ALICANTE. Uno de los motivos de la alta tasa de abandono escolar en la India son las grandes distancias que tienen que recorrer cada día las niñas para acudir a los institutos de educación secundaria desde las áreas más remotas del país. La falta de transporte para cubrir ese camino provoca que muchas familias decidan que sus hijas abandonen la escuela, ya que en la mayoría de casos realizar el camino hasta el centro escolar conlleva peligro para ellas. El temor a las violaciones provoca que al llegar a la educación secundaria se queden en casa. Si se quedan en casa el riesgo de embarazo y matrimonio adolescente es muy alto. Pero una bicicleta puede ser la solución.
El proyecto de reparto de bicicletas que la Fundación Vicente Ferrer desarrolla en la India contribuye a disminuir las bajas escolares en secundaria, proporcionando a las niñas de comunidades rurales y desfavorecidas un transporte y a los padres la seguridad de que el trayecto hasta las escuelas será más corto y, por tanto, más seguro. “Muchas niñas abandonaban pronto la escuela por estar muy lejos de sus hogares y sus padres las casaban siendo adolescentes. Con las bicis logramos que sigan estudiando y sigan soñando”, explica Sergio Moratón, Delegado de la Comunidad Valenciana de la Fundación Vicente Ferrer.
La Fundación Esperanza Pertusa, de la firma ilicitana de calzado Gioseppo, ha querido dar un paso más en su alianza con la Fundación Vicente Ferrer apoyando este proyecto en las regiones de Kalyandurg y Kadidi en el distrito de Anantapur. Para ello colabora en la distribución de 73 bicicletas para que las chicas acudan a las escuelas públicas de Nallacheveru. “El desarrollo sostenible de cualquier sociedad comienza con una educación de calidad”, subraya Esperanza Pertusa, presidenta de la Fundación.
Pushpa tiene 15 años, estudia décimo curso y cuenta con una bicicleta de la FVF desde hace dos cursos. “Antes me tenía que levantar muy temprano para llegar al colegio”, recuerda. Tardaba hora y media en llegar a clase, llegaba tarde y cuando volvía a casa, también muy tarde, estaba tan cansada que “no tenía fuerzas para hacer los deberes”, precisa. Tener más tiempo para hacer sus deberes o para ir a clases de refuerzo ha dado sus frutos: “mis notas han mejorado”, cuenta la adolescente que tiene un objetivo claro, “ser maestra”.
Además la Fundación Esperanza Pertusa ha ampliado el número de apadrinamientos de niñas y ha desarrollado acciones para sensibilizar a todo el equipo de Giseoppo e involucrarles en estas acciones solidarias.