tribuna / OPINIÓN

Entre unos y otros, la casa (España-Argelia) sin barrer

22/03/2023 - 

Lo que parecía ser un paréntesis con fecha de caducidad, sigue siendo una amarga realidad. Un año después de aquella fatídica decisión, los enfrentamientos entre los dirigentes españoles y los dirigentes argelinos siguen sin resolverse y entre unos y otros, la casa sigue estando sin barrer. A estas alturas, lo que más preocupa a los afectados de ambos países, aunque por motivos diferentes, es que nadie puede predecir ni adivinar el desenlace. Pero hay peor todavía.

Peor, porque mientras que a este lado del Mediterráneo lo que más preocupa es la fuerte caída de las exportaciones de las empresas españolas que, desde luego, es un hecho y cuanto lo lamento, por el otro lado del Mediterráneo, lo que más irrita a la clase media argelina es no poder volver a pasar sus vacaciones en las playas alicantinas ni poder ir de compras a los centros comerciales de la provincia como lo solían hacer antes de la ‘suspensión’ de la histórica línea aérea entre Orán y Alicante. Que también es cierto y también lo lamento. Digo histórica, porque antes de que existiera una línea aérea entre Alicante y París ya existía entre Alicante y Orán y Saint Exupéry es testigo de ello, aunque no sólo.

Pero lo triste es que a nadie parece preocupar lo fuerte que está siendo para los cientos, por no decir miles, de argelinos y argelinas residentes en España, especialmente en la Comunidad Valenciana, Andalucía, Castilla la Mancha, etc. el quedarse sin línea aérea entre Alicante y Orán. Lo doloroso que está siendo no poder visitar a sus familias, no poder acudir a las bodas, bautizos o funerales de sus allegados, no poder visitar a una madre anciana, a un padre enfermo, a un hermano o hermana en el hospital. Digo miles porque no se pueden obviar los otros argelinos afincados en distintas partes de Europa y América y que solían preferir transitar por Alicante en su rumbo a Orán y por ende, a Argelia.

¿Cuántos argelinos no han podido despedirse de sus padres antes de enterrarlos? ¿Cuántos argelinos se han perdido el bautizo de sus nietos o que todavía no han podido conocer o ver crecer a sus nietos nacidos en España? ¿Cuántos argelinos y argelinas han logrado asistir a la boda de un familiar? ¿Y cuántos de estos argelinos han asistido a la defensa de la tesis doctoral de un allegado? ¿Cuántos han tenido que aguantarse por no poder hacer realidad lo anteriormente mencionado? Y, por no hacerlo demasiado largo, ¿Cuántas personas de Argelia afincadas en la Provincia de Alicante acuden a un psicólogo en busca de soluciones al estrés y depresión que este escenario les genera?  

Ferry que parte de Alicante hacia Orán y viceversa.

Los argelinos de Francia, de Suiza, de Reino Unido, de Canadá de Estados Unidos, de Australia, de Dubái, de Qatar, de China, de la India, de México, de Australia, de Nueva Zelanda y un largo etc., siguen sin disfrutar del sol, de las playas o de una buena paella antes de seguir su viaje rumbo a Argelia donde sus familiares los esperan con ilusión tras un largo año de ausencia. Muchos de estos argelinos se han visto obligados a buscar otras alternativas (mucho más costosa) para poder encontrarse con sus familiares en algún lugar franco que no requiere de visado para los argelinos como es Turquía o Túnez. A falta de pan, buenas son tortas.

Mientras dure este bloqueo y mientras los dirigentes de ambos países sigan inflexibles no sólo saldrá perjudicado el sector empresarial, también lo hará el sector académico que ya ha visto mermados sus intercambios de cooperación entre las universidades españolas y argelinas y en particular entre la Universidad de Alicante y las del país vecino a pesar de ser la que más convenios de cooperación tiene firmados dese hace más de una década.

Queridos lectores, como se puede constatar no sólo están en juego las empresas alicantinas que desde hace más de un año no pueden seguir comercializando con sus productos en el país norteafricano o el profesorado y alumnado de ambas orillas que desde que se dio por finalizada la pandemia del Covid-19 no han vuelto a retomar sus intercambios bilaterales por falta de medios de transporte, también está en juego la salud mental de los miles de argelinos que de la noche a la mañana se han visto privados de su libertad. La libertad de sacarse un billete e ir a pasar unos días con la familia. La libertad de programar las vacaciones junto a sus allegados. La libertad de poder supervisar sus negocios sin tener que hacerlo de forma remota o delegar en otros o pedir favores que a la larga salen caros. La libertad de disfrutar de su movilidad con dignidad.

A mi juicio, y ante este desastroso panorama, a quien más afecta y que a nadie le parece preocupar, son quienes viven en Alicante y que ahora para viajar a Argelia (Orán) tienen (los que pueden, claro) que desembolsar cuatro veces más, pasando por París y en el mejor de los casos por Toulouse o Marsella, sobrevolando Alicante antes de llegar a Orán. Si no lo compruebo no me lo creo.

¿Saben ustedes lo que costaba un billete, comprado con antelación, para volar a Orán desde Alicante? Entre 150 y 180€ con Air Algérie, equipaje incluido y entre 90 y 120€ con Vueling, con maleta en cabina, 7 vuelos semanales entre las dos ciudades hermanadas (Alicante y Orán) con la compañía aérea argelina y dos con la compañía catalana. ¿Y cuántos hay ahora?: cero vuelos desde el 14 de marzo de 2020. ¿Saben ustedes cuántos de estos argelinos y argelinas pueden permitirse un viaje desde Alicante pasando por París, Lisboa o Bruselas para ir a Orán? Con clicar en cualquiera de las operadoras disponibles online se podrán hacer una idea. Ya les puedo adelantar que los precios están fuera del alcance de la mayoría de quienes viven en la Provincia de Alicante.

Para muchos de estos argelinos, Alicante se ha convertido en una cárcel de la que sólo pueden salir si los dirigentes de ambos países deciden aflojar la cuerda. Esperan, ansiosos, cumplir con una condena sin haber cometido ningún delito y volver a recuperar su anhelada libertad. Los argelinos de Alicante se sienten abandonados, se sienten huérfanos. Si no fuera por las redes sociales que parecen paliar la falta de contacto humano, estaríamos hablando de un drama social.

Y para terminar y con el deseo de que entiendan lo que puede llegar a significar para alguien de Argelia no poder ir a su país desde Alicante y en avión, les pongo un ejemplo: desde hace relativamente poco, los alicantinos y alicantinas nos hemos llevado las manos a la cabeza cuando nos comunicaron que para ir a Madrid había que ir hasta Chamartín porque se acabó Atocha para el AVE. ¡qué contrariedad y qué injusticia, clamábamos todos!

Naïma Benaicha Ziani

Profesora del Área de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante

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