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El reto de Mazón

Foto: EFE/KAI FORSTERLING
2/07/2023 - 

Me sorprende ver a Puig agarrado de manera cada día que pasa más ridícula al sillón, y me sorprende aún más ver a la flamante vicepresidenta segunda de Les Corts, Gabriela Bravo, pegada al suyo de consellera de Justicia y Administración Pública de manera aún más vergonzosa, pidiendo una semana de prórroga a la directora general de la Abogacía, María José Rodríguez Blasco, quien se la ha otorgado con un sonrojante informe en el que dice que no encuentra en la normativa una "prohibición absoluta" para ejercer ambos cargos. 

Cargos que son evidentemente incompatibles, como la propia abogada general deja entrever al enumerar las funciones de la vicepresidenta de Les Corts que, afirma, "pueden tener un difícil encaje" con las de consellera, cuando sabe que es imposible encajarlas, para acabar señalando que "ello hace recomendable la presentación de la renuncia…" (la cursiva es suya) de Bravo como consellera. Una prueba más –no es la primera– de que la Dirección General de la Abogacía es un cargo más político que técnico y de que en Derecho el papel lo aguanta todo.

Puig no necesitaba mostrar ese mal perder que le perjudica y cuya única satisfacción, para los socialistas, es ver a Carlos Mazón presidenciándose encima. Lógico. Hace más de un mes que ganó las elecciones y si por él fuera se sometería a la investidura cuanto antes, aunque ese 'cuanto antes' fuera el 21 de julio, dos días antes de las elecciones generales. La pregunta es si le dejará Feijóo, que digiere con dificultad cada pacto autonómico con Vox.

El caso es que Mazón va a ser en las próximas semanas presidente de la Generalitat en un gobierno de coalición con Vox, lo que puede suponer una tortura pero también una oportunidad. De él depende. Parece difícil de lidiar –dicho en lenguaje taurino para que lo entienda Vicente Barrera– pero no lo es tanto. Basta con desarrollar las políticas en las que ambos partidos están de acuerdo, que no son pocas, y torear a Vox en aquello en lo que choquen, empezando por defender a capa y espada las medidas contra la violencia de género, en las que el PP siempre ha estado comprometido. De momento, Mazón ya ha anunciado que las políticas de Igualdad se llevarán desde Presidencia de la Generalitat.

Foto: KIKE TABERNER

La gestión del Consell es mucho más que la lucha contra la violencia machista, la homofobia y el racismo, y que la política lingüística; es, sobre todo, la sanidad, la economía y la atención a los mayores. El futuro gobierno valenciano se enfrenta a un escenario económico más duro que el proyectado por los servicios de estudios de las instituciones y los bancos, que han modificado al alza sus previsiones de crecimiento para España ¡hasta en ocho décimas en un solo trimestre!, previsiones basadas en unas estadísticas del INE que también han mejorado después de que el Gobierno forzase la dimisión de su presidente porque a Calviño no le gustaba su metodología.

La economía de las familias que desmiente las estadísticas, los recortes que impondrá Europa y la mejora de la sanidad y los servicios sociales serán los grandes retos de Mazón, pero por lo que se le medirá en los medios de comunicación y en las redes sociales –que desgraciadamente en algunas cosas se parecen demasiado– es por lo otro, por las polémicas sobre las políticas de igualdad, la normativa lingüística y los fuegos artificiales de sus socios de gobierno; por las pancartas, las banderas y los tuits; por el postureo ideológico. A este respecto, es curioso que donde no están los focos la convivencia es más fácil, como se vio con el concejal de Vox en Xàtiva que acudió a la concentración del Orgullo LGTBI+.

El reto de Mazón y su oportunidad para reivindicarse como presidente moderado es no caer en las trampas de Vox, al que necesita para aprobar los Presupuestos de cada año y poco más. No debe olvidar que el PP será el partido mayoritario en el Consell, el que maneje el grueso del presupuesto, por lo que debe ser él quien frene las iniciativas retrógradas de su socio en lugar de dejar que sea la oposición la que saque rédito de ellas. Para cuestiones que Vox considera inaceptables, como la lucha contra la violencia de género, podrá contar con el PSPV y Compromís.

Tiene un precedente del que se cumplen ahora 25 años. Mandando el PP con Unió Valenciana (UV) como socio en el Consell, Zaplana impulsó a través del grupo parlamentario popular y con el apoyo del PSPV la ley de creación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, tras pactar con Jordi Pujol el fin de la guerra lingüística. Un año después, ganó las elecciones por mayoría absoluta mientras UV quedaba fuera de Les Corts.

Foto: KIKE TABERNER

Tiene otro ejemplo más inmediato de cómo hacer las cosas mal: el gran error de Pedro Sánchez ha sido ceder ante sus socios de gobierno o de legislatura en cuestiones que eran inaceptables para sus propios votantes, los socialistas, y para el conjunto de los españoles, que se lo hicieron pagar el 28M y se lo harán pagar el 23J. Solo en los meses finales de su mandato decidió desmarcarse de Podemos y aprobar, por ejemplo, la reforma de la 'ley del solo sí es sí' con el PP. Tarde y mal. Tras la aprobación de los Presupuestos de 2023 debería haber destituido a Irene Montero. Eso sí le habría dado votos.

No es fácil gobernar en coalición. Que se lo digan a Puig, que tampoco acertó a desmarcarse de iniciativas de Compromís o Unides Podem con las que los socialistas no estaban de acuerdo. A lo más que llegó es a aprobarlas para luego suspenderlas o posponer su entrada en vigor hasta la siguiente legislatura. Es decir, a quedar mal con todo el mundo.

Pero Sánchez y Puig tenían una mayoría más precaria. Mazón lo tiene más fácil.

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