Hoy es 21 de noviembre

ANÁLISIS AP - las posiciones políticas

El tripartito de Alicante se da otra tregua con un presupuesto que nadie quiere

23/03/2017 - 

ALICANTE. El Ayuntamiento de Alicante ya tiene presupuestos para 2017, al quedar aprobados en el pleno de este miércoles tras una larga y accidentada elaboración. Son unos presupuestos que nadie quiere. Ni los grupos mayoritarios de la oposición, PP y Ciudadanos, que votaron en contra (lo que hasta cierto punto puede resultar lógico). Ni el propio tripartito. A los ediles de PSOE, Guanyar y Compromís sólo les faltó taparse la nariz en el momento de levantar la mano para emitir su voto a favor. Al menos, así lo pareció. Primero, a tenor de las intervenciones que protagonizaron sus tres líderes en el transcurso de la sesión. "Estos presupuestos son los más difíciles de la democracia en este Ayuntamiento, ahora bien, son el único presupuesto posible. Los ajustes que contienen no se han hecho ni por capricho ni por ocurrencias", llegó a decir el alcalde, el socialista Gabriel Echávarri, parafraseando las palabras con las que el exconcejal de Hacienda del PP, Juan Seva, defendió las cuentas de 2012. Ese fue el año en el que el Ministerio de Hacienda tomó las riendas de la contabilidad municipal, al forzar un plan de ajuste que permanece vigente hasta 2023, y el año en el que "Alicante perdió su libertad", enfatizó el primer edil. "No son los presupuestos que el tripartito quiere para Alicante"; "Podrían ser mejores", abundó el vicealcalde y líder de Guanyar, Miguel Ángel Pavón".

Y segundo, porque hasta el propio Echávarri ya anunció hasta dos series distintas de autoenmiendas para corregirlos, en la misma apertura del debate. En primer término, cumplió con la condición exigida por sus socios de Guanyar para votar a favor de la propuesta y avanzó una primera modificación de crédito para ampliar los fondos asignados a las concejalías de Acción Social y Cooperación, en manos de la edil Julia Angulo (quien había denunciado un recorte de hasta 500.000 euros en sus asignaciones). "No es mi compromiso, es mi ADN", recalcó el primer edil. Y, después, desgranó una batería de medidas -que merecen capítulo aparte- con reformas para desengrasar el Ayuntamiento y generar ahorros que poder destinar a otros fines sociales.  

La cuestión es que el tripartito, los tiene (los presupuestos). Gracias al apoyo de dos concejales tránsfugas, Nerea Belmonte y Fernando Sepulcre, a quienes, por cierto, tampoco les gustan. De ahí que se limitasen a abstenerse, sin votar a favor. Pero los tiene. El equipo de Gobierno, que volvió a ejercer como tal por primera vez en mucho tiempo, consiguió sacarlos adelante, pese a esa incómoda foto de la votación que quedará reflejada en el acta. Y después de haber llegado al pleno en una situación de máxima tensión, casi al borde del precipicio, con presiones internas a múltiples niveles, una fractura interna en el seno de Guanyar, y hasta un amago de ruptura del pacto generado por una acumulación de desplantes y desautorizaciones, lo cierto es que podría convenirse que, después de todo, los tres socios salieron del salón de plenos hasta cierto punto reforzados. Esta es la sucesión de hechos que llevó a esa situación y las perspectivas que se abren ahora.

El tripartito

El proceso de negociación política de los presupuestos, los segundos del tripartito, arrancó en noviembre con una supuesta intentona de negociación -finalmente fallida- con el grupo municipal de Ciudadanos. El alcalde había anunciado que su voluntad era pactarlos con el partido de Albert Rivera, incluso tras la marcha de su exportavoz José Luis Cifuentes (con el que admitió abiertamente que tenía cierta sintonía), porque no tenía otra alternativa viable. Se huía de los tránsfugas, a quienes se consideraba "el cáncer de la democracia", y del PP, el partido antagónico que funcionó como leitmotiv sobre el que se forjó la alianza entre los tres socios.

