La serie, creada por el guionista Raphael Bob-Waksberg y con el productor Will Arnett, que además le presta su voz al protagonista de la serie, BoJack Horseman, una estrella de la TV en los 90 en horas bajas que pretende recuperar su popularidad publicando sus memorias
VALENCIA. Sin duda, BoJack Horseman es una de las series más originales y brillantes de Netflix. Una serie de animación muy loca que ha alcanzado el nivel de audiencia en la plataforma como si de Orange is the New Black o Stranger Things se tratase. Lo cierto es que precisamente el hecho de que sean dibujos animados, es uno de los factores que le han dado carta blanca para contar historiales tan reales y de la forma que quieran.
Lo que al principio parece una serie más al estilo de Family Guy, de pronto se convierte en un tragicómico retrato de la depresión, alcohol, drogas y fama. Bojack Horseman es muy parecida a Family Guy porque es una serie animada en la que todas las especies de animales conviven con los humanos en una parodia de la sociedad en general. La creación de Raphael Bob-Waksberg cuenta con tres temporadas en las que va cada vez a más, sin perder su esencia ni su regusto explosivo.
Los primeros capítulos sirven para establecer a todos los personajes, pero son bastante flojos, quizás aburra un poco la presentación y el centro de las historias de los personajes, pero la mayoría de series americanas ocurre así. A partir del quinto capítulo la serie comienza a brillar de una forma extraña. Se centra en los excesos del protagonista con el sexo y el alcohol, la inseguridad de la humana Diane, el autosabotaje de su mejor amigo Todd y la adicción al trabajo de la gata Princess Carolyn.
La serie no es una constante serie de chistes fáciles. El humor viene desde la conducta ridícula de los protagonistas, bromas contextuales como ver a una vaca servirle a un humano carne de ganado o ver a un policía gato detener a un chofer perro que se excedió en velocidad. La mayoría de escenas graciosas vienen desde ciertos puntos que nos hacen volver a ver la escena para poder entenderla, sobre todo desde el humor negro.
Además, la serie critica mucho a la sociedad. Solo el segundo capítulo se burla de la cobertura sensacionalista de noticias sin importancia y ridiculiza cómo funciona Hollywood, donde dos personajes sin aparente mayor talento llegan a la fama. Una mirada muy ácida sobre Hollywood y excelentes interpretaciones le hacen aún más atractiva.
Pero su mayor atractivo y lo que la distingue de otras series es la construcción de un mundo muy peculiar. Esto permite a los guionistas expandir las ideas de lo que puede pasar en un episodio. La genialidad de BoJack Horseman es lo que esconde debajo de ese caballo egocéntrico y egoísta, que alguna vez fue una estrella de la televisión.
Incluso la serie se atreve a hacer una reivindicación feminista de la forma más brillante que se ha visto en una serie. No es solo que se critiquen los humillantes trámites que tienen que padecer las mujeres que deciden abortar. "No tienes que justificarse ante nadie".
La manera más fácil de hablar sin tapujos sobre depresión y adicción era con un caballo. Netflix se tiró a la piscina y acertó. Su apuesta original es una de las comedias más audaces y divertidas de la televisión, además de las más inteligentes. Las relaciones humanas y la amistad cobran también importancia a la hora de ser capaces de dar consejos.
El cartel de la segunda temporada lo dejaba claro: Soprano, Draper, Underwood y Horseman. El caballo que quería un Oscar. Si no lo he dicho, Bojack es una antigua estrella de la televisión con ínfulas de grandeza. Lleva toda la vida buscando un papel que le confirme ante el mundo.
La serie basa buena parte de su humor en el exceso y en esos flashbacks introducidos por los personajes. Esta comedia animada se pone cada vez más oscura. En su guión, no existen los chistes prohibidos. Se vale todo.
Netflix no se iba a conformar con una buena historia, también incluyeron a grandes estrellas dándole voz a los personajes. Es así como Will Arnet interpreta a BoJack, Aaron Paul se pone la gorrita del entrañable Todd y Allison Brie le pone su encanto a la intelectual Diane. Todas estrellas.
“BoJack Horseman es una mirada salvajemente graciosa y singular a lo que puede ocurrir después de un estrellato fugaz”, señala Ted Sarandos, director de contenidos de Netflix.
En plena invasión de culebrones turcos, Netflix está distribuyendo una mini-serie de este país que lo que emula son las grandes producciones de HBO. Historias muy psicológicas en las que todos los personajes sufren. El añadido que presenta esta es que refleja la división que existe en Estambul entre las clases laicas y adineradas y los trabajadores, más religiosos. Sin embargo, una escena en la que un hombre se masturba oliendo un hiyab ha desencadenado reacciones pidiendo su prohibición