un brindis por él y su tripulación

La ginebra del capitán Dickson

1/11/2022 - 

ALICANTE. El material que se ha recopilado en la fase de documentación de una novela histórica, el autor —tras estudiarlo detenidamente y conforme avanza en la escritura— suele separarlo en tres partes: la primera le proporciona un veraz trasfondo histórico y le sirve para evitar errores en fechas, lugares y hechos históricos; la segunda le ayuda a literaturizar el texto, es decir, enriquecer la trama y dar profundidad a los personajes; y la tercera, simplemente, la desecha al no obtener provecho alguno. Pero, es frecuente que este último material pueda serle útil en futuros proyectos narrativos de perfil histórico.

Al poco de publicar Reina Victoria Hotel —novela enmarcada al final de la Guerra Civil y cuyo desenlace transcurre en Alicante y en el Stanbrook (el buque que acogió a más de 3.000 republicanos para su exilio en Orán)— mi club de lectura, Xàbia lectora, me pidió que les realizara una presentación. Fue entonces cuando determinado material desechado me resultó de utilidad; y de nuevo, tiempo después, ese mismo material alcanzó una segunda vida cuando decidí contar los entresijos de dicha reunión, es decir, el presente artículo.

Nada más empezar a preparar la presentación, enseguida me di cuenta de que me encontraba ante un problema. Desde que formo parte del club, tengo por costumbre, al terminar la exposición, invitar a mis queridos colegas de fatigas de lecturas con un chupito de licor que guarde relación con el país donde se desenvuelve la acción o con el gusto espirituoso del personaje principal. Huelga decir que esta inusual iniciativa recibió, desde el primer día, una excelente acogida.

Y qué problema —se preguntarán— me surgió para la presentación. Pues muy sencillo: no lograba dar con ningún licor que apareciera en el desarrollo de mi novela… Pero, de repente, un día recordé haber leído en algún libro que el capitán Dickson estaba tomando durante el embarque una bebida —no recordaba de qué tipo en ese momento— y que, por alguna razón, no incluí en la narración. Busqué entre la ingente documentación que manejé y, finalmente, lo encontré. Era un ensayo autobiográfico que me recomendó el historiador y buen amigo Juan Martínez Leal —mi faro en la larga andadura del proceso de escritura—: Memorias de un refugiado español en el Norte de África, 1939-1956, de Carlos Jiménez Margalejo, que menciona el tema en el pasaje donde embarca en el Stanbrook:

La situación debía de ser crítica; porque el capitán seguía gritando su cantinela [¡Cal…ma! ¡Calma!... Yo prometer… no salirrr con nadie muel…le… Yo prometerrr…] y ahora tenía al lado una botella de ginebra. Una de esas botellas características de barro, tan apreciadas por las amas de casa para llenarlas de agua hirviendo y calentar las camas en invierno.


¡Ginebra! Eso es… ¿pero qué marca podía ser?... Deduje que debía de tener una forma parecida a la del anís de El mono para que pudiera rodar por las bajeras y que, posiblemente, fuera inglesa. Para salir de dudas llamé a mi bodeguero de cabecera de Bodega Miguel de Xàbia (al pertenecer a familia de bodegueros, uno tiene en alta estima esta milenaria profesión):

—Bon dia, Raúl.

—Buenos días, Andarias. ¿Qué necesitas?

—¿Conoces alguna ginebra que la botella sea de barro?

—Xoriguer —me responde al instante, y añade—: la ginebra de Menorca.

No me dio, entonces, la impresión de que esa fuera la ginebra, porque tiene una exagerada asa que no parece que pueda rular bien por las sábanas.

—Sí, sé cuál es... ¿Se te ocurre alguna otra?

Pausa.

—BOLS… holandesa.

—¿BOLS?...  No la conozco.

—Tengo alguna botella por ahí. Espera que te mando una foto…

Mientras la buscaba me acordé de haber visto en alguna parte esa marca, pero conteniendo un licor dulce, pero no ginebra… ¿Y holandesa?, me extrañé.

Transcurrido menos de un minuto recibí la foto por WhatsApp. La examiné y comprobé que la forma de la botella era la adecuada, no tenía asa y se producía desde ¡1575!

—¡Esa debe de ser!... Resérvamela, que mañana voy a por ella.

—Pues, aquí la tienes.

—Un millón de gracias.

Casualmente, unos días después, en una de mis visitas periódicas al Museo Arqueológico y Etnográfico Soler Blasco de Xàbia (recomiendo encarecidamente conocerlo), me topé en la sala de arqueología submarina con una vitrina —que en anteriores recorridos no le presté atención— donde se exhibían varias botellas de cerámica similares a la de Bols, unas sin asa y otras con una pequeña asa superior, datadas en la segunda mitad del siglo XIX… pero eran de otras marcas, entre las que predominaba  Nolet Schiedam. 

El letrero indicaba que se hallaron en una cala del cabo de San Antonio (cercana al Club Náutico) donde las embarcaciones, desde tiempos inmemoriales, se guarecen en caso de mal tiempo. Al no mencionarse en el texto que los vestigios procedieran de un naufragio, es de suponer el motivo por el que se hallaban en el fondo marino. ¿Cuál sería la marca que estaría bebiendo entonces el capitán Dickson?, pensé, pero no tardé en convencerme de que, una u otra, era indiferente.

Cuando se acercaba la fecha de la presentación, un día sentí que esa vez no podía tratarse de una simple degustación como colofón simpático de la reunión, tal como había sucedido en las anteriores… Y, en ese preciso momento, me cruzó por la mente cómo debía ser en esa ocasión…

Al finalizar mi intervención y, tras servir la bebida, les pedí que brindáramos en recuerdo del capitán Dickson… Por propia iniciativa se fueron levantando todos y así lo hicimos. Debo señalar que fue el encuentro literario más emotivo que hemos vivido.

De vuelta a casa, me percaté de que aún quedaba ginebra en la botella. Se conoce que fui poco generoso al escanciar a la casi veintena que éramos. Esa noche, en un duermevela, mi inconsciente me regaló una idea… una magnífica y memorable idea:

Desde entonces, en el aniversario del fatídico día en que el Stanbrook fue hundido por un submarino alemán en el Mar del Norte, realizo un brindis en memoria del capitán Archibald Dickson y su tripulación… Y así lo haré, de nuevo, el próximo 19 de noviembre.

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