ALTEA. Altea acoge estos días la clausura del proyecto europeo EnEnWomen, que se desarrolla en el marco del programa CERV (Ciudadanos, Igualdad, Derechos y Deberes) de la Comisión Europea. El principal acto tuvo lugar este viernes en el Centro Social de Altea, donde se han congregado los participantes llegados de los países que lo componen: España, Francia, Italia y Rumanía. Con ello, dan por finalizado dos años de trabajo con la intención de que tenga continuidad con la creación de nuevos planes internacionales.
Así lo explica Paloma Verdú, responsable de Euroaltea que ha coordinado el programa desde la parte española junto a Braulio Cencerrado, coordinador de Servicios sociales y Natividad García técnica de Igualdad del Ayuntamiento. El objetivo de este proyecto es valorar el impacto que ha tenido la pandemia de la covid-19 en los derechos de la mujer. A su vez, lo que se pretende es elaborar propuestas de mejora que faciliten su inclusión y participación social, poniendo el foco en las personas en situación de vulnerabilidad o que hayan sido víctimas de la violencia de género.
El proyecto está liderado por la Associazione InCo (Molfetta, Italia), y además del Ayuntamiento de Altea, cuenta con la participación de la Association Jean Monnet (París, Francia) y la Universidad Nacional de Educación Física y Deporte de Bucarest (Rumanía).
El encuentro final tenía como título ‘Tranformando realidades: experiencias y desafíos en la Lucha contra la Violencia de Género’. La primera parte la protagonizaron las ponencias de los concejales alteanos de las áreas implicadas y los participantes externos, que contaron su trabajo en los sectores que representan.
Previamente, el alcalde de Altea, Diego Zaragozí, tomó la palabra para dar la bienvenida a los presentes y valorar en positivo la labor que realizan en pro de la igualdad entre los hombres y las mujeres. Por su parte, el concejal de Proyectos Europeos, Germán Manjón, dentro de su discurso explicó que en el municipio usan el slogan "Altea es nom de dona" (Altea es nombre de mujer). "Esta declaración representa el fuerte compromiso que tenemos en nuestra localidad con el feminismo y la lucha contra la violencia contra las mujeres", manifestó. Ambas intervenciones fueron en inglés, como la mayoría de ponentes de la jornada.
El turno de ponencias comenzó con la exposición de la concejal de Bienestar Social e Igualdad, Anna Lanuza. También participaron el concejal de Participación Ciudadana, Joaquim Devesa y el técnico en Empleo y Desarrollo Local, Joan Josep Oliver; en representación de Cruz Roja Altea habló Angélica Martínez; también contaron con la experiencia de Verónica Oca, coordinadora del Centro Mujer de Denia y Yolanda García, representante de la Asociación Las Kellys de Benidorm.
Lanuza lamentó que la desigualdad se acentuara durante la pandemia y explicó los diferentes planes y acciones que llevan a cabo en su concejalía para luchar por una igualdad efectiva. Así, expresó algunas de sus funciones, como es el empoderamiento de la mujer, las acciones para prevenir, educar, informar a la ciudadanía contra la violencia de género, incorporar la perspectiva de género en todas las políticas públicas y organizar los días internacionales de la mujer.
El edil Joaquim Devesa mencionó las consecuencias del "patriarcado" que, explicó, empujan a las mujeres a elegir entre su vida pública y privada. Sobre la actividad en Altea, dijo lo siguiente: "En nuestro municipio, la vida asociativa se nutre del trabajo de cientos de mujeres. A pesar de su mayor carga de trabajo, continuamente proponen y organizan actividades para el bien común". Asimismo, abogó por eliminar los viejos roles "que obstaculizan el desarrollo de ciudadanos autónomos, normales, integrados en una sociedad activa preocupada por el bien común". Y concluyó afirmando que proyectos como EnEnWomen les inspira para avanzar en estos progresos. Finalmente, desde la parte municipal, el técnico Joan Josep Oliver hizo un repaso sobre la brecha en el empleo, donde las mujeres suelen copar los puestos con menor responsabilidad y más precarios debido a un salario más bajo o más temporalidad en los contratos.
Fuera del trabajo de la administración local, la coordinadora del Centro Mujer de Denia explicó el funcionamiento de esta asistencia pública, que dispone de 24 horas a nivel autonómico a través de la atención telefónica. En estos centros trabajan con mujeres que han sufrido violencia de género, ya sea por abuso, agresión sexual, acoso sexual, trata de personas o esclavitud sexual. Para ello, cuentan con expertos en esta materia, aseguran la confidencialidad, proveen información sobre los derechos que tienen estas víctimas y qué servicios les pueden ser útiles y ofrecen ayuda profesional sobre las consecuencias de la violencia sufrida. Además, dan charlas de prevención a profesionales o población en diferentes campos.
En cuanto al voluntariado, Angélica Martínez, de Cruz Roja Altea, expuso que con el tiempo el número de voluntarios ha pasado de tener una mayor representación de hombres a que sean las mujeres las más numerosas. También tras la pandemia. En datos, la cuota femenina en 2020 alcanzaba el 52% del total, tres años después, sube al 55%. También el porcentaje es mayor en las mujeres que han sido atendidas por esta organización, tanto en 2020 (2.018 hombres frente a 2.444 mujeres), como en el último año, con 544 y 707 respectivamente. La mayoría de estas son inmigrantes, ancianas, desempleadas o con vulnerabilidad. Por todo ello, el organismo cuenta con diferentes actividades que promueven la igualdad y buscan prevenir la violencia de género.
Para terminar la parte de ponencias, tomó la palabra Yolanda García, portavoz de la asociación que representa a las camareras de piso. Tras un repaso a los inicios de la organización, recordó las reclamaciones que tienen en su sector y que ocho años después, siguen sin solventarse, como es la carga de trabajo, la precariedad y las enfermedades derivadas de su puesto. García explica que muchas de ellas están en una situación de vulnerabilidