ALICANTE. "Umberto Eco respaldaba una idea que a mí me ha abierto bastante los ojos en esto de la traducción: Yo lo que quiero traducir es el efecto que crea algo en el espectador". Un deseo que se desliga del lenguaje en sí mismo y se acerca al idioma de los sentimientos. La búsqueda de esa traducción que trasciende más allá de lo literal es la que pretende conseguir Franziska Muche en su conversión al alemán de Siglo mío, bestia mía, la obra teatral que le valió el Premio Nacional de Literatura Dramática en 2016 a su autora, la alicantina Lola Blasco. La propuesta de la alemana ha sido seleccionada por el Institut Valencià de Cultura en la segunda edición de la Residencia de Traducción Teatral que impulsa la institución y que está dotada con 5.000 euros.
Muche cuenta que se presentó para optar a la Residencia gracias a William Gregory, el traductor becado en 2018 (al cual conoció en un evento de autores y traductores en Madrid), quien le hizo llegar la convocatoria. Por su parte, la decisión de escoger a esta dramaturga valenciana en concreto vino hilada por su primer encuentro en Berlín: "Conocí a Lola en 2014 cuando vino al Teatro de Alemania en el marco de un proyecto en el que invitaron a cinco autores, cada uno de ellos procedente de España, Alemania, Italia, Francia y Rumanía. Yo fui la traductora de Lola en uno de los talleres", recuerda.
Cuando buscó textos para presentar, Lola le mandó en una primera instancia Canícula y Siglo mío, bestia mía, y aunque desvela que le pidió más de sus obras, acabó quedándose con la que fue una de sus primeras opciones: "Primero porque me gustó, que siempre es lo más importante. Cuando traduces te metes tanto en las profundidades del texto que si no te gusta ya tienen que pagarte bien...", bromea. "Y segundo porque presenta un reto para la traducción en algunas de sus facetas", afronta. El lenguaje náutico que utiliza la alicantina constituye uno de esos desafíos, debido a que las palabras o expresiones no adquieren el mismo sentido en castellano que en alemán. Además, asegura que "para una obra que transcurre en el mar es muy bueno estar cerca de él. Y el hecho de que Lola Blasco se haya criado en esta ciudad influye muchísimo en su escritura", anota.
La obra que le ha valido a Blasco el Premio Nacional incluye "muchos matices", advierte la alemana. "Es un texto bastante universal, político, poético y privado a la vez y conserva una lectura muy actual. En él presenta una crisis personal con el personaje del yo y lo mezcla con una reflexión sobre cómo estamos en el mundo, tocando temas sociales como el los refugiados o la violencia", repasa. Siglo mío, bestia mía es la traducción al español de un poema que escribió el poeta ruso Osip Mandelstam, "un título que es completamente diferente en alemán. Si yo retraduzco la traducción al español quedaría como Mi tiempo, mi fiera. Cuando traduces de un idioma a otro y luego de ese otro a uno diferente parece que estás jugando al teléfono roto", establece un símil divertido.
Es por esta carga simbólica que se esconde en el lenguaje por la que, una vez finalizada la Residencia -que tiene una duración de tres semanas, desde el 28 de octubre hasta el 17 de noviembre-, Muche dejará reposar el borrador de su trabajo hasta enero, porque "cuando haces una traducción literal pero los referentes no funcionan tienes que tomar un poco de distancia. Se trata de dejarla unos dos meses para ver qué produce el texto cuando se dice en español y cómo puedo lograrlo en alemán", desvela su modus operandi. Y añade que "todavía quedan muchas cosas por trabajar; tengo que lograr crear una voz de la autora en mi idioma, pero tiene que sonar como si ella, de repente, escribiera en alemán". Es por ello que el producto final estará listo para la próxima primavera.
"La obra tiene una cosa bonita que ya le he hecho saber a Lola y es que me gusta cada vez más. Juega con los dobles sentidos y podría decir que la obra entera es un doble sentido en ella misma", alaga. Además, apunta que lo que le interesa de los autores y autoras que traduce es "que su texto tenga una poesía que no se decante hacia lo cursi". Esta Residencia impulsada por el IVC podría convertirse en el germen de la futura Casa de la Traducción Teatral, una iniciativa con la que Muche expresa su agrado, porque "existen becas para traducir literatura, pero para teatro hay muy pocas", expone.