Opinión

Opinión

Mazón debe ignorar al PP e irse

Publicado: 04/03/2025 ·06:00
Actualizado: 04/03/2025 · 06:00
  • El president Carlos Mazón.

Creo que a Carlos Mazón poca gente le quiere bien. No les voy a negar sentir cierta compasión al ver al presidente de la Generalitat Valenciana deambular hacia ninguna parte con el único oxímoron de sostener su paso bajo unas certezas que son mentira. Se está quemando, aunque eso lleva ya tiempo estándolo, más que achicharrar, lo están disecando en el formol de su propio jugo. Pocas veces he visto la construcción de caricatura política como la suya, un zarandeo mediático que pasará a la historia. Ese resurgir del ave fénix que anhelaba en diciembre se ha visto truncado porque las propias cenizas han ahogado su resurrección antes de que pudiese materializarse. Ni las avivadas pleitesías de algunos de sus fieles le han ayudado a despertar las llamas del resurgimiento. Quizá porque ese cierre de filas con pies de barro no es más que coyuntural, y seguramente, en cuanto le corten la cabeza ellos serán los primeros en recogerla para dársela a su hipotético sustituto. En la vida, pero sobre todo en política, uno se termina dando cuenta de que los amigos de verdad son pocos, que como decía Aristóteles en su tratado sobre la amistad, hay pocos amores desinteresados y genuinos, y que los vínculos amistosos siempre esconden un interés oculto.

 

Cuando me pregunto por qué nadie del entorno de Mazón ha tenido las agallas de decirle que se marche, una voz de mi conciencia y otra externa del interlocutor con el que hablo siempre me dice lo mismo: "Porque sus colegas comen del puesto que ostentan en su camarilla". No sé si Santiago Lumbreras, Cayetano García y José Manuel Cuenca le han dicho a Carlos que vuelva a casa, pero si no lo han hecho, temo decir que se están equivocando o no están siendo leales conscientemente a esa amistad. Si un servidor, que no conoce a Mazón más que de momentos circunstanciales, siente pena al ver su figura retorciéndose con el paso del tiempo, no creo que a su círculo de confianza les sea indiferente esta pena televisada. Porque el president ya está condenado, antes de cualquier hipotética imputación, ya es reo de culpa para el correveidile social. Ha metido la pata, por cierto, porque nadie tuvo el arrojo de cuando estaba en ese remake posmoderno de la última cena, cogerle sorpresivamente y llevarle al Cecopi o en algún lugar a la altura de las circunstancias. No sé si alguien le traicionó, como Judas a Jesús en aquel cenáculo, pero sin duda, la actitud fraterna de sus presuntos aliados no estuvo a la altura, ni lo está en estos momentos.

 

No sé de qué se sorprenden los que se extrañan al ver el comportamiento de Alberto Nuñéz Feijóo y el Partido Popular, no es nada personal, son sólo negocios. El PP sacrificó su moral hace tiempo, cuando mató en directo a Pablo Casado, quizá el propio ex líder se lo esté recordando ahora a Mazón. De haber tenido los escrúpulos de los que ahora presumen habrían forzado al president a dimitir antes de que llegase la sangre al río. Ni le dimiten ni le dejan dimitir. Le han dejado sólo, en cuanto han visto que la reconstrucción no es posible, no me refiero a la de Valencia sino a la del personaje de Carlos Mazón. Le han tirado a las hienas mediáticas abriéndolas el apetito con comentarios como el de Feijóo sobre su deseo de ganar en Valencia 2027. Dicen por ahí, en los chismorreos, que el presidente quiere irse pero que es el partido el que no le deja ante la amenaza disuasoria de Vox de apretar el botón rojo de las elecciones. Una vez quemadas todas las naves, una vez se sabe que Mazón está naufragando sin partido y con la única compañía que es menos inteligente emocionalmente que la pelota Wilson de Tom Hanks, es hora de irse. Debe mandar a la mierda al PP, dejar de lado a los que han hecho lo propio con él. No alcanzo a comprender esta lealtad de servidumbre voluntaria hacia un partido que le está haciendo la cama. A Pablo Casado le ocurrió igual, tras esa noche de los cuchillos largos, se fue a comer con Alberto Núñez Feijóo para trasladar la imagen de que no existía ningún rencor. La venganza se come caliente sentado en la mesa del traidor. Menos mal que ese día El Ventorro debía estar cerrado.

Recibe toda la actualidad
Alicante Plaza

Recibe toda la actualidad de Alicante Plaza en tu correo