero es que esté la cultura primero, evidentemente, y después haya un resultado político. Separarlo es muy difícil y plantearlo estructuralmente desde ahí aún más. 

Te pongo un ejemplo en la música: las ayudas que se daban. Si tú hacías una propuesta en valenciano tenías más puntuación que si la hacías en alemán. Pero es que los Lied de Schubert están en alemán, y es una música que es parte de la cultura europea. No puedes penalizar a una persona por hacerlo en una lengua alemana. Puedes equilibrarlo. Se tenía, claro, una intención de mejorar y dar más presencia a la lengua, pero yo creo que la función de la música no es solo esa.

- Por incidir un poco en el tema, en su proyecto determinas que el objeto de protección “no va a ser la música comercial ni la identitaria, sino la música plural, aquella que necesita de protección y apoyo (antigua, contemporánea y tradicional) y aquella que nos pueda unir a todos los valencianos”. ¿Puede poner ejemplos de música que no una a todos los valencianos?
- Pues la música que, de alguna manera, separa. La cultura identitaria, como decía Julien Green, es una cultura que te identifica. En un entorno cultural, lo que te identifica te condiciona. Esto está muy pautado dentro de las estructuras. Porque no se construyen géneros, se construyen secuencias en estos géneros. 

Me explico. En el mundo del jazz es muy difícil tener una cultura identitaria. ¿Por qué? Porque simplemente hay una improvisación y es un gesto. Evidentemente hay un jazz latino, hay un jazz africano, con ciertos contextos y ciertos ritmos… Pero en el momento utilizamos la lengua como un contexto para identificar un tipo de música, ya partimos hacia otros lugares. 

La música en valenciano se tiene que apoyar. Existe, es parte de la expresión de una parte de la sociedad y hay que defenderla. No es cuestión de eliminar nada. Esta semana mismo presentábamos el Festival Música i Lletra. ¿Qué hubiésemos podido hacer? ¿Ir de talibanes? Es que yo no soy un talibán, soy una persona que me gusta la propuesta: me gusta Carles Dènia y me gusta Jon Maia, que canta en vasco y lo hace muy bien. Se trata de ponerlo todo en equilibrio y en contexto.

- Me lo preguntaba sobre todo porque la música pop en valenciano se sintió muy interpelada por su proyecto. Hay cierto temor de que hayan líneas rojas.
- Será la calidad de la música. La música en valenciano es una música, en ciertos aspectos, bastante amateur. Está vinculada a la cultura identitaria; a la creación, en muchos casos, de un contexto de identidad a través de la lengua más que a través de la música. Aunque la música también define, claro. 

Cuando yo hablo de música tradicional, me refiero a la música histórica, la música patrimonial. El IVC tiene dos misiones básicas patrimoniales. El patrimonio histórico y el creativo. El creativo es fomentar a creadores que, de alguna manera, tengan dificultades para presentar sus proyectos o conectar con el público. No dificultades por incapacidad, sino porque son músicas de aspecto popular que no son fáciles de vender. Cuando una música como el pop tiene público, festivales, fiestas, discográficas y su “negocio”, entonces ya tienen su medio de sobrevivir. No digo que no debamos de ayudarles, pero ya tienen su vida propia. Nosotros estamos intentando apoyar aquello que tiene difícil cobertura, las músicas minoritarias. 

- Más allá de señalar qué músicas, en su opinión, se habrían sobre-atendido, ¿cuáles se habrían infra-atendido y van a estar en el centro de la política musical del IVC?
- No va a haber nada en el centro. No voy a programar lo que a mí me gusta, sino lo que es bueno que se difunda. Por ejemplo, el jazz había estado muy desatendido, no todo el rock entraba dentro de las programaciones. ¿Qué pop y qué rock sí entraba? Evidentemente, el identitario. Además lo han hecho con todo el derecho y hay muchas cosas muy interesantes, pero yo creo que, en este momento, la Comunitat Valenciana necesita una apertura y una muestra de toda la capacidad musical que tenemos en todos los estilos. 