Ese acercamiento se truncó pronto, después de que Echávarri pusiese en duda en declaraciones públicas, ante micrófono, la capacidad o la voluntad de trabajo de los ediles de C's a la hora de presentar propuestas, y de que ese partido plantease unas peticiones de máximos, "irrenunciables", con un disparo demasiado alto conscientes o no de que el tripartito no iba a admitir esas sugerencias. Lo cierto es que difícilmente se podía mantener un actitud colaborativa después de esa descalificación, según apuntaron fuentes de C's. Y no es menos cierto que tampoco puede decirse que se produjese ningún gesto por parte de Echávarri para tratar de relajar esas condiciones, aunque se hubiesen presentado como requisitos imprescindibles: "No nos dijeron, 'mirad, estos puntos no los podemos asumir [como por ejemplo la eliminación de las concejalías de Memoria Histórica y Protección Animal], pero vamos a ver si podemos llegar a un acuerdo sobre estos otros puntos", insistieron desde C's.

Echávarri lamentó entonces que C's había perdido una oportunidad de aportar y de influir en Alicante y sostuvo que se vería con toda la oposición en la fase de enmiendas, con limitaciones técnicas a la hora de plantear propuestas, ya que sólo se podían promover cambios de partidas dentro de cada área presupuestaria. 

Con todo, roto ese hipotético proceso de diálogo con C's, y poco antes de que el presupuestos se remitiese al Ministerio de Hacienda para someterse a su supervisión, a la exconcejal de Guanyar, Nerea Belmonte, le llegó una copia. Lo desveló la portavoz de C's, Yaneth Giraldo, a través de un comunicado remitido este lunes, en el que relataba que había apreciado que la documentación que Belmonte había llevado a la comisión de Hacienda del viernes tenía una codificación diferente a la del resto de la oposición. No fue una interpretación, sino un hecho. Alicante Plaza pudo contrastar que, efectivamente, alguien del entorno del tripartito le había facilitado a Belmonte la documentación "para que se la estudiase".

Hasta ese momento, las relaciones del tripartito con Belmonte no habían sido precisamente buenas. Ella sí había apoyado los presupuestos de 2016, sólo unos días antes de ser destituida como edil de Vivienda y Acción Social y expulsada de Guanyar tras desvelarse (más bien filtrarse) que había adjudicado contratos menores de manera directa a afines. Desde entonces, Belmonte venía siendo criticada con dureza. En cada pleno, los tres socios le conminaban a dejar el acta y le recordaban que ya no representaba a nadie puesto que había sido expulsada de Guanyar y de Podemos. Las críticas llovían especialmente desde los bancos de Guanyar, cuyos representantes habían tenido que soportar los reproches de PSOE y Compromís por no haber sabido atajar a tiempo la situación cuando aún era su compañera de filas.

Pero en el último tramo del año pasado se sucedieron los gestos y los acercamientos. Hubo conversaciones y se deshizo algunos malentendidos. Belmonte llegó a desvelar en el pleno de febrero que había sido insultada en los pasillos del Ayuntamiento (sin identificar por parte de quién) y encontró el respaldo del alcalde, que dijo que no iba a tolerarlos, y del líder de Compromís, Natxo Bellido, quien llegó a conminarla a denunciar los hechos. También hubo muestras de respaldo de PP y de C's. Nadie abrió la boca en Guanyar. Poco después a Belmonte se le facilitó un nuevo despacho en dependencias municipales.

Mientras, el presupuesto logró el visto bueno de Montoro, se aprobó en Junta de Gobierno con el respaldo de los tres socios y, casi en paralelo, se despertó el malestar en Guanyar por los recortes aplicados en el área de Acción Social. Entonces, se abrió la fase de enmiendas. Y Belmonte dirigió parte de las suyas hacia esa concejalía. Las que ella misma calificó de esenciales. Guanyar tensó la cuerda y exigió una rectificación en los fondos asignados a esa área casi en el último minuto del partido. Llegó la comisión de Hacienda y las alegaciones de Belmonte no fueron aceptadas. Ella se encargó de manifestar que había encontrado receptividad en PSOE y Compromís pero no en sus excompañeros de Guanyar. "La pelota está en el tejado de Guanyar", apuntaron en ese momento fuentes del entorno del PSOE. Y, a la postre, parte de las propuestas de Belmonte se aceptaron. El presupuesto quedó aprobado con su abstención, en el pleno de este miércoles, aunque ella no escatimó en sus críticas al tripartito y a Guanyar ("No concibo cómo se puede destinar más recursos a Protección Animal que a Juventud", dijo). Sepulcre también se abstuvo, con la confianza, apuntó, de que sus propuestas recogidas como compromisos políticos llegasen a ejecutarse.

