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también que los restos encontrados se podrían musealizar

Varios arqueólogos aseveran que las catas del Mercado de Elche no se realizan correctamente

21/03/2018 - 

ELCHE. El Mercado Central sigue trayendo cola, como todo lo que tiene que ver con el patrimonio en la ciudad. Recientemente ha sido actualidad Nuevos Riegos El Progreso y ahora lo está siendo la obra de la Corredora. Sin embargo, el principal enquistamiento del tripartito sigue siendo el del mercado. Alicante Plaza ha tenido la oportunidad de hablar con varios arqueólogos para que den su visión —desde el anonimato— de la marcha de las catas arqueológicas, así como de los restos encontrados en las mismas. Contrariamente a las valoraciones de Conselleria y la empresa adjudicataria, las fuentes consultadas aportan otras posiciones sobre ese valor, y sobre las propias excavaciones, al indicar que no se están realizando correctamente.

Actualmente en las catas de este tipo se utiliza el método de excavación en expansión, es decir, por capas, frente a las excavadoras que se utilizaban antes y que derribaban todos los restos, porque las ciudades se superponen, se han ido construyendo unas encima de otras. En ese sentido, en la Plaça de la Fruita hay un momento de la época islámica. En las actuaciones intervenciones, el quid del asunto, señala uno de los expertos, es que se ven tuberías del siglo XX y una bodega del siglo XVIII, “pero no los niveles islámicos, porque no han quitado las capas más recientes”. Explica que la empresa que se encarga de las catas, Alebus, está “excavando agujeros como un queso gruyer, con tuberías y agujeros al lado, picoteando, de forma que nunca ves el edificio”. Dice que hay que desconfiar de aquellas excavaciones en las que las tuberías están al descubierto.

Excavación parcial

Precisamente que se vean estructuras de servicio como alcantarillado en funcionamiento o de otras épocas, se debe a esa excavación “selectiva”, explica, “si edificio del Mercado Central no se excava bien, no se sabe qué hay. Si no levantas las estructuras modernas, no verás las antiguas, que son las que tienen valor, con toda la trama urbana islámica”, añade. Como ejemplo de la forma de excavar, asevera que hay un aljibe moderno del XVIII, la empresa vació medio como muestra de que lo habían encontrado, pero la otra mitad no porque ya sabían qué había. “Se quedan con el dato y con cinco metros cúbicos sin sacar”, destaca. En ese sentido, pone de relieve motivos posibles para ello: “si la empresa saca menos, ahorra metros cúbicos, lo que es más barato para ella y para la promotora”.

Por eso indica que no se desplazan las tuberías, “porque es dinero”, y señala que siempre se puede quitar, desviar o colocar una provisional. Además, explicita que “no es una cuestión de excavar más hondo, Elche es una ciudad en la que los restos islámicos salen muy arriba”. En este sentido y sobre los Baños Árabes y el perímetro del mercado, indica que falta por excavar una caldera, la mitad de la sala de agua caliente y otras estancias que deberían estar dentro del mercado. “Dentro está todo reventado y debajo de los propios baños hay más cosas, pero hay que quedarse en un sitio en el que valga la pena la excavación sabiendo qué se puede encontrar y qué interesa”. Además de la bodega del siglo XVIII, asevera que hay un edificio islámico —parece que sólo parcialmente a la vista—, “se ve cómo los muros se meten hacia dentro del mercado”, cosa que adhiere, es lógica porque Elche es la ciudad islámica por excelencia de toda la Comunitat: “tiene una red brutal bajo las calles”. Indica que en Alebus no se han ido a buscar y que cabría preguntarse "por qué nunca le salen restos en sus excavaciones”, y zanja apuntando que tienen el monopolio del sector en la ciudad.

El valor de los restos, relativo según quién los estudie

Por otra parte y respecto a lo encontrado en las catas, otro de los arqueólogos indica que “hay sistemas de acopio de agua, aceite y otros alimentos, además de aljibes y bodegas. Dentro del mercado hay un interesante sistema de tinajas y una fase hasta de necrópolis en el extremo sureste”. A este respecto, señala que la muralla no estaba donde está ahora, había otra muralla interior. Con los restos del siglo XVI, XVII, XVIII, ya época moderna y contemporánea, explicita que está el problema de la superposición y que unas casas se asientan sobre otras, “pero si se musealizan y rescatan las partes mejor conservadas, se le puede dar un sentido a lo que se ve, entender la forma de vida de una época determinada”, y explica que se podría mostrar muy bien el sistema de aljibes y de acopio de agua, que históricamente ha necesitado Elche —de ahí el sentido de la sala de venta de agua de Riegos El Progreso—.

