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El billete / OPINIÓN

Batalla por una caja de ahorros ¡en 2016!

Nos habíamos olvidado de que en la mayor caja de ahorros de España tocaba renovación de cargos y, lo mismo que el turrón vuelve por Navidad, la renovación no podía volver sin polémica

27/11/2016 - 

La semana que nos dejó la exalcaldesa Rita Barberáaquí mi artículo al respecto, por si el lector dominical no lo leyó– tuvo otros sucedidos mucho menos importantes pero que conviene no dejar pasar. Por ejemplo, Caixa Ontinyent. 

Cuando creíamos superadas las guerras políticas por colocar "a los nuestros" en los consejos de administración –superadas por defunción de las propias entidades arruinadas por esos "nuestros"–, llega la renovación en la única caja que nos queda y, como el turrón por Navidad, reaparecen las maniobras para apartar a unos y colocar a otros.

Caixa Ontinyent no fue ajena a las guerras de poder que orquestaron como nadie Eduardo Zaplana y su escudero Olivas a finales del siglo XX, aprobando leyes ad hoc y usando el talonario si hacía falta para echar de las entidades a quien osara dudar de su verdadera misión. Tan ad hoc hicieron la ley, que Olivas aprovechó la puerta giratoria para acabar de presidente de Bancaja, con los resultados de sobra conocidos.

La de Ontinyent era antes de la gran debacle la segunda caja más pequeña de España del medio centenar existente –ahora es la más grande, sólo quedan dos– y las luchas intestinas pasaron inadvertidas, excepto en la comarca, en aquellos tiempos de fusiones que dieron origen a Bancaja y CAM, tercera y cuarta cajas de España en el momento de su defunción. Pero no escapó a ellas. Bajo la presidencia de Rafael Soriano –suegro de Pedro García, exasesor de Zaplana, luego director de RTVV, qué así de pequeño es el mundo– estuvo a punto de ser absorbida por la Bancaja del insaciable Olivas, pero en la Vall d’Albaida había gente con trellat que logró, no sin esfuerzo, parar la operación cuando ya estaba hecha.

Tras salir del Consejo de Administración Rafael Soriano padre (presidente), su hijo Rafael y su yerno Gabriel (vicepresidente), la gestión de la entidad quedó en manos de la cúpula actual, heredera en parte de la anterior, con un presidente, el doctor Antonio Carbonell, que llegó al Consejo a propuesta del PP de Zaplana hace casi 17 años. Esta cúpula, de la que forma parte algún destacado representante de los socialistas como José Pla Barber, es la que ahora cesa y que, si prosperase la enmienda que ha presentado Podemos en Les Corts, no podría repetir.

Llega la renovación a la caja con un año de retraso y vuelven los tejemanejes. Esta vez no es el PP el que trata de tomar el poder. Ni lo ha intentado. Si hace cuatro años no consiguió el MH President Fabra poner de presidente a un primo de su entonces esposa, menos iban a rascar ahora que no mandan nada.

Esta vez es Compromís, y más concretamente el Bloc, el que trata de romper el statu quo en la caja, en un momento irrepetible porque se va a renovar casi todo el Consejo de Administración, ocho de los nueve puestos, de los que cinco serán independientes.

De cara a la galería, una enmienda de Podemos –sugerida por Compromís– para quitar una sola palabra en la Ley de Cajas de Ahorros. En la trastienda, un intento del Bloc de impedir con esa sola palabra borrada que continúen en el Consejo el presidente, el vicepresidente y el vocal José Pla. La consecuencia, un mosqueo monumental del PSPV, con el alcalde de Ontinyent y presidente de la Diputación Jorge Rodríguez al frente, que ve la jugada y la bloquea. La bloquea de momento, porque la enmienda no se ha votado. Y ojo, que el proceso no ha hecho más que empezar y quien no entre por un lado puede entrar por otro, ya que como independiente para el Consejo se puede presentar cualquiera que cumpla los rigurosos requisitos legales.

Y de fondo, un debate necesario que debería haberse sustanciado mucho antes del proceso de renovación: ¿Debe limitarse el mandato de los consejeros de las cajas de ahorros? La respuesta es sí, no sólo por los posibles vicios en que pueden caer los directivos acomodados, sino por la necesidad de incorporar aire fresco de vez en cuando. La pregunta es, ¿si la Ley de Cajas se cambió en 2015, por qué no se le ocurrió entonces a Compromís y por qué tantas prisas ahora, colando la reforma con una enmienda a la Ley de Acompañamiento sin el preceptivo debate?

A todo esto, el proceso de renovación debe pasar por la supervisión del Banco de España. Hace cuatro años, recién muertas Bancaja y CAM, ya alucinaron allí al ver cómo no habíamos aprendido, con Fabra tratando de colocar a su pariente, entre otras batallas de los partidos. Esperemos que nuestros representantes no vuelvan a dar un espectáculo, no vaya a ser que se acuerden en el Banco de España de que un día quisieron cargarse las cajas.

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