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Los rótulos de baños públicos y la delgada línea del diseño que separa lo sutil de lo zafio

De la gracieta al machismo hay un paso, y los rótulos confusos camuflados de ingeniosos son el primer paso para frivolizar con el uso del diseño

19/02/2018 - 

VALÈNCIA. El mundo de los pictogramas para rotular puertas de aseos y baños públicos no sólo sirve como adelanto de lo que encontraremos dentro, sino que es caldo de cultivo para los cuñados del diseño que creen tener ideas mazo creativas que se mueven en las delicadas aguas del buen y el mal gusto.

Sabéis de lo que os hablo: frutas y flores, personajes del cine, el galán y la doncella, ranuras y símbolos fálicos, alusiones a la zona púbica o tópicos tintados de sexismo, tacones o corbatas, la flamenca y torero, el toro y la vaca… Y para más inri, la señalización se vuelve más enigmática conforme se reducen las condiciones de visibilidad. Así, el ambiente de los locales nocturnos siempre nos pondrá más a prueba frente a la delicada elección (¿no se le da demasiada importancia, en definitiva, a todo esto?) que cuando gozamos de la tranquilidad de una biblioteca, por ejemplo, donde no suele haber espacio para la inventiva ni para marcianadas.

¿Por qué parece que hay que ser creativos o graciosos para señalizar dónde entrar a mear?

Más allá de si son acertados o no los criterios por los que discriminar a la hora de elegir una de las puertas, los carteles de marras son a menudo confusos, intentando hacer alarde de un ingenio digno de chiste de Jaimito. Hay rótulos minimalistas y también vulgares, demasiado polarizados a veces estos diseños, preámbulo como decíamos de lo pulcro o lo grosero que encontaremos el interior, pero si nos centramos en la parte funcional (un rótulo tiene la misión de informar, no de entretener) es inevitable ver cómo la estética condiciona si será útil o no el pictograma en sí.

 

El éxito de estos rótulos reside en su discreción, pero es cuando se pasan de crípticos y confusos cuando nos darán una frase en bandeja para seguir la conversación a la vuelta de la visita de rigor: “¿Habéis visto los letreros del bañoooo?”

Y así fue como, hace unas semanas, el periodista Vicent Marco me lanzaba la idea en Twitter para escribir sobre el diseño de los carteles de los wc públicos, tras vivir uno de esos momentos de desconcierto que nuestra vejiga no suele agradecer en absoluto:

 

Así que me puse a recordar decenas de casos, además de rebuscar por internet hasta llegar a las cloacas de los recopilatorios de diseños curiosos y divertidos. Una vez saciado de eso a lo que llaman diseño pero es otra cosa (uno, que tiene una visión profesional del asunto y está curado de espanto, qué le vamos a hacer) fue cuando mi reflexión fue más allá, y de hecho a excepción de un par de casos obviaré todo lo que encontré precisamente para no colaborar más a difundir imágenes que ya tenemos en nuestras retinas. Y en nuestras letrinas.

Al igual que con la publicidad sexista, el diseño es el encargado de perpetuar ideas mediante códigos gráficos que deberíamos erradicar, y como estamos tan acostumbrados a los chistes aparentemente inocentes, somos inmunes también en este terreno a mensajes machistas.

Derecha: Tweet de @cassiechadmoran denunciando la señalización de tintes sexistas de los baños de los hoteles Pentahotels. 

Casos como el de la cadena hotelera alemana Pentahotels, que una vez reprendidos en Twitter argumentaron que con sus mensajes pretendían ser “divertidos, sencillos y alegres [sic]”, no hacen más que evidenciar el problema. No es un chiste. Que estemos acostumbrados no quiere decir que no haya sexismo incluso ahí, en ese espacio, y en ese formato tan poco indicado para una guerra de sexos. Diseñar es ordenar, simplificar para hacernos la vida más feliz, así que un diseño centrado en marcar diferencias de otros tiempos me parece a priori un mal diseño.