No existe ningún hecho objetivo que permita interpretar que alguien pudiese instrumentalizar a alguien, ni de que alguien pudiese haberse dejado. Sólo existe una correlación de hechos que no demuestran nada por sí solos. Quizá el tiempo pueda decir si Belmonte (y lo mismo podría valer para Sepulcre) fue un peón (con poca capacidad de movimientos y casi sin voluntad) o un alfil (proactivo, parte de la jugada) sobre el tablero.

Lo que sí resulta esperpéntico es que en las últimas semanas llegasen a hacerse circular rumores sin ningún tipo de prueba sobre la existencia de presuntas contraprestaciones a cambio de ese hipotético papel desempeñado. Y que incluso llegasen a producirse llamadas a algunos medios de comunicación para desmentirlas por parte del entorno supuestamente beneficiado.

De un modo u otro, el presupuesto prosperó, sin necesidad de que el equipo de Gobierno tuviese que exponerse al riesgo de forzar su aprobación vinculándolos a una cuestión de confianza, con la exposición al escarnio de la crítica política que hubiese conllevado y la conversión de Echávarri en el primer alcalde de Alicante en perder oficialmente el respaldo institucional del pleno de la ciudad. 

Ahora bien, había que evitar el impacto estético que, se sabía, iba a implicar el respaldo de los tránsfugas. "Ellos tenían que votar, eso era innegable", apuntaron fuentes del tripartito. "Podía darse la circunstancia de que hubiesen votado con la oposición y entonces hubiesen sido ellos quienes se habrían aliado con ellos", añadieron. 

El caso es que fue el alcalde, al asumir la defensa de los presupuestos, quien se encargó de anunciar un paquete de seis medidas que pudo contribuir a mitigar ese daño. Tras destacar el carácter social de las cuentas y de sacar pecho por la reducción de la deuda (de 131 millones a 81), anunció la recuperación de la gestión de impuestos en fase ejecutiva todavía en manos de Suma; el inicio de estudios para la supresión de los patronatos de Escuelas Infantiles y Vivienda (con el fin de destinar posibles ahorros a esas mismas áreas); estudios sobre la salida de Alicante de la Mancomunidad de l'Alacantí (para derivar los 500.000 euros de su aportación a Acción Social y Sanidad); la creación de una oficina antifraude para vigilar el rendimiento de cada euro invertido; el refuerzo de personal en la Concejalía de Urbanismo para agilizar la resolución de expedientes (gracias a la renuncia de la partida prevista para nombrar dos directores generales); la potenciación de la oficina de captación de fondos europeos con más recursos y medios para optar a nuevas vías de financiación. 

Todo, además, con el añadido de suprimir dos dedicaciones exclusivas (sueldos) a un representante de PP y otro de C's, en una medida que los dos grupos de la oposición interpretaron como una pataleta, un castigo.

Está por ver cuáles de esas propuestas llegan a ejecutarse o si son una cortina de humo, fuegos artificiales para deslumbrar las miradas en torno a los tránsfugas. El portavoz del PP, Luis Barcala, señaló que no había modo alguno de acreditar si eran viables ni de precisar qué efecto económico tendrían. Y llegó a calificarlas de "ocurrencias" al mismo nivel, dijo, que "el túnel submarino" propuesto para desviar el tráfico de La Explanada. Pero de lo que no cabe duda es de que el tripartito salió del pleno de presupuestos sintiéndose reforzado. Guanyar y Compromís reconocieron el efecto de la estrategia desplegada por Echávarri. "Esta vez el alcalde ha ejercido de alcalde y ha dado coherencia a la posición de todo el equipo de Gobierno ", señalaron fuentes del tripartito, en referencia a su renuncia a intervenir en el pleno del estado de la ciudad, pese a que estaba convenido que lo haría.

