El actor británico exhibió verbo afilado en una clase magistral en el festival Series Mania, donde se explayó sobre su personaje en la serie, su carrera y su inminente debut como director
VALÈNCIA. "La gente ve a Logan como un hombre absolutamente horrible, pero no estoy de acuerdo. Su talón de Aquiles son sus hijos. Los quiere. Ese es el problema. Si no le cayeran bien, todo sería más fácil”. La persona que defendió la semana pasada al todopoderoso patriarca de la serie Succession en una clase magistral celebrada en el festival Series Mania era el actor que le da vida, Brian Cox.
El lunes arrancó en la plataforma HBO la cuarta y última temporada de esta propuesta vibrante donde El Rey Lear de Shakespeare, ese viejo monarca de Bretaña traicionado por sus hijas cuando divide entre ellas su reino, se hace carne contemporánea en un personaje que recuerda, no por casualidad, al magnate de los medios Rupert Murdoch.
La última entrega en la feroz lucha de los miembros de la dinastía Logan por suceder al octogenario cabeza de familia se saldó con tres de sus cuatros hijos traicionados en varios frentes y humillados por su padre. El primer episodio de su recta final arranca con un frente común entre Roman, Kendall y Siobhan, que de una relación fratricida han evolucionado, al menos temporalmente, en una fraternal. A lo largo de este aperitivo de los nueve capítulos con los que se finiquitará una de las mejores series que ha entregado esta edad dorada de la televisión, Shiv opina, secundada por sus hermanos, que su padre «es un sociópata, pero no sería un buen torturador, porque no tiene la paciencia».
El actor británico de 76 años que lo encarna discrepa, en cambio, con retranca: “La primera regla para un actor o una actriz es no juzgar nunca a su personaje. . Si lo haces, te vas a meter en muchos problemas. No obstante, la serie se llama Sucesión y durante cuatro temporadas, todo lo que ha estado tratando de hacer Logan es encontrar un sucesor dentro de su familia. ¿cuál es el problema?”.
Tampoco es de extrañar su mirada benévola hacia el personaje, no en vano fue el primer actor en encarnar a Hannibal Lecter. Antes de El silencio de los corderos, antes de que Anthony Hopkins sintetizara en una onomatopeya frente a Jodie Foster un menú de hígado humano acompañado de unas alubias y un vaso de buen chianti, Cox interpretó al caníbal en Hunter (Michael Mann, 1986).
Su nuevo abyecto alter ego es, como los reyes medievales durante el feudalismo, el primero entre iguales. Succession está poblado por seres despreciables, ahítos de poder y ambición económica y política, sin miramientos, pero sobrados de autocompasión. La duda que no terminan de desvelar sus capítulos es si este ladino caudillo quiere de verdad renunciar y delegar en su prole o sus idas y venidas no son más que una táctica para demostrar que es insustituible y continuar aferrado con todas sus extremidades al poder.
El intérprete que le da vida arrancó su carrera en las tablas, donde interpretó no pocos clásicos del bardo de Avon. “No soy un hombre muy religioso, pero para mí el teatro es una forma de iglesia. Hay algo sagrado. Lo puedes leer en William Shakespeare. En sus textos está la quintaesencia de lo que hacemos como actores y de por qué lo hacemos, que pasa por ser un espejo de la naturaleza. En ese sentido, actuar es una celebración de la vida. Pero cuando les pregunto a los jóvenes actores por qué quieren serlo, no saben qué responderme. Son tan egocéntricos. Me dicen cosas como, 'Quiero expresar esto o aquello...' Sin embargo, eso no es suficiente. Tienes que entender el propósito de esta profesión".
Cox habló en el festival celebrado en Lille sin filtro y con idéntica franqueza que Logan Roy, un personaje que le ha puesto en bandeja tramas densas y melones de jugo fresco para dar un recital interpretativo. El emperador de esta guerra endogámica es capaz de humillaciones y bajezas en propios y extraños, aunque principalmente asistimos, entre fascinadas y estupefactas al más cruel todavía de sus actos. Y todo salpimentado de opas hostiles, lujo y viajes en helicóptero, complots y traiciones, adquisiciones fallidas e infidelidades varias.
Su cinismo, bajeza moral, humor cáustico e hipérbole han dado pie, temporada tras temporada, a una conversación in crescendo que ha ido sumándole adeptos, con escenas memorables que se prestan a los memes y la viralidad en las redes sociales. Para Cox, que de niño experimentó una pobreza extrema cuando falleció su padre, la serie, ambientada en la burbuja irreal de los híperacaudalados, ha sido una ironía absoluta. “He estado interpretando a uno de los hombres más ricos del mundo. No me avergüenza decir que soy socialista, y el aspecto moral de Succession tiene un gran peso para mí".
En una entrevista con Variety, el actor declaró no haber sentido nada durante el rodaje de la última escena de la serie, pues en su opinión, Logan consigue lo que necesita y se queda en paz.
El intérprete de películas como Troya (Wolfgang Petersen, 2004) y Adaptation (Spike Jonze, 2003) tuvo recuerdos en Series Mania sobre los protagonistas de ambas películas. De Nicolas Cage afirmó que era mucho mejor actor de lo que parece, “pero porque hace películas de mierda". De Brad Pitt, que es brillante y resulta genial haberlo visto evolucionar, porque en Troya se mostraba muy estresado en el set. “No estaba acostumbrado a usar esos vestuario de época. Para mí y el resto de actores ingleses del reparto fueron como una segunda piel, porque veníamos del teatro clásico, pero él se sintió incómodo el día que tuvo que vestirse con el peto de cuero negro. No obstante, daba igual, todo el mundo estaba alucinando a su alrededor. ¡Era tan guapo! ¡Ni siquiera tenía que abrir la boca y decir una palabra! Solo con sentarse allí, era sufiente”.
Cox ya ha dejado atrás Hollywood y al patriarca probablemente más manipulador de la pequeña pantalla y se prepara para debutar como director en una cinta titulada Glenrothan, sobre una destilería en Escocia. El rodaje tendrá lugar los meses de junio, julio y agosto si consigue completar el reparto.
"Trata sobre dos hermanos que son completamente opuestos: uno que se ha ido y el otro que quiere traerlo de vuelta para que dirija la destilería. Yo daré viva al hermano aburrido, pero antes tengo que elegir al resto de elenco, lo cual es una molestia, porque ¡hay tantos actores mayores que son alcohólicos en rehabilitación! ¡No pueden acercarse a una destilería! Así que es realmente complicado porque estamos hablando de whisky escocés. Esa es la esencia de la película, es la sal de Escocia, como decimos en casa. ¡Así que no es cuestión de rodarla sin ella”.