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La nave de los locos / OPINIÓN

El último que apague la luz

Foto: EDUARDO MANZANA

No nos dan respiro. Lo avisaron: van a por todas. En esto, al menos, han dicho la verdad. Ni en verano la coalición nefanda deja de maquinar maldades. Han decretado el apagón de España. Un país a oscuras es metáfora exacta del futuro que aguarda

22/08/2022 - 

Entre incendios pavorosos, polémicas absurdas sobre la espada de un genocida, festivales musicales con tragedia y la muerte de la novia de Travolta se nos escapa otro verano de las manos con la misma impresión de años anteriores, ese sabor agridulce que deja no haber hecho lo suficiente por aprovechar unas semanas de descanso. Echémosle la culpa a nuestra indolencia, o a Putin llegado el caso.

Somos muy perezosos, eso es cierto, al contrario del Gobierno pinocho que, aun en las tardes tórridas de agosto, cuando todo invita a rascarse la barriga y otras partes del cuerpo, sigue maquinando maldades para amargarle la vida a sus súbditos.

La última perversión de nuestro Dorian Gray ha sido el decreto de ahorro energético, mal concebido y peor redactado, con cambios sobre la marcha. Durará más de un año de duración. Sus promotores sostienen que el plan ahorrará un 7% de energía, lo que debe de ser el último chiste del verano. ¿Saben aquel que diu que Putin y Sánchez se besan en la boca después de firmar un contrato millonario de gas ruso?

Teresa Ribera, vicepresidenta cuarta y ministra de Transición Ecológica. Foto: Eduardo Parra/EP

Este decreto, como casi la legislación aprobada en los últimos cuatro años, refleja la inquina gubernamental hacia la libertad, el enésimo ataque a la iniciativa privada, en este caso dirigido contra los dueños de pequeños comercios, bares y restaurantes que luchan por sobrevivir después de las pérdidas acumuladas durante la pandemia.

Como en el Bucarest de los setenta

Limitar el aire acondicionado a 25 grados en verano y la calefacción a 19 en invierno, y obligar a apagar los escaparates a las diez de la noche es propio de una economía planificada como la cubana o la soviética. A eso vamos, a que un paseo nocturno por la calle Colón de València recuerde al Bucarest de Ceaucescu en los años setenta. 

“Con una oposición conservadora que bosteza en una siesta permanente, el Ejecutivo aterrador quiere rematar la faena. Van a por todas”

Pero esto es sólo un aperitivo del menú que preparan a partir de septiembre. Han anunciado que habrá más medidas de supuesto ahorro energético. Es fácil deducir que las empresas y los particulares serán los destinatarios de tales amenazas. Era de esperar. Llueve sobre mojado. El Gobierno ha dado suficientes pruebas de su vocación totalitaria, de su desprecio hacia los derechos y las libertades de los ciudadanos que, si alguna vez pudieron ser considerados como tales, han perdido esta condición desde el encierro ilegal de 2020. Los de la coalición nefanda se sienten poderosos, soberbios e impunes porque aquel secuestro colectivo les salió gratis.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el cabildo de Lanzarote, Islas Canarias. Foto: Europa Press

Con una oposición conservadora que bosteza en una siesta permanente, el Ejecutivo aterrador quiere rematar la faena. Nadie se lo impedirá. Van a por todas, como avisó el chulo de Tetuán. A la vuelta del verano se aprobarán dos leyes en esa dirección: la de Desmemoria Democrática, que impondrá una interpretación de la historia de España con multas de hasta 150.000 euros para los disidentes, y la de Inseguridad Nacional, que contempla requisar propiedades de particulares, nacionalizar empresas y obligar a los españoles a prestar servicios al Estado sin indemnización.

España es una autocracia imperfecta

En este contexto hay que estar muy ciego —o ser muy cínico— para no ver que España se ha transformado en una autocracia imperfecta, y es aún imperfecta porque un puñado de jueces y periodistas plantan cara a los planes de un gobernante dispuesto a saltarse cualquier límite con tal de perpetuarse en el poder.

Una España a oscuras es metáfora precisa del futuro que nos aguarda. Una España sin luces, que da palos de ciego ante la ausencia de líderes, arruinada e hipotecada para décadas, esa España traicionada por las élites, que no cree en sí misma y padece unas instituciones asaltadas por un Ejecutivo despótico, es la negra herencia que recibirán las futuras generaciones. Una herencia que empeorará porque aún tienen año y medio para arrasar lo que queda en pie. ¿Qué será lo próximo que nos tienen reservado?

Una espectadora mira el cartel de la película 'Lunana, un yak en la escuela, en los cines Babel, en Valencia. Foto: Javier Carrasco

Un año y medio es una eternidad en estas circunstancias. Tampoco hay garantías de que esta pesadilla acabe en 2024. La derecha finolis ha vendido la piel del oso antes de cazarlo. Por eso dan ganas de dejar la casa al cuidado de unos okupas de Podemos, y marcharse lejos, tan lejos como Bután, a trabajar de maestro en una aldea perdida, como le sucede a Ugyen, protagonista de la película Lunana, un yak en la escuela. A 4.800 metros de altura, con el Himalaya como testigo, este maestro descubre la felicidad enseñando a unos niños pobres. La historia es de una belleza extraordinaria.         

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