- En todo caso, ¿qué géneros o escenas crees que necesitan de especial atención ahora?
- Básicamente, la música contemporánea, la música antigua, el flamenco (que se ha dado muy poco) y la música jazz. Y después hay una cosa muy curiosa: ha habido una desaparición, en nuestro contexto musical, de la música de cámara. Se ha perdido en la espectacularidad del espectáculo. La gente piensa que todo son orquestas, pero la música de cámara es aquella que más profundiza en los detalles, en el conocimiento y en la búsqueda de la belleza en pequeños formatos.

También será importante acercar las músicas a otros contextos y hacer más mediación que pedagogía: intentar acercar ciertos públicos a ciertas músicas que son desconocidas. Incluso las músicas en valenciano, acercarla a gente que ya de por sí las rechaza en su contexto. 

Además, yo soy director adjunto de Música y Cultura Popular valenciana. Aparte de las muixerangues, la dolçaina y el tabalet, y el Cant d’Estil, también están los Moros y Cristianos o el Misteri d'Elx, que son cultura popular. Claro, la pregunta es, ¿yo voy a poder abarcarlo todo? La verdad es que es inmenso el panorama que se me pone. El reto es equilibrarlo todo.

Foto: EVA MÁÑEZ

- ¿Conoce a Jesús Iglesias Noriega? ¿Cuál es su sintonía con el proyecto que defiende él en Les Arts? 
- Recuerdo que hace muchos años escribí un artículo en Cartelera Turia que se titulaba “El Palau de Les Arts parece que esté en Zúrich”. Había una falta de conexión del Palau con la ciudad. Es decir, era una cosa que podía estar aquí, o podía estar en Zúrich, o en Oporto. Les Arts es un teatro que tiene una vida propia que está vinculada a una imagen de modernidad y de ciudad poderosa. 

A Jesús Iglesias Noriega le aprobaron un proyecto y está haciéndolo. Yo seguramente haría otra cosa, pero es un proyecto muy profesional. Muy vindicativo de este mundo que es… No digo cerrado, pero sí muy constreñido a una idea de óperas internacionales, que vive en un contexto internacional, y que muchas veces tiene difícil esta cosa de acercamiento a otros públicos. Hay contacto con ellos, hay relación, pero nuestro ámbito es mucho más ambicioso; también más humilde en ese aspecto: queremos llegar a mucho más con menos recursos.

- Ha habido una desconexión muy clara entre el IVC y el Palau de la Música de València que va más allá del cierre del edificio. ¿Quiere que la relación sea más fluida?
- De hecho, ya lo es. Por dos razones. Primera, porque el director del Palau de la Música, Vicente Llimerá, era el solista de oboe de mi grupo; con lo cual tengo una relación no solo profesional, sino de amistad de muchos años. Hemos colaborado durante muchos años y tenemos sintonía. Ninguno de los dos tenemos una vinculación política, en el sentido que no somos políticos: somos músicos prácticos, y tenemos la capacidad y las ganas para gestionar. 

Y creo que otra una cosa muy interesante: lo que ha faltado siempre es diálogo. El Palau es un contenedor de músicas, un lugar abierto a todas las músicas. Yo creo que Vicente Llimerá está consiguiendo que sea así. Hemos hablado y vamos a hacer proyectos en conjunto, vamos a colaborar con el Ayuntamiento. No sé si es porque yo tengo un talante más colaborativo, pero se han planteado proyectos: por ejemplo, ¿por qué no nos unimos IVC y Ayuntamiento para hacer un gran festival de jazz? Tenemos el Teatre Principal, que es un sitio fantástico para el jazz mientras el Palau de la Música con amplificación no va tan bien. 

- En su proyecto no se habla ni del Trovam ni del Polirítmia. ¿Cuál va a ser la relación con estos dos proyectos? 
- El Trovam es un apoyo que se hizo a una asociación que está vinculada a empresas de promoción de músicas pop y de músicas que ya tenían su vida propia. Es un gesto comercial que nosotros estamos viendo si es interesante o no. Se hace en el Auditorio de Castellón, que no está preparado para la música amplificada a esos niveles. Evidentemente, da pie y vida a un sector de la música que es importante. No se puede decir que eso no exista, pero de ahí a darle toda la importancia que se ha dado a este festival, es complicado. ¿Por qué digo esto? He tenido quejas y comentarios de mucha gente de la música clásica o del jazz que quería presentarse. Estaba muy constreñido a un estilo concreto.

