ALICANTE. El PSOE de Alicante se prepara para abordar la segunda carrera interna previa a las elecciones municipales de 2023. Se trata de la confección del cuerpo de la candidatura, una vez resuelta la selección de Ana Barceló como encargada de encabezarla. El proceso debe quedar cerrado entre los meses de diciembre y enero, aunque en la agrupación local ya se contempla la fecha del 15 de diciembre para el desarrollo de la asamblea en la que debe ratificarse la composición de la papeleta electoral, según fuentes consultadas.
Ese escenario confiere un plazo de cerca de dos meses para encajar las piezas de un puzle para el que se podría contar con diez puestos de salida mínimos, con ciertas garantías de que sus titulares acaben logrando acta de concejal tras los comicios del 28 de mayo, según las primeras estimaciones demoscópicas con las que se trabaja en el seno del partido. Eso sí, con perspectivas de que esas plazas con opción a escaño puedan incrementarse, en función de si se se mantiene la tendencia al alza del voto nacional (que apuntaría a cierta recuperación del PSOE a partir de las últimas encuestas), hasta lograr el objetivo de convertirse en la fuerza más votada.
En todo caso, la cuadratura de la lista se antoja -como suele ser habitual- harto compleja, en la medida en que se tendrá que conciliar la pretensión de Barceló para confeccionar a su propio equipo, con el interés de que exista una representación del sector mayoritario de la agrupación que sustenta a su ejecutiva, en torno a las figuras de Miguel Millana como secretario general, y del histórico dirigente Ángel Franco, al que se atribuye la ascendencia sobre ese grupo. Sobre todo, si se tiene en cuenta que habría sido ese sector el que habría optado por respaldar de forma masiva a Barceló frente a la candidatura solerista de María José Adsuar en las votaciones del pasado domingo. Como mínimo, esas son las posiciones que ya se han comenzado a deslizar en la sede de Pintor Gisbert, a la espera de que la elección de Barceló como alcaldable quede ratificada (una vez cubiertos los plazos para presentación de recursos o impugnaciones, que se dan por descartados).
Hasta ahora, el entorno de Barceló -y hasta el mismo secretario general del PSPV-PSOE, Ximo Puig- han anticipado que el objetivo es contar con el mejor equipo posible para completar la papeleta. Así, se cuenta con que Barceló disponga de cierta autonomía para proponer y elegir a buena parte de sus acompañantes en el ticket electoral con el que intentará alcanzar la Alcaldía de la segunda ciudad de la Comunitat en peso demográfico. Según las mismas fuentes, la pretensión de Barceló es contar con las personas que acrediten disponer de la máxima capacidad de trabajo, aunque no se ha llegado a concretar posibles identidades. Por el momento, Barceló pretende centrarse en ampliar los contactos con la militancia y con la sociedad alicantina antes de cerrar su propuesta de selección.
Al margen de ello, se espera que el sector mayoritario de la agrupación, alineado en torno al tándem Millana-Franco, también promueva a sus propios aspirantes para conformar la candidatura, con el propósito de que se recoja la voluntad de las bases y el trabajo desarrollado hasta ahora para recoger inquietudes de la ciudadanía y presentar alternativas a las políticas desplegadas por el actual equipo de gobierno (el bipartito formado por PP y Cs) durante este mandato.
Según fuentes consultadas, aún no se habría entablado ningún contacto concreto para concertar la elaboración de la lista y tampoco se habría estipulado ninguna reserva de plazas ni de cuotas para la designación de candidatos. Con todo, se augura que esas conversaciones se concertarán en el margen de unas semanas, mientras se reanudan los contactos con los colectivos sociales y vecinales de la ciudad, en una estrategia en la que se prevé poder contar ya con la aspirante a la Alcaldía.
Eso sí, descontada una hipotética intervención de la dirección nacional del partido, la evolución de esas conversaciones deberá pasar por el tamiz de la dirección autonómica del partido, que tendrá la última palabra -y se espera que ejerza un papel de supervisión- antes de que la propuesta pueda someterse a la votación de la asamblea, como sucedió en el proceso de composición de la candidatura de 2019, según fuentes consultadas.