VALÈNCIA. Analistas, operadores, gestores e inversores en particular tienen claro que las políticas monetarias ultraexpansivas de los bancos centrales -tipos cero o negativos para la banca- tienen los días contados... siempre y cuando la covid-19 no vuelva a sacar sus afiladas garras. Y así ha quedado demostrado con las decisiones de cuatro bancos centrales en menos de un día: Reserva Federal estadounidense (FED), Banco de Noruega (Norges Bank), Banco de Inglaterra (BoE) y el Banco de México (Banxico) donde los tres últimos subían sus tipos de interés. Todo ello mientras el Banco Central Europeo (BCE) se ha quedado al margen de las políticas monetarias ortodoxas en pleno repunte inflacionista.
Si este pasado jueves a eso de las ocho y cuarto de la tarde hora española, la FED demostró que el 'tapering' o retirada de estímulos monetarios va en serio -y no solo eso sino que abrió la puerta de par en par a varias subidas de tipos en 2022-, ayer a media mañana el Comité de Política Monetaria y Estabilidad Financiera del Norges Bank elevaba los tipos de interés en 25 puntos básicos, hasta el 0,5%, para tratar de frenar el avance de la inflación. "Hay una considerable incertidumbre sobre la evolución de la pandemia y sus efectos en la economía. Pero si la economía avanza en línea con las proyecciones, los tipos probablemente se subirán en marzo", manifestaba el gobernador del banco central noruego, Oystein Olsen.
No había pasado ni una hora cuando el BoE seguía los pasos de su homólogo nórdico aunque endurecía su política monetaria en menor cuantía. Lo hacía en 15 puntos básicos hasta situar el tipo de interés de referencia para sus operaciones en el 0,25%. Fue la primera subida desde 2018 y la decisión fue adoptada por una mayoría de 8 votos contra 1, que fue la decisión de Silvana Tenreyro que se decantó por mantener la tasa en el 0,1%; mientras eso sí hubo unanimidad entre los nueve miembros del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra apoyaron continuar con el mismo volumen de compras.
Y llegó el turno del BCE. A las 13:45 hora española optaba por elevar de forma temporal sus compras de activos en 90.000 millones adicionales durante 2022. La nota de prensa -siempre anuncia su decisión a esa hora y a las 14:30 es cuando Christine Lagarde sale a escena- justificaba la decisión debido a que considera "necesaria" la acomodación monetaria para estabilizar la inflación en su objetivo del 2% a medio plazo. Tres cuartos de hora después, su presidenta comparecía ante la prensa señalando que "sigue siendo bastante improbable que subamos los tipos en 2022".
La autoridad monetaria de la Eurozona se desmarcaba del tono mucho más ortodoxo de otros grandes bancos centrales, al considerar que todavía sigue siendo necesario una postura monetaria acomodaticia para que la inflación se estabilice hacia la meta del 2% en el medio plazo. En este sentido subrayaba la necesidad "mantener la flexibilidad y la opcionalidad" en la conducción de la política monetaria. Asimismo defendía que "dentro de nuestro mandato, en condiciones de tensión, la flexibilidad seguirá siendo un elemento de la política monetaria siempre que las amenazas a la transmisión de la política monetaria pongan en peligro el logro de la estabilidad de precios".
El Consejo de Gobierno del BCE decidía dar por terminado en marzo, tal como estaba previsto, su programa de compras contra la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés); mientras que impulsará temporalmente su programa de compras de activos convencional (APP, por sus siglas en inglés). El BCE no ha querido hacer más. No obstante, la reducción de las compras de activos marca un primer paso claro hacia la normalización. Sin embargo, que sea un paso suficientemente grande dependerá, de forma decisiva, de la evolución de la inflación en los próximos meses. No obstante, es evidente que, a diferencia de la Reserva Federal, el BCE no tiene prisa por comprometerse a salir de su política monetaria ultralaxa", apuntaba la economista de DWS para Europa Ulrike Kastens.
Por su parte, Pietro Baffico, economista de Abrdn, manifestaba que "en general, el BCE prefirió permitir una mayor flexibilidad en el futuro en lugar de asumir mayores compromisos. Esto puede parecer una postura relativamente agresiva para los inversores, pero, en general, todavía implica un periodo largo antes de una plena normalización. Esto va en línea con nuestra opinión -como recogió ayer en una tribuna este diario- de que el BCE se mantiene en el lado dovish entre los principales bancos centrales, cambiando sus políticas sólo gradualmente y manteniendo la flexibilidad".
Pero la cosa no quedó ahí porque al otro lado del charco, y ya entrada la tarde en España, la Junta de Gobierno del Banco de México incrementaba en 50 puntos básicos los tipos de interés en el país norteamericano, hasta un nivel del 5,5%. El organismo explicó que la decisión obedece a la magnitud y diversidad de los choques que han afectado a la inflación. Con esta acción, el banco central busca una postura de política monetaria ajustada a la trayectoria que se requiere para que la inflación converja a su meta del 3% dentro del horizonte de pronóstico.