Y en el caso de Polirítmia, no existía hasta hace unos años. Es un festival que el anterior equipo se inventó, igual como hace muchos años estaba el Festival de Músicas del Mediterráneo. En principio, este año no se ha hecho porque no hemos llegado. Cuando he aterrizado, no había manera de programar nada porque había que pedir la ocupación de la plaza, etc. 

En todo caso, se va a redefinir como un festival con el que podamos colaborar con propuestas, pero no va a estar vinculado estructuralmente al IVC. Sí estamos creciendo en el apoyo a la Universitat de València para Serenates, y así darle un contexto más potente en un espacio que está consolidado.

- Del ciclo Sonora adelanta que tendrá “una nueva definición que vaya más allá de la preponderancia de la lengua y atienda específicamente a la calidad musical y artística”. Pero el ciclo lo protagonizaban los ganadores de los Premios Carles Santos. ¿Cuál será esa nueva definición?
- No sabemos lo que va a pasar con los premios Carles Santos. Yo era amigo y fui ayudante de dirección suyo. He trabajado en cuatro o cinco espectáculos y he viajado por medio mundo con él; ha dirigido el Grupo Instrumental de Valencia… En fin, yo lo conocía muy bien. Carles Santos era una persona que parecía un loco de la música, pero era una persona coherente con su estilo: estaba muy cercano a una música de acción, y otras músicas las repudiaba y le producían incomodidad. Cuando se le puso el nombre de Carles Santos a los premios de la música y lo que se estaba mostrando eran grupos de pop y rock… Él se hubiese levantado de su ataúd. No lo digo yo, sino su viuda, que publicó una carta diciendo que le parecía una barbaridad y una usurpación de la personalidad. 

Y se hizo así porque, cuando se fundaron estos premios, acababa de morir. Yo te aseguro que el 90% de los que se presentaban a los Carles Santos no sabían ni quién era. 

- En todo caso, hablábamos del Sonora, que hasta ahora dependía de los premios. Sin ellos, ¿quién va a conformar la programación?
- Ha sido bastante paradójico que Sonora haya funcionado y se hayan hecho todos los conciertos que tocaban… Menos los de música clásica. De hecho, Nacho Mañó, que ha sido el último Premio de Honor, lo he tenido que colocar en el Festival Música i Lletra porque nadie le había ofertado lo que se le había prometido de alguna manera. Yo tengo cartas de gente que ha ganado dos años en la categoría de música antigua y no se le ha programado un concierto en Sonora. David Moliner, que ganó el premio a mejor disco de contemporánea, da recitales en la Filarmónica de Berlín como solista y aquí no se le programó. La idea es que el Circuit Cultural Valencià amplíe un poco más su contexto musical. 

Foto: EVA MÁÑEZ

- En su proyecto planteas una batería de posibles nuevos festivales y ciclos. ¿Hay alguna propuesta en concreto que tenga prioridad? 
- Pues sí, hay algunas. Por ejemplo, algunas que creo que están ideologizadas negativamente. El otro día, cuando yo defendía la zarzuela, me dijeron que era una música fascista. Y no puede ser, se le ha puesto caspa a una música que tiene una gran calidad. La zarzuela es patrimonio; ni es fascista, ni es de derechas, ni de izquierdas.

Evidentemente, voy a dar mucha voz a los compositores contemporáneos porque son los que están más contextualizados en la música europea. El mundo de las bandas también es muy importante. Ya tienen su sistema, pero vamos a ayudarles a expandir sus visiones. También quiero darle una vida propia al Cor de la Generalitat más allá del Palau de Les Arts… 

- En su proyecto habla mucho de programación. ¿Va a ser más gestor o programador? ¿Cuánto va a ocupar la programación en su día a día? 
- En estos momentos lo ocupa todo. Estoy programando, por ejemplo, el Festival de Jazz. No quiero ser el director, pero circunstancialmente ahora lo he hecho. La programación del Auditori de Castelló también depende de mí… La gestión es lo necesario para que esa programación funcione. 

