ALICANTE. “Hoy he muerto un poco con ese amor que se ha vuelto otoño”, dice un verso de uno de los poemas que contiene el segundo poemario de José Castella, Cuando el camino acaba. Es un poeta sensible y amable, que ha comenzado a publicar sus poemas después de jubilarse. Expone su creatividad a través de la poesía. “Exactamente no sé cuándo pensé publicar lo escrito, creo que es algo que ha estado siempre latente en mi interior, pero posiblemente se acentuó ese deseo cuando vi publicado un poema mío en un periódico; quedé finalista, entonces yo era muy joven y el certamen era Primavera 76”, recuerda Castella.
Desgraciadamente, y como le sucede a mucha gente, el arte no les aporta el suficiente peculio y necesitan trabajar en otro menester, aunque la llama siempre se mantenga encendida. “A partir de esos años entré en letargo creativo, pues empezaba a tener otras necesidades más materiales. Hace unos siete años, en distintas conversaciones con mi amigo y compañero de colegio Rafael Chirbes, desgraciadamente ya fallecido, me animó a escribir, y fue ahí cuando retomé la tarea, así que en ello estoy”, recuerda.
Cuando el camino se acaba es el segundo libro de Castella después de Donde la soledad alcanza. Sin embargo, este poemario ha nacido en circunstancias más complicadas. “No sabría decir si la covid-19 ha sido algo bueno o malo para la publicación de mi poemario”, sentencia. “Está claro que para la vida de todos ha sido y sigue siendo nefasto, pero los confinamientos y la limitación de otras actividades han potenciado el desarrollo de actividades artísticas, además de la lectura”, apunta.
Castella se muestra optimista ante la situación actual, y también con el futuro cercano de su poemario. “Personalmente me siento satisfecho del resultado del libro. Es cierto que he tenido que aplazar, obligado por la pandemia, la presentación y la asistencia a una feria, pero para la primavera próxima espero que podamos volver a la normalidad y pueda realizar todo lo que he dejado aparcado hasta ahora”.
Castella incluye en su obra haikus y kenningar, diferentes figuras retóricas y poéticas, algo curioso en el corpus del poemario. “Siempre he considerado el haiku como un micro relato, pero sometido a una métrica condensada en tres versos”, dice. “Muchas veces un poema es una idea que envolvemos con una metáfora, no necesita más palabras, es buscar las palabras justas para darle forma a esa idea”.
El autor utilizar estos recursos para que no caigan en el ostracismo. “Los kenningar son parecidos a los haikus en cuanto a la búsqueda de la metáfora. Es propio de los países nórdicos de Europa y que se utilizó en la producción literaria entre los siglos IX y XXII. No trato de utilizarlos en mi poesía, simplemente quiero recordar que hay recursos literarios que existen y que no deben desaparecer. No es el caso de los haikus que creo que tienen larga vida. A mí el haiku me da pie para escribir otros poemas”.
“He malgastado todos mis sueños en noches de luna clara”, dice otro de los conmovedores versos de Castella. Además el libro está lleno de versos de otros poetas, por ejemplo Luís Cernuda o Jaime Gil de Biedma, algo que realza la complejidad del poema, de su creación y estructura. “El libro lo inicio con un centón utilizando doce versos de doce poetas, son versos cogidos al azar de antologías poéticas sin ninguna vinculación entre ellos, para intercalarlos entre otros versos míos, y conseguir un conjunto poético coherente”, comenta. “En cuanto al título de mis poesías es cierto que utilizo siempre versos de otros poetas, a los que considero mis maestros. Lo hago porque es difícil titular un poema, arranco con versos ajenos que hacen de título y que me han dado un punto de partida para crear el poema. Posiblemente en un futuro cambie el título por una imagen”.
A todos nos han influido, de una u otra manera, diferentes poetas o escritores. “Son muchos los poetas que me han influido, aunque siempre tengo presentes a Jaime Gil de Biedma, Ángel González, José Ángel Valente, Gabriel Ferrater, Leopoldo Alas Minguez, Pedro Casariego y de los actuales, a Felipe Benitez Reyes, Joan Margarit, Antonio Gamoneda. Sé que me dejo a bastantes, pero es que la lista sería demasiado larga porque siempre tienes que aprender de todos, ya que todos tienen siempre algo que enseñar”, apostilla.
Acercando un poco el oído y los ojos Alicante también puedes disfrutar de poesía, de versos libres que emocionan o entristecen. Poetas alicantinos que dejaron huella porque hablaban como nosotros. “Es obvio que voy a decir que Miguel Hernández, efectivamente. Con él se rompieron todos los moldes hasta el momento”.
No solo Hernández también ha habido otros que ha dejan su rastro. “También puedo decir que hay bastantes poetas en Alicante, de los que destacaría a César Rubio, José Francisco Juste Esquer (que aunque es de Valencia, tiene bastante vinculación con los medios de comunicación de Alicante), Tomás Moreno Millán y Adolfo Celdrán (conocido mayormente como cantautor, escribe también poesía). Me gusta la poesía de todos ellos porque me siento cercano en cuanto a formas, estilo y temática, y de los que, como decía antes, siempre hay algo que aprender”.
La poesía nunca muere, siempre está viva aunque amenazada por la velocidad de nuestros días. En Internet nuevos poetas han encontrado un refugio y atalaya. Pero, ¿cómo está todo en Alicante? “Estoy bastante desvinculado del círculo poético actual”, sentencia. “Sé que se edita la revista cultural Numen con bastante contenido poético, presidida por mi amigo pintor y poeta Diego Zambrano, con el que hace bastante tiempo nos reuníamos semanalmente con otros poetas a leer, escuchar y comentar nuestros versos, tardes que podría llamar de cafés y versos, en las que ocasionalmente acudía el cantautor Rafael Amor, tardes instructivas y agradables que sin saber por qué se perdieron”, señala.
Castella sigue creciendo como poeta y creando poesía, ya está dándole forma a su tercer trabajo. “Sigo escribiendo mi tercer poemario, que tengo muy avanzado, y puedo adelantar ya su título: El tiempo que fue. Espero tenerlo listo para su edición en la próxima primavera, aprovechando la feria del libro, y que esta pandemia por entonces se haya convertido solo en un mal sueño”, comenta el poeta.
La poesía, a pesar de los embates, seguirá con vida, reinventándose a sí misma. “La poesía como el rock, nunca muere. La poesía se necesita para vivir y tiene muy larga vida. La poesía son sentimientos, son imágenes, son gestos, está en nuestra vida diariamente. La poesía es darle forma a todo esto a través de las palabras, impregnarlas de musicalidad y ritmo. La poesía es el cosmético que embellece las palabras”, expone Castella.