ALICANTE. Seis derrotas en ocho partidos y tercero por la cola a cuatro puntos de la salvación, cuando el objetivo declarado antes del inicio del curso liguero era lograr el ascenso tras clasificarse como primeros de grupo para el 'play-off'. Casi nada.
Así se encuentra el Hércules, cuyo técnico, Juan Muñoz, no ponía paños calientes el domingo tras el 2-1 en Andorra y hablaba de "falta de agresividad" de sus jugadores, aunque también pedía un poco de paciencia e insistía en que no se iban a ganar todos los partidos (después de hacerlo con solvencia sobre el Barça B).
Tras el primer cambio en el banquillo (el que le costó el puesto a Lluís Planagumà), las miradas se dirigen ahora hacia la plantilla, pero sin perder de vista al responsable de su confección, al director deportivo, Javier Portillo.
Desde la cúpula del club, es decir, la propiedad que ostentan Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez (con la Fundación como instrumento), aseguran a Alicante Plaza que mantienen "la confianza en el grupo" (al que se siguen refiriendo como "una buena plantilla") y por extensión en Portillo. Ambos se apuntan no solo a la teoría de que el equipo está pagando una "pretemporada corta", con jugadores clave lesionados y otros que llegaron muy fuera de forma, también a que "merece una mejor posición" en la tabla, que esta no hace justicia a lo que se está viendo sobre el terreno de juego.
Dadas las relaciones e intereses familiares y económicos que lo presiden y condicionan todo, el Hércules no se puede considerar un club al uso; de ahí que todo análisis de quienes mandan sobre el desempeño de los que tienen por debajo haya que ponerlo en cuarentena, aunque si tenemos presente que la plantilla no es precisamente barata, su pobre rendimiento constituye todo una patata caliente para no pocos y, de no corregirse, a buen seguro que resultará determinante a medio plazo. Restan dos meses y medio para que se abra la ventana de fichajes de enero.