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socialmente inquieto / OPINIÓN

Una ciudad manejable

13/01/2020 - 

Del protagonista de este escrito se han dicho muchas cosas buenas (y alguna regular), pero ninguna mala, por la admiración que genera cuando sabes su bagaje personal. Fue una persona digna de admiración, con un intelecto extraordinario y una fuerza de voluntad fuera de lo común.

Nada hacía pensar ese futuro excelente cuando se escapaba de la escuela porque se aburría. Se iba al campo o a la playa a disfrutar de la naturaleza y de quienes como él se fugaban las clases. Los colores de tierra adentro, del mar, de la luz inmaculada de Alicante, le servirían de mucho en ese momento y, sobre todo, años atrás, como reconoció después de su adversidad. A los 17 años se quedó ciego por una enfermedad degenerativa e incurable. En plena adolescencia, el mundo se nubló para él y para siempre. Pero esto no le impidió tirar para adelante y emprender una carrera - nunca mejor dicho - espectacular. Ahora se la cuento.

Decía de sí mismo, con cierta ironía, que "vine a dar con mis huesos en este mundo (el 13 de diciembre de 1880) el día de Santa Lucía, defensora de los ojos. …. y a mí me tocó la bola, pues mi padre también se había quedado completamente ciego cuando yo sólo contaba cinco años de edad. A pesar de ello profeso gratitud sincera a la santa porque, tal vez, sin su ayuda no hubiera gozado yo de luz y de colores".

Se empeñó en estudiar leyes, aún en contra de opiniones diferentes, y quizá por eso, según cuenta en una breve autobiografía que le pidió que escribiera Remedios de Selva y Torre. Pero antes fundó, dirigió y publicó el periódico local llamado El Íbero (1898), afición de articulista que ya no perdería en toda su vida. Con la ayuda de Matilde, su hermana menor, que le leía los libros y él los memorizaba, se licenció en Derecho en la Universidad de Valencia ante el asombro de sus detractores así como, también, de sus admiradores que ya empezaba a tenerlos. No era para menos me dirán ustedes, y aciertan. Después Francisco Figueras Pacheco - que así se llama el invitado de hoy de esta crónica - hizo en Madrid su Doctorado (19 de noviembre de 1906).

De regreso a Alicante, fue nombrado Cronista de la ciudad al fallecer Viravens (24 julio 1908), cargo que ostentó hasta su muerte. Se convirtió en una cara amable, emprendedora e inquieta de la vida social alicantina. En enero de 1909 pronunció un discurso en el Teatro Principal de Alicante como mantenedor de los Juegos Florales de ese año, en presencia del rey Alfonso XIII, "al cual - escribió - tuve el honor de conocer". Es una época de premios y de reconocimientos y de dedicarse a lo que más le gustaba: la historia y la arqueología de Alicante, así como a escribir. Redactó un extenso libro sobre la Geografía de la Provincia de Alicante (1912) en el que se detallan las características de cada pueblo. Escribió ensayos de temas diversos, e incluso una ópera titulada Ismail de Granada a la que Oscar Esplá, afamado compositor alicantino, escribió su partitura.

Se definía demócrata porque "la democracia es el régimen definitivo del mundo bajo el imperio del Evangelio". Manifestó ser liberal "porque la libertad es el oxígeno de los pulmones sociales". También se definía como "profundamente creyente". En un discurso en Barcelona en el restaurante Patria (24 noviembre 1939) donde le estaban haciendo un homenaje, dijo: "La actualidad, acertada ahora como nunca, ha querido que nos reunamos en una casa que lleva un nombre sagrado, el de Patria. Para esta tuve siempre mi devoción más pura, pero dentro de mi pecho hay un santuario en mi corazón, y en él una capilla para cada una de las provincias españolas. 

En lugar preferido está la de Alicante, la de mi cuna, la tierra luminosa donde se hermanan las cumbres nevadas con los valles floridos y las costas bravas… Mi santuario es España, pero en su altar mayor está Alicante".

En 1957, Francisco Figueras Pacheco es propuesto para la Medalla de Oro de la Ciudad de Alicante, distinción que manifestó no merecer porque, dijo, "trabajo desde mi juventud con la mayor buena voluntad en investigaciones relativas a la historia de mi ciudad natal, pero con ello no hice más que cumplir con mi deber y con mi gusto, sin mirar a más recompensa que la satisfacción de haberme conducido como buen funcionario del municipio y buen alicantino". Entonces no se la concedieron argumentando que era de "izquierdas". Fue un intelectual de su tiempo que tuvo que convivir con las autoridades locales durante tres regímenes distintos: la Monarquía de Alfonso XIII, la II República y la Dictadura de Franco. Tuvo que ejercitar un sinfín de equilibrios para poder desarrollar su trabajo durante esos años, emprender acciones y contar sucesos de la historia de Alicante.

Figueras Pacheco falleció el 21 de marzo de 1960 dejando un amplio legado y multitud de ensayos de historia y arqueología, teatro, poesía, … Tuvo muchos cargos, además de Cronista de la ciudad, y por destacar permitan que nombre sólo uno que le agradaba mucho, el de académico de la Real Academia de Historia de España.

Figueras Pacheco es un referente en la historia de Alicante y un modelo de persona implicada en sus ideales como el que más, a pesar de sus dificultades personales. Se preguntarán el por qué acercarme a esta figura y compartirla con ustedes. El motivo es muy sencillo. Vean. Hace unos días mi hijo Carlos me dijo que en Alicante está todo cerca. Y me recordó aquello que dijo Francisco Figueras Pacheco cuando afirmaba que "Alicante es una ciudad manejable". Que razón tenía, y sigue teniendo.

Claro que es necesario que les cuente que - en nuestro caso - vivimos cerca de la Diputación de Alicante y caminar hacia la plaza de España o hacia la plaza del Mar, por citar dos de las muchas que hay en la ciudad, es tarea fácil. Como lo hacía Figueras Pacheco desde Benalúa. Coincido que en Alicante está todo "a mano" si no contamos los barrios, que si los contamos hablaríamos de otra cosa. Y con esto, mi curiosidad me ha invitado a releer a Francisco Figueras Pacheco, a "empaparme" de sus propias palabras, que es fácil porque tiene mucho escrito y porque algunas de sus obras ocupan un lugar destacado en mi biblioteca.

Pascual Rosser Limiñana

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