¿Consensuó, consultó e informó Echávarri a sus socios sobre su estrategia? No a lo primero, sí a lo segundo y a lo tercero. El alcalde comunicó a Guanyar y Compromís sus intenciones a última hora de la noche del martes (tras la asamblea de Guanyar) y reunió a todo el tripartito el miércoles, media hora antes de pleno, para darles los detalles y pedirles opinión. A todos les pareció bien. Sobre todo porque, a priori, suponía reforzar áreas bajo el control de Guanyar y Compromís y porque, además, daba salida a algunos conflictos en los que se trataba de intervenir, como la gestión del Patronato de Vivienda (su responsable, Julia Angulo, ya había activado mecanismos para perfeccionar su control), o el refuerzo de los técnicos de Urbanismo.

Las fuentes consultadas coincidieron en que el desenlace del pleno había supuesto una tregua. No obstante, nadie se atrevió a precisar su duración. Nadie aventuró si el armisticio seguirá vigente hasta el final del mandato ni si realmente existe voluntad por parte de todos para que así sea. Por lo pronto, aún existen frentes abiertos como el catálogo de protecciones, Ikea, la adjudicación de contratas...

El PP

El principal partido de la oposición tenía claro desde el principio que no podía apoyar estos presupuestos porque nunca se les dio oportunidad de participar. Abundó en la división interna del tripartito y su portavoz tildó la propuesta de "puzle sin coherencia", de "basura" y de proyecto invalidado desde el minuto cero, en función de los cambios anunciados por el alcalde. Barcala le recordó a Echávarri que eran sus segundos presupuestos y que ya no podía excusarse en el plan de ajuste. Hasta le invitó a romper con Guanyar para no someterse a lo que calificó de "chantaje" ("quien cede una, cede ciento", espetó) para reelaborar el presupuestos desde cero, abierto a un diálogo real que, recalcó, "no ha existido ni entre el propio tripartito".  Y cómo no, no desperdició en reprochar que PSOE, Guanyar y Compromís se apoyasen en los tránsfugas. "Hasta hace poco eran un cáncer, ahora son no adscritos, parece que les han indultado", dijo.

Quizá ahí vino la parte más débil de su argumentación (al margen de la apreciación sobre el chantaje, puesto que si hubo chantaje, pudo huberlo a varios niveles). El PP no tenía legitimidad para atacar al tripartito por ese flanco si se tiene en cuenta que el popular César Sánchez ha aprobado el presupuesto de la Diputación Provincial para este 2017 con el respaldo, precisamente, del exconcejal de C's, Fernando Sepulcre. 


Ciudadanos

La formación presidida por Albert Rivera tenía decidido con mucha antelación que tampoco iba a respaldar al tripartito. Casi desde el mes de noviembre, cuando se truncó el supuesto proceso de negociación. Si no iba a poder influir en la confección del presupuesto, no tenía sentido prestarle respaldo a cambio de algunos movimientos de partidas. O jugaba a por el todo o no iba a jugar a nada. Sobre todo, después del trato recibido. Su portavoz, Yaneth Giraldo, acusó a los tres socios de haber asestado "una puñalada trapera a la Democracia" al apoyarse en los tránsfugas para aprobar el presupuesto. C's puede decirlo porque está libre de hipotecas. Al menos en la provincia, no se conoce ningún caso en el que se haya aliado con no adscritos para acordar medidas de gobierno. Entre otros motivos, porque todavía no está al frente de muchos ayuntamientos. 

C's no podía ahorrar al tripartito el incómodo titular, pese a que el portavoz de Compromís, Natxo Bellido, insistiese una y otra vez a lo largo de la última semana (volvió a hacerlo en el pleno) en pedir al menos su abstención para "no ser la muletilla del PP". Lo que no iba a hacer, desde luego, era servir de escudo al tripartito.

Noticias relacionadas

next
x