VALÈNCIA. La Comunitat Valenciana encabezó el crecimiento de la población en España durante el último año con un incremento de sus habitantes superior al 2%, lo que significa que en enero de 2023 residían en suelo valenciano en torno a 108.000 personas más que en el mismo mes del ejercicio anterior. Esta situación se replica además en la gran mayoría de los municipios de la autonomía, ya que respecto a 2022 más del 80% de las poblaciones ha ganado vecinos. Y si se echa la vista mucho más atrás, desde comienzos de siglo el número de residentes ha crecido en dos tercios de las localidades valencianas, un 68,5% en concreto.
Este escenario, que se desprende del Censo de Población que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha actualizado esta misma semana, contrasta sin embargo con la crisis de natalidad que se padece en casi toda la Comunitat Valenciana, una región que encadena ya ocho años con más muertes que nacimientos y donde la diferencia entre defunciones y alumbramientos es cada vez más acusada. Así pues, las llegadas de personas procedentes de otros puntos del planeta serían una de las claves que explicarían cómo esta autonomía, que en el último año registró el quinto saldo vegetativo negativo (fallecidos menos nacidos) más acusado del país, lideró en cambio el aumento de la población hasta los 5.216.195 residentes.
Al analizar la evolución de la población respecto a comienzos del presente siglo, se observan también algunos patrones geográficos evidentes, como el hecho de que la mayoría de las localidades que pierden vecinos desde 2001 se encuentran sobre todo en el interior de las tres provincias. De este modo, y aunque es posible encontrar excepciones como las de Montanejos (Castellón), Viver (Valencia) o Salinas (Alicante), la realidad es que ningún municipio costero acusa una pérdida de habitantes respecto a hace dos décadas, mientras que existen comarcas de interior, como el Alt Maestrat, donde todos los municipios sin excepción cuentan ahora con menos residentes.
No es de extrañar, por tanto, que en términos relativos las localidades que más habitantes han perdido sean pequeñas poblaciones donde la despoblación es uno de los problemas acuciantes, como Millares (Valencia), donde ahora viven casi 260 personas menos que en 2001 (-42,7%) o Casas Bajas (Valencia), que cuenta con 173 residentes menos (-36,6%). En el caso de Castellón, figuran igualmente el Portell de Morella (-35,8%) o Culla (-34,5%), mientras que en Alicante destacan Balones (-34,6%) o Famorca (-31,5%).
En el lado opuesto, entre las localidades que más han elevado su población en lo que llevamos de siglo no figuran las tres capitales de provincia valencianas, sino municipios que están en sus áreas metropolitanas, donde la natalidad también se acentúa. En el caso de València, poblaciones como Paterna han aumentado el número de vecinos en más de 26.000 personas desde 2001, con un crecimiento del 56% en ese periodo, y en ese tiempo otras localidades, como Náquera o la Pobla de Vallbona, han duplicado sus habitantes. En Alicante, los residentes de Sant Joan d’Alacant y Sant Vicent del Raspeig han crecido por encima del 50% desde 2001, mientras que en la capital alicantina lo han hecho en un 23%. Y en el caso de la provincia de Castellón, Benicàssim (59,8%), Borriol (53,8%) y Almassora (61,3%) se anotan mayores incrementos porcentuales de residentes que Castelló de la Plana (19,1%).
Estas cifras podrían reflejar, así pues, que es precisamente en la periferia de estas grandes urbes donde, debido a distintas razones entre las que podría encontrarse el encarecimiento de la vivienda, se han desplazado una parte relevante de la población joven y de los nuevos habitantes de la Comunitat Valenciana, muchos de los cuales han llegado desde el extranjero. Respecto a hace un año, la población procedente de otros países se ha incrementado en mayor o menor medida en el 87% de los municipios, y ese porcentaje alcanza casi la totalidad de las localidades si se comparan los datos actuales con los de comienzos de siglo.
De hecho, algunas comarcas en riesgo de despoblación presentan igualmente cotas menores de personas llegadas de otros países, mientras que en la Marina Alta, la zona donde los habitantes extranjeros suponen el mayor porcentaje sobre el total de residentes, la excepción es el retroceso en el número de habitantes que ejemplifican Castell de Castells y la Vall d’Ebo. En el resto, y sobre todo en aquellas poblaciones muy escogidas por turistas internacionales como Xàbia, Benitatxell, Teulada, Dénia o Calp, los incrementos de vecinos desde 2001 son más que evidentes.
La relevancia de quienes proceden de otros países sobre la población de la Comunitat Valenciana se observa igualmente si se analiza el lugar de nacimiento de sus residentes. En 2001, había algo más de 286.000 personas nacidas en el extranjero territorio valenciano, un 6,9% del total, pero su peso ha crecido hasta situarse casi en el 21% a comienzos de este año. Aun así, siguen siendo mayoría aquellos vecinos que han nacido en el mismo municipio que habitan (41,7%), a la vez que los habitantes que se han desplazado de localidad pero sin salir de su provincia de nacimiento representan un 20,7% del total.
Los datos demuestran de esta manera que, si bien antaño los movimientos migratorios más relevantes se registraban entre autonomías, ahora cada vez ganan más peso aquellos que se producen entre países en un contexto que, entre otras cuestiones, está fuertemente marcado por la globalización. De hecho, en términos absolutos y pese al aumento generalizado de la población, ahora hay menos personas que residen en la Comunitat Valenciana y han nacido en otras regiones de España que hace dos décadas, mientras que quienes nacieron en la misma comunidad autónoma y los que lo hicieron en el extranjero han aumentado en número, si bien en el primer caso lo han hecho en menor medida.