Volvamos pues a esas normas que sirven para segregarnos al entrar a los aseos públicos. ¿Es por pudor? ¿Es por fisionomía? En este sentido son bastante conservadores en esta división de hombres-mujeres los que piensan en términos de limpieza y aseo. En cualquier caso, el diseño hace que estos signos de distinción tengan valor visual, y asociar la palabra chico a pene u hombre a sombrero es digno de una campaña HazteOir.

Entonces, ¿por qué no apostar por los baños unisex? Vivimos en diversidad (o deberíamos), y algo así sería coherente con valores mucho más cívicos, con el respeto por ejemplo por mantenerlos decentes, y así terminarían también otras discriminaciones a la hora de dónde ubicar el cambiador de bebés o de establecer baños accesibles (más que justificados estos últimos por las condiciones especiales que requieren). De hecho, puestos a segmentar a la hora de definir usuarios de baños públicos, tal vez tendría más sentido, como dice la pedagoga Mar Romera, habilitar unos aseos especiales para público infantil en lugar de dividir entre chicos y chicas.

 

Tal vez será por ese contexto de las cervezas o copas de más, o porque en el fondo somos tan simples que el caca-culo-pedo-pis nos seguirá haciendo reir, pero puestos a señalizar estas diferencias, si son parte del encargo, puede hacerse con buen gusto y profesionalmente, y no son pocos los casos que podemos encontrar de estudios que han resuelto el encargo con estilo, poniendo orden y a demás aportando algún valor adicional. Vayan por delante algunos ejemplos.

Pictos, de Lavernia & Cienfuegos. 
El estudio valenciano Lavernia & Cienfuegos diseñó en 2005 el sistema de señalización Pictos para Sanico. Se trata de una amplia gama de elementos para la señalización de interiores, y cuyos pictogramas para los aseos masculinos y femeninos los habremos visto en infinidad de locales, con una homogeneidad formal en toda la serie que posibilita la formación de agrupaciones que suman sus significados o se complementan. Un diseño claro que utiliza únicamente iconos reconocidos universalmente.

Izquierda: Diseño de Andreas Winkler para PHOS Design. Derecha: Diseño del estudio Snøhetta para las oficinas de Felleskjøpet. 

Otro sistema muy característico a destacar es el diseñado en 2011 por el alemán Andreas Winkler para PHOS Design. Por otro lado, además de los sistemas diseñados para su uso universal tenemos los proyectos pensados ex profeso para edificios o compañías, como el caso de toda la señalización de las oficinas centrales de la empresa noruega Felleskjøpet, que diseñó en 2014 el estudio Snøhetta y donde los pictogramas son acordes al diseño de la identidad corporativa.

Nos es habitual ver estos diseño integrales corporativos que contemplan un plan de señalética cuidado, algo que refuerza el concepto de identidad de un edificio, ya no sólo acorde a una imagen gráfica sino con materiales aplicados que hablan de, por ejemplo, el diseño nórdico.

Izquierda: Diseño de Essa Punt para el museo finlandés Gösta Serlachius. Derecha: Diseño de lg2 para el Parc Olympique de Montreal. 
Otros proyectos a destacar son el de la firma catalana Essa Punt para el Museo Gösta de arte contemporáneo de la fundación Serlachius en Finlandia, o toda la rotulación del Parc Olympique de Montreal por la agencia canadiense lg2, donde todo el centro respira la línea gráfica del branding deportivo.

Diseño de señalización del Hotel Kanra Kyoto, por el estudio nipón Artless Inc. junto a la ilustradora Emmi Narasaki de Styledesignworks creado en 2016.Diseño corporativo, incluyendo pictogramas, de Mami Sato para los estudios Tago Studio Takasaki.   

Tras empaparme de todos estos buenos y malos diseños, finalmente creo que es fácil caer en carteles sexistas, cuando el tema de la rotulación obedece a criterios de eficiencia en base a una segmentación puramente sexual de otros tiempos a los que siguen bedeciendo los símbolos de hoy.

Tengamos cuidado con estos mecanismos de inmunidad al sexismo discreto del día a día que no detectamos porque se disfraza de chiste.

 

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