Estoy construyendo equipos de producción, porque el IVC, especialmente el departamento de música, es un centro de producción. Pero aquí funcionaba todo por inercia. Los festivales que creó el anterior equipo eran autónomos porque casi siempre estaban externalizados, y el equipo de aquí se había ido desmaterializando. 

En el departamento de difusión, había solo una persona. En el de documentación estamos creando un repositorio para que se pueda consultar toda la música tradicional. Seguimos confiando en Jordi Reig… Es decir, no ha habido ningún tipo de prebendas. Pensaba que sería más difícil y me ha sorprendido.

- ¿Que pensaba que se iba a encontrar? 
Creía que me iba a encontrar una indefinición más clara de lo que pretendían de mí. Me han dado total libertad para ejercer mi programa como yo quiera. Creía que la política estaba mucho más vinculada a lo que podría hacer como proyecto. Pero me han dado total libertad. Es decir, que si hay algún problema es porque yo me lo he buscado.

- A lo largo de su carrera ha liderado proyectos de música contemporánea. ¿Hay suficientes espacios públicos que lo fomenten? 
- Una de las cosas que estamos intentando hacer es que el Circuit Cultural Valencià sirva de apoyo a la música contemporánea. Cuando vamos a hacer un concierto de música contemporánea fuera de los espacios donde se les espera, el público escapa como un cohete porque la gente se piensa que la música contemporánea es una cosa rara. Vamos a trabajar en eso, en el conocimiento. Primero se tiene que conocer, luego estudiar (en el sentido amplio de la palabra) y entonces es cuando la amas. 

No queremos que la música contemporánea sea popular porque no creo que pueda ser popular. Porque la vanguardia siempre es es algo de poca gente. Pero siempre avanza. En zigzag, pero siempre avanza.

- Ya han cambiado los baremos en algunas ayudas. ¿Va a haber grandes ajustes en ellas? 
- Mira, te cuento un poco la dinámica, aunque sea anticipar cosas en las que aún estamos trabajando. Este año hemos sacado las ayudas dentro del mismo contexto y con la misma orden, porque si no, no salían.

Para el año que viene sí que vamos a hacer unos cambios que quieren evitar que sean farragosas. El INAEM, que es el modelo que estamos tomando, tiene unas ayudas lógicas, más fáciles y más equitativas. Aquí se intentó ser muy objetivo, y esa misma objetividad lo que ha hecho es que ha convertido todo en un proceso muy condicionado. Por ejemplo, se está premiando con mayor puntuación a los que publican más discos o a los que tienen más integrantes. 

Este tipo de cosas, que parecen muy objetivas, al final son perjudiciales para la calidad. Entonces, lo que se quiere es ser equitativo y juzgar por la calidad. ¿Qué es la calidad? Son términos complejos.

Foto: EVA MÁÑEZ

- Los festivales de música, que son un sector económico muy afianzado, han sido un negociado casi más de Turismo. ¿Quiere que siga siendo así?
- No es que lo quiera yo, es que creo que estos festivales están más vinculados a una ampliación de lo que es el turismo de sol y playa. Yo creo que está muy bien que estén vinculados a turismo, porque, al fin y al cabo, son proyectos más comerciales que culturales. 

Otra cosa es que a veces nosotros hacemos patrocinios vinculados a cultura para ciertos proyectos que tienen pérdidas, o que no son tan comerciales, o que pueden necesitar de nuestra ayuda. Eso también lo haremos. 

- Una pregunta habitual que hacemos a los nuevos gestores es una recomendación de un libro, una película o un disco a nuestros lectores.
- Por ejemplo, Arto Lindsay, que hace pop rock contemporáneo. A veces pensamos que la vanguardia es patrimonio de la música clásica, pero el rock también tiene vanguardia. 

Otras recomendación sería, básicamente, Piazzolla. Me pasa como con Bach: es como tomar una aspirina. Cuando estoy pensativo o deprimido, un poco de Piazzolla o un poco de Bach me resuelven.

Noticias relacionadas

next
x