Las fiestas patronales ofrecen también alternativas con actos o costumbres muy interesantes tanto a nivel cultural como a nivel gastronómico
ELCHE. Cuando se habla de Festes d’Elx, todo el mundo tiene en mente la Nit de l’Albà, los ensayos y días grandes del Misteri d’Elx, el propio pregón, las comparsas de Moros y Cristianos… pero las fiestas patronales ofrecen también otros actos o costumbres muy interesantes, tanto a nivel cultural, como a nivel gastronómico. Desde algunas rutas alternativas a pequeños detalles que hacen que la experiencia de les Festes d’Elx sea más completa, aquí van algunos tips, pequeños consejos y recomendaciones de esa otra cara menos obvia de las fiestas.
Si uno de los eventos con los que muchos inician la ruta del día es con las mascletaes, un tip recomendable es hidratarse con la tradicional palometa: anís seco, hielo y agua. Pero también con el canariet, que sí tiene un ADN más ilicitano, con un añadido de jarabe de limón. Y no obviamente porque sea un ingrediente autóctono, sino porque se empezó a repartir en las mascletaes por la Associació Cultural Amics de les Mascletàs d’Elx Penya del Canariet. Una peña que cuenta con sesenta socios y más de doscientos simpatizantes, y que suele repartir más de mil minivasos diarios de canariet en cada mascletà. Tienen registrado, hasta ahora, un pequeño récord de cuatro mil canariets, el 15 de agosto de 2016.
Una peña que nació de la iniciativa de Jesús del Valle, su fundador —fallecido en 2021—, llevándose una botella de anís para repartirla en una de las mascletaes con sus conocidos. Triunfó y, al día siguiente, otro amigo se llevó lo mismo, pero con un toque de jarabe. De ahí que en 2008 se formalizase la asociación con sus estatutos. Presentaron los mismos al Ayuntamiento en 2010 y hoy son ya una joven, pero obligatoria, tradición para refrescar cada mascletà. Y con una mayor proyección con la nueva ubicación del espectáculo pirotécnico.
No es, asimismo, la única bebida recomendable esos días y, además, muy cerca de la zona del espectáculo pirotécnico. A unos metros, en la rotonda del Parque Municipal, la asociación histórico-artística Pobladores de Elche ofrece su característica hidromiel que, como es obvio, es vino con miel. Una bebida muy dulce, de las que entran fácil, y más con las altas temperaturas de esos días. También lo sirven en pequeños vasos y sigue siendo cada año un descubrimiento para muchos que aún siguen sin conocer el hueco de Pobladores, a tan solo unos metros del racó.
Además, aunque ese es quizá su elemento gastronómico singular, es también una buena alternativa para una comida a precios populares con sus montaditos. Algo que ofrecen en el Ágora Heliketana, que en este 2023 llega a su decimoquinta edición, y en la que representan a las antiguas civilizaciones mediterráneas. Algo que acompañan no solo de la caracterización del espacio, sino durante la noche con la representación de obras clásicas. Desde La gran libación hasta Heliketanos, pero no solo hay teatro, también conciertos y gymkana infantil o cata de vinos este año, entre otros.
Y, si hay otro tip específico en Pobladores ese es el tradicional manguerazo donde, desde la asociación, como hacen los bomberos tras las hogueras, rocían de agua a ritmo de música a todos los presentes. Algo que atrae mucho, a veces incluso más que la hidromiel. Este año han elegido como abanderada a Lizeth Montaña y, como dama de Heliké —se alterna cada año con el nombramiento del Régulo de Heliké— a Alba Cruz Cases.
Y si se habla de gastronomía, no puede faltar la de los arroces, organizados por la Gestora de Festejos Populares de Elche. Una ruta obligatoria, el 10 de agosto, con la preparación de un arroz con costra gigante, que en 2022 dio de comer a dos mil quinientos comensales de forma gratuita, y que estaba hecho con más de mil huevos, ciento diez litros de agua, noventa kilos de arroz, setenta de carne, treinta de embutido y cinco de colorante.
Se enmarca dentro del tradicional concurso de elaboración de este plato autóctono por parte de las comisiones de fiestas, y este año llegará a su 43ª edición. Hay que recordar que también hay una paella gigante más clásica, con conejo, también puramente autóctona. Eso sí, como siempre, agua fresca, abanicos y a buscar sombra en el parque, mientras se hace la cola para ambos platos.
Fuera del ámbito de las rutas gastronómicas, otro imperdible y que este sí que suele ser disfrutado por poca gente por motivos horarios obvios es el Alardo de Moros y Cristianos. El 9 de agosto, a las 9 horas, ciento veinte disparadores —treinta más que en 2022— de la asociación despiertan a la ciudad con truenos considerables con sus arcabuces y trabucos. Un recorrido que tiene lugar por las calles del casco histórico, en el que, en el pasado 2022, se descargaron noventa kilos de pólvora. Aunque en años anteriores fueron más, ahora hay una normativa más estricta.
Ahora, el presidente de la asociación, Julián Fernández, recuerda que van a hacer «plásticamente» un sistema de disparo diferente, «para que sea mucho más bonito de cara al ciudadano que los pueda ver». Sigue siendo un espectáculo digno de ver por sus fogonazos, y oír —eso sí, desde la distancia o con tapones—. Es literalmente ensordecedor. Representa la batalla de ambos bandos por el territorio, unos por reconquistar y, otros, por mantener lo que consideraban suyo. Eso sí, cuando acaba el espectáculo, los festeros se van juntos a almorzar. Un recorrido que va lento, pero que es ideal para acompañar antes o después de un desayuno tempranero.
Por otra parte, y entrando en el ocio, hay otros escenarios diferentes para vivir la noche en sitios menos típicos como las barracas. Uno de ellos es la conocida como Zona Indie Elx, que se lleva organizando hace ya unos años, cumpliendo once en 2023, y que tiene lugar los días 12, 13 y 14 de agosto, los más importantes de las fiestas. Una alternativa diferente a nivel musical, apostando por el pop y el indie frente a músicas más orientadas a la radiofórmula en las barracas.
Tiene lugar en el colegio Candalix, como todos los años, aunque el aforo es limitado, un dato a tener en cuenta. El año pasado se estrenaron también con varios conciertos diurnos para añadir algo más de actividad aparte de las sesiones nocturnas. Pero no es la única zona que ofrece una música diferente. En la vorágine de barras que se sacan a la calle los días principales, hay alternativas más pequeñas e interesantes como la de Malasaña, en su parte trasera, junto a la ladera del río.
No hay fiestas sin música, y en el caso de Elche hay una tradición más que centenaria de canciones tradicionales que se han mantenido y que no solo son meras canciones, sino pequeños capítulos de mitos y tradiciones de siglos de historia que crean identidad