ALICANTE. "El Mediterráneo es un mar de conflictos y la literatura es una forma de exponer un conflicto y de buscarle gestión". Con esta conexión entre el agua y el arte, la periodista Lola Bañon comienza a esbozar el motivo de la creación de la Red de escritoras del Mediterráneo, una iniciativa impulsada por Casa Mediterráneo, que pretende, a través de este encuentro de mujeres de los países bañados por el Mare Nostrum, "poner en común problemáticas y generar una visión nueva del mundo, en un momento de crisis generalizada a nivel global donde urge buscar nuevos modelos de relación", anuncia. Es por ello que la red supone "una base importante de contacto entre nosotras, que nos ayudará a exponer algunas visiones de género que pueden parecer soluciones individuales pero que, al compartirlas, pueden generar formas diferentes a las que están instauradas de ver y abordar los problemas", considera Bañon. Aunque el proyecto lo puso en marcha la institución en diciembre de 2018, la red volvió, después de estar en pausa durante unos meses, el jueves 17 de octubre en una jornada en las que se programaron mesas redondas con 15 escritoras procedentes de distintos puntos del mediterráneo.
Antes de dar comienzo a la primera charla del día -la presentación de bienvenida de la red a cargo de la galardonada escritora Espido Freire- se produjo un encuentro con los medios en el que intervinieron cinco de la quincena de escritoras que protagonizarían la jornada, como son la ganadora de los Premios Planeta y Azorín, Espido Freire, la directora de la Fundación Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas del Mediterráneo (FACM), Lola Bañon, la escritora Begoña Valero y las también escritoras y finalistas del Premio Planeta, Inma Chacón y Cristina López Barrio. Es, precisamente, esta última quien aboga por la búsqueda de las similitudes y las diferencias de las escritoras y la necesidad de escucharse las unas a las otras para comprender "cómo se construye la identidad de la mujer y cómo vive la literatura en los diferentes países del mediterráneo, lo cual muchas veces está condicionado por el régimen político y cultural".
Esta comunicación establecida brinda la posibilidad de conocer "cómo vemos este oficio de escribir, pero siempre con el nexo de ese mar que nos ha dado y, a la vez, nos ha quitado tanto", matiza Inma Chacón. Y, completa Espido Freire, alegando que "no se trata únicamente de aprender entre nosotras, de conocernos mejor o de crear redes, sino de ganar poder. Nuestro objetivo es servir como un foco de visibilidad y como una manera de interpretar, analizar y formar parte de unos procesos". Una pretensión de visibilizar con las que se muestra de acuerdo Begoña Valero, quien reconoce que, en muchas ocasiones, las escritoras se encuentran "un poco eclipsadas por la literatura masculina. Ya es hora de que consigamos estar al mismo nivel", reivindica.
El trabajo desde esta visión y experiencia femenina resulta un must to have, ya que las mujeres "tenemos déficit de redes colaborativas en todos los ámbitos, mientras que los hombres ya tienen las suyas construidas", traslada la directora de FACM. Esta pretensión de crear un colectivo unificado, destacando lo común, puede resultar desconcertante en un momento de tensión global, en que la gente se posiciona en desacuerdo con esa unión: "Tenemos que trabajar en lo que nos une, porque también hay factores que nos separan, como el idioma, las fronteras y el continente. Esa unión es el mar y el hecho de ser mujeres. También nos unen las soluciones en los problemas que compartimos y en otros que hemos olvidado porque nosotras ya no tenemos que enfrentarnos a ellos, aunque sí otras escritoras que están en el norte de África, por ejemplo", destaca Espido Freire este vínculo.
La escritora, que resultó galardonada con el Premio Planeta en el año 1999, manifiesta sobre este reconocimiento que constituye "solamente un baremo más para comprobar cuál es la visibilidad, el éxito de escritoras y escritores. Con cualquiera de los premios de España -y del mundo- se pueden hacer comparaciones y extraer conclusiones muy parecidas". Unas deducciones que llevarían a la superioridad cuantitativa de reconocimiento masculino, ya que en las 68 ediciones que se lleva celebrando suman, entre finalistas y ganadores, 99 hombres y tan solo 37 mujeres. "El poder literario, el poder de visibilidad, lo miden a través de criterios tradicionalmente masculinos. Además, las mujeres nos enfrentamos a otro tipo de problemas: la inseguridad que muchas muestran a la hora de ofrecer su obra, las críticas a todos los niveles (desde el aspecto físico hasta las declaraciones) y la conciliación, el cómputo entre edad laboral y edad de fertilidad", denuncia con respecto a la situación.
Otra de las trabas que se presenta a las escritoras por el simple hecho de ser mujeres es el encasillamiento dentro de del género femenino: "Sí que existe todavía la etiqueta de literatura femenina. Nos discriminan y nos limitan. Ya va siendo hora de olvidar ese término, porque la literatura es literatura. Las mujeres no escribimos para mujeres, igual que los hombres no escriben para hombres. Es un término con el que a mí me han calificado muchas veces, pero yo reniego", se muestra en total desacuerdo Chacón. Una idea que completa López Barrio, quien declara que "la literatura femenina está asociada a la emoción, al corazón, mientras que el hombre se asocia a la razón. La verdad, que legitima el poder político actual, está basado desde la Ilustración en la lógica y la razón, lo que ha producido la subordinación de la mujer al hombre y la situación de poder que mantiene el hombre a nivel político, empresarial y, para mí, en muchos sectores del nivel literario", acusa reivindicativa la escritora. Por su parte, Valero apoya el hecho de cambiar el carácter negativo a la etiqueta, transformando la literatura femenina "con un apoyo de todos sus lectores y lectoras".
Entre el resto de escritoras de países que baña el Mediterráneo se destaca la presencia, en las diferentes mesas redondas, de Amel Mokhtar (Túnez), Houda Darwish (Argelia), Vedrana Klepica (Croacia), Nesrine Khoury (Siria), Nisrin Ibn Larbi (Marruecos), Rosa Cuadrado (España), Pilar Blanco (España), Galit Carlibach (Israel), Loranne Vella (Malta) y Raquel López (España).