ALICANTE. La obra ganadora de la III Residencia de Producción Teatral José Estruch, La langosta no se ha posado, pisará por fin el escenario del Teatro Principal de Alicante el sábado 10 de abril. El texto, inédito, se estrenará internacionalmente siete meses después de lo previsto, pero con la solidez escénica que otorga un mayor margen de tiempo en el proceso de montaje. A escasos días de su presentación ante el público, hablamos con su director, Iván Jiménez, y con su actriz protagonista, Mila García, para descubrir algunos secretos de esta comedia negra que, durante una temporada, se gestó en la mente del dramaturgo gallego Francisco Javier Suárez Lema.
La propuesta de la compañía alicantina Maror Produccions se define como un thriller de ciencia ficción en el que, paradójicamente, la comedia palpita de manera constante. En un futuro distópico, un piloto robot, dos auxiliares de vuelo y la presidenta de un universo paralelo se embarcan en un avión con demasiados interrogantes abordo. Es entonces, a excesivos kilómetros de altura y sin un destino cierto, cuando empiezan a aflorar las dudas sobre la humanidad, sobre la muerte, sobre la vida… Según la protagonista, “la obra ofrece un viaje que, hasta ahora, no conocemos. Sin embargo, lo que ocurre dentro de ese avión es lo que ha ocurrido siempre: miedos, inseguridades, sueños, relaciones humanas…”. Al final, como relata el director, el objetivo es que el público pueda reflexionar sobre cuestiones esenciales y, al mismo tiempo, “pasar un rato divertido y desconcertante”.
Iván Jiménez, para quien La langosta no se ha posado marcará su debut como director en el género de la ciencia ficción, confiesa que la mayor exigencia de esta obra ha sido “la envergadura del texto” por su “reflexión intelectual constante”. A pesar de ello, quiso aventurarse en la misión de crear “casi una película encima del escenario”: “Sin dejar de lado el tema teatral, le hemos dado una impronta cinematográfica con una banda sonora que le confiere una atmósfera de irrealidad, jugando mucho con la imaginación del espectador e intentando que toda esa carga filosófica que tiene el texto le llegue, pero de una manera muy ligera, muy fresca”. Después de todo, considera que han logrado concebir “unos códigos distintos y un espectáculo que —desde su punto de vista— tiene bastantes aristas”.
En su propuesta de dirección, el alicantino ha pretendido que los personajes sean el centro. Eso le permitía imaginar un universo teatral distinto y cree haberlo conseguido: “La escenografía tiene mucho peso, aunque es muy minimalista, y la videoproyección también juega un papel importante, pero lo que va a hacer que el espectador recuerde la función son los personajes”. Unos personajes encarnados por un elenco de renombre en la escena provincial, pero que nunca o muy pocas veces se había enfrentado a un reto de estas características. Además de Mila García, Diego Juan, Tomàs Mestre y Elena Candela son, como afirma Iván Jiménez, profesionales con más de 20 años sobre las tablas pero, en general, acostumbrados a papeles en los que prima el texto. En este caso, sin embargo, la corporalidad adquiere una gran relevancia y, según el director, “hay bastante riesgo en el movimiento escénico”.
Pese a tratarse de una producción profesional, haberla trabajado de una forma más dispersa y no tan intensiva (lo habitual en estos casos) les ha permitido “profundizar en ella, darle más vueltas, replantearlo todo”, apunta Jiménez. Gracias a ello, asegura, “el resultado final es mucho más rico y los personajes son mucho más redondos porque los actores y las actrices han tenido más tiempo para interiorizarlos”. Por su parte, Mila García también reconoce que el freno temporal ha afectado en distintos aspectos el proceso de creación: “Hemos tenido que gastar nuevas energías para reiniciar la producción y hemos perdido casi una temporada para poder rodarla, pero hemos ganado en seguridad”.
En palabras de la actriz, lo más difícil del montaje —y de sus 30 años de trayectoria— “ha sido crear un personaje con mascarilla”. No contar con la gestualidad de su rostro ni con la de sus compañeros ha supuesto, asegura, crear una historia prácticamente “a ciegas”. De hecho, teme que cuando se descubran las caras pocos días antes del estreno, cambien demasiado sus percepciones. Lo más sencillo del proceso, en cambio, ha sido para ella “la química que ha habido entre el equipo”: “Iván nos ha sabido llevar con mucha psicología para que no dudáramos, para que no flaqueáramos, y con los actores ha habido un entendimiento total y absoluto desde el minuto uno”.
Esa conexión les llevó en su momento a decidir de manera unánime retrasar el estreno porque “lo primordial —según la intérprete— era el resultado del producto”. “En este caso, los egos de los artistas se han quedado atrás”, agrega. Y reconoce que “una de sus mayores preocupaciones” ante un texto “impecable” es que el autor piense que han estado “a la altura”. El director, por su parte, declara sentirse “muy contento por ser los primeros en llevar a cabo esta locura”. Una locura de la que quiere hacer partícipe al público, entre otros motivos, “porque cada espectador va a verse reflejado en algún personaje, porque va a haber cuatro bestias encima del escenario y porque detrás hay un trabajo técnico brutal”. También por todo ello, Iván Jiménez desea que la langosta no solo se pose en el Teatro Principal de Alicante, “sino que pueda girar por toda la provincia y, luego —¿por qué no?—, por todo el territorio nacional”.
Compañía: Maror Produccions
Texto: Francisco Javier Suárez Lema
Dirección: Iván Jiménez Lorenzo
Elenco: Mila García, Diego Juan, Tomàs Mestre y Elena Candela
Producción: Xavier Monzó
Escenografía: Carlos Pinto
Iluminación y sonido: Chimo Hernández
Música original y espacio sonoro: Carlos López
Diseño de vestuario: Sara Torra
Videoarte: Meka Ribera