ALICANTE. Hasta hace 10 años, Toni Alcolea había trabajado en el mundo de la preimpresión —esto es, la maquetación, la corrección y esa sucesión de procesos necesarios para que un texto llegue a imprenta—. Entonces, una enfermedad grave lo obligó a replantearse la vida. Decidió montar una editorial en València, más pequeña y, en consecuencia, más tranquila. No empezaba de cero. Había escrito libros infantiles y tenía cierta experiencia en el sector. Apostó especialmente por la poesía y determinó que combinar autores de prestigio con otros emergentes sería su rasgo diferencial. 400 publicaciones después, Olé Libros está a punto de cumplir una década y, casi a modo de celebración, la marca ha optado por ampliar la familia: Iglú, su primer sello infantil, nace para “introducir el placer de la lectura en niños y niñas”.
La editorial, no obstante, se desmarca del concepto tradicional: “Apostamos por no infantilizar los textos. El libro infantil es también un libro de adultos”, esclarece Alcolea. Y en su misión por demostrarlo, asume con responsabilidad el papel del editor: “Hay que tratar con el máximo respeto al público de menor edad, y lograr, desde su inicio en el mundo de la lectura, un refinamiento de sus gustos”. Su compañero César Martín, el principal promotor de Iglú, suscribe el objetivo de la marca: “Nuestros títulos han de pasar con buena nota la lectura por parte de un adulto». Por todo ello, Iglú dice dirigirse a niños y niñas “de 0 a 100 años”.
A diferencia de otras editoriales, apunta el director, la finalidad última de Iglú no es tanto educar en valores o en idiomas como atrapar a lectores neófitos en las redes de la literatura: “Aunque todas las historias tienen su moraleja, nosotros no pretendemos enseñarles nada; solo acercarles la buena literatura y el mundo del arte a través de la ilustración”. Ese es su distintivo. Y para conseguirlo, sentencia Alcolea, “hay que ser muy selectivos con las obras”. De ahí que el catálogo de Iglú incluya títulos cuyos criterios de edición establece un comité formado por reputados expertos de la literatura y el arte de la ilustración, entre ellos profesionales como el propio César Martín, Antonio Ventura o Antonia Rodenas.
Para el nuevo sello de Olé Libros, el éxito en la literatura infantil no se consigue únicamente con contenidos que enganchan, sino con el refuerzo —al mismo nivel— de una buena ilustración. “Teníamos que lograr que las ilustraciones, por sí solas, contaran una historia”, apunta el editor. Solo así seducirían al lector novel, de modo que el primer contacto con un libro fuera precisamente eso, el primero de muchos.
En su estreno, Iglú ha arriesgado con el lanzamiento de nueve títulos nuevos, la mayoría de autores y autoras de Alicante, la ciudad de su coordinador: “Tenemos alma de editorial alicantina con el defecto de tener la sede en València”, lo parafrasea entre risas Alcolea. La reina de las dudas (de Antonia Rodenas y Rocío Martínez), Dos lobos blancos (de Antonio Ventura y Teresa Novoa) o Poemario estrafalario de palabras olvidadas (de Juan Clemente y Miguel Ángel Díez) son algunas de las primeras obras elegidas. En marzo, avanza el director, verán la luz las de otros “peces pesados” como son los valencianos Miguel Calatayud (Premio Nacional de Ilustración) y Jaime Siles (Premio Nacional de Poesía).
A partir de ese mes, Iglú editará dos libros mensuales siguiendo los mismos criterios de calidad. Unos criterios que, si se cumplen, darán cabida tanto a creadores consagrados en el panorama actual como a aquellos sin apenas recorrido que merezcan una oportunidad. Eso sí, aunque se procure impulsar especialmente a artistas locales, la editorial nace con proyección internacional. Con todo, a los nombres ya citados, cabe sumar otros como Pablo Auladell, Mari Carmen Díez, Juan Ramón Barat, Paula Alenda o Iván Torres.
Este miércoles, el equipo de Iglú daba a conocer la nueva marca en la Biblioteca Azorín de Alicante. Por supuesto, también los nueve primeros libros en las voces de sus artífices. La próxima cita será este mismo jueves, 30 de septiembre, en la librería Pynchon, donde se presentará Colombina, de Pablo Auladell y Antonio Ventura. A partir de ese momento, Iglú acudirá a ferias estatales como las de València, Murcia o Granada y, en efecto, a la Feria Internacional del Libro, el mejor escaparate para mostrarle al mundo el principio de todo lo que queda por crear.