También alude a la casa islámica al lado de los baños árabes, situada junto a la pescadería. En la jornada de puertas abiertas de excavación en el interior del mercado todavía no estaba excavada. Sobre esa puesta en valor, indica que “si se quiere musealizar, el Mercado Central es el único espacio que queda dentro de la Vila Murada para comprender la ciudad, si eso se derruye ya no queda ningún espacio”, y apunta que hay varias fórmulas, como las hay en otras ciudades con estructuras y restos similares. En cualquier caso, asegura que el problema de Elche “es que no hay un equipo de arqueólogos, multidisciplinar, que es lo que exige la ley, para valorar el patrimonio. Tienes que hacer una valoración hacia tu patrimonio, si no, ¿de quién es el criterio para decidir?”, y argumenta que la empresa excavadora podrá decir de qué siglo es cada resto, “pero no qué valor tiene”, porque una empresa puede tener intereses en varios sentidos.

Incide en que ese valor siempre es relativo e interpretable, pero tiene que hacerlo un equipo multidisciplinar, “si el Ayuntamiento no tiene capacidad o no ejerce esa tutela, tendrá que decidirlo Conselleria” y asegura que a día de hoy por la falta de ese equipo, el Ayuntamiento no tiene capacidad para decidir. “Falta el punto de vista del antropólogo, del historiador, del valor paisajístico, de la ocupación del territorio o la arqueología del paisaje”. También apunta que esto ha influido en el impacto en el territorio que han tenido las obras: “con la Ronda Sud se han cortado caminos antiguos que iban al campo. Hay que compatibilizarlos con la necesidad de esa infraestructura y ponerlo en valor junto al camino que había para entrar desde el sur, la Acequia Mayor o la torre de Ressemblanc. Si se pierde la memoria, también el sentido de por qué está ahí” y enfatiza en el patrimonio que hay en el campo y en que los catálogos deben redactarlos equipos multidisciplinares. En cualquier caso, habrá que esperar a la memoria final que haga la compañía tras las excavaciones. Con ello, Conselleria dilucidará el futuro de los restos y por ende, del proyecto de nuevo Mercado Central. 

Una trama islámica tapada por la visión ibérica

Respecto a esa decisión patrimonial de la ciudad, el último de los arqueólogos indica que el proyecto le parece “absolutamente sin razón, no tiene sentido que en pleno centro histórico, de la Vila Murada, se edifique un centro comercial. Por otra parte, se puede poner en valor cualquier tipo de resto que se quiera conservar”. Todo puede ser importante en tanto en cuanto se dice cómo era la vida pasada, cómo era la habitación de la época moderna, las conducciones de agua… “No se habla de una ciudad si no se sabe como está”, explica, y expone que Elche tiene una clara línea visual urbanística: “si te subes a Santa María y ves la torre del homenaje del MAHE, La Calahorra… todavía se conserva la línea visual urbana”.

En cualquier caso, clarifica, como hacían anteriormente, que “Elche es sobre todo una ciudad islámica, aún queda el urbanismo andalusí; árabe. Esa construcción en mitad del centro histórico es una afrenta patrimonial”. A su juicio, lo que se debería poner en valor es “ese pasado andalusí que los políticos ignoran. Se quiere poner en valor un pasado ibérico tan ajeno a la ciudad y sin embargo el periodo más largo, el árabe, queda en segundo plano”, haciendo referencia a que los íberos estuvieron menos tiempo en Elche, en la edad de Bronce, a partir del siglo V-VI, hasta la colonización romana.

Muy poco tiempo si se compara con el periodo islámico y mudéjar, desde el siglo VIII hasta su expulsión en 1609. “Ni se quiere recordar, ni se quiere tener presente, ni interesa ese patrimonio”, asevera sin tapujos. “Parece que no queremos tenerlos en cuenta en nuestra historia, parece que son molestos, que suena a migración y multiculturalidad”, asevera. En este sentido, explica que con el proyecto de la Corredora se van a poner unos motivos ibéricos “delante de una fachada gótico renacentista —la del Ayuntamiento—, que no tienen nada que ver con el entorno de la plaza, ni con uno de los monumentos como la Torre del Antic Consell ni con la Lonja Gótica”. Esgrime que todo se retrotrae a un contexto ajeno, cambiándolo todo. Señala que está todo el mundo hablando de la Dama, obviando los distintos archivos municipales como el de Santa María o de la Comunidad de Propietarios de la Acequia Mayor, entre otros, “ y aquí todos hablando de la Dama”, sentencia.


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