MADRID (EFE). La banca española se prepara para recuperar el pago del dividendo a sus accionistas tras el fin del veto impuesto por el supervisor, el Banco Central Europeo (BCE), que pidió prudencia en el reparto de este tipo de abonos ante la incertidumbre por el impacto de la pandemia del coronavirus. En marzo de 2020, tras el estallido de la crisis sanitaria, el BCE recomendó a las entidades financieras que se abstuvieran de repartir los beneficios entre sus accionistas para contar con más capital, apoyar a la economía y cubrir los deterioros del balance.
El supervisor extendió en el verano esa recomendación, a pesar de que los bancos afeaban públicamente la decisión porque no hacía diferencias entre entidades y sufrían en bolsa la huida de los inversores hacia sectores sin limitaciones en el pago de dividendos. Posteriormente, en diciembre, el BCE propuso limitar el reparto a un máximo del 15 % del beneficio, una oportunidad que la mayoría de entidades aprovecharon para alegrar a sus accionistas, aunque no sería hasta principios de julio de este año cuando el supervisor anunció que levantaría el veto a finales de septiembre. De ese modo abría la puerta para que las entidades europeas pudieran volver a retribuir a sus accionistas a partir del 1 de octubre, si bien insistió en que hay que ser prudentes tanto con el pago de dividendos como con la recompra de acciones.
El objetivo del Banco Santander, según avanzó en la última junta de accionistas su presidenta, Ana Botín, es recuperar la política de remuneración a los accionistas del 40-50 % del beneficio ordinario. En lo que va de año la entidad se ha encargado de ir reservando buena parte de sus resultados y el mercado da por hecho que el consejo de administración del grupo aprobará en breve el reparto de un dividendo con cargo a 2021.
En el caso del BBVA, la intención del banco es reanudar su política de dividendos consistente en un 'pay out', el porcentaje de beneficios que destina al pago de sus accionistas, entre el 35 y el 40 % e íntegramente en efectivo. Además, el BBVA ha empezado a dar los pasos necesarios para el proceso de recompra de hasta el 10 % de sus acciones y tiene previsto comenzar el programa el último trimestre del año, una vez obtenida la aprobación del supervisor.
La idea de CaixaBank es destinar la mitad de su beneficio ajustado, sin extraordinarios de la fusión con Bankia, al pago de dividendo, de lo que se beneficiarían todos sus accionistas, entre ellos la Fundación la Caixa y el propio Estado, que cuenta con una participación superior al 16 %.
El Sabadell, por su parte, aspira a repartir el 30 % de sus resultados de este año. Y Bankinter ha anunciado desde ya que el próximo 1 de octubre abonará a sus accionistas un dividendo de 0,13 euros por acción, con lo que se convierte en el primer banco español en recuperar la remuneración a los accionistas, una vez levantado el veto del BCE.
El dividendo es la fórmula más común que usan las empresas para repartir una parte de los beneficios entre sus accionistas y estos abonos son habitualmente regulares en el tiempo, que se consideran ordinarios, y de dos tipos: a cuenta o complementarios. Los dividendos a cuenta son pagos anticipados antes de que finalice el ejercicio económico, mientras que el complementario es el que llega aprobada la aplicación del resultado y fijado el dividendo total. Cuando una compañía decide pagar de forma excepcional, se trata de un dividendo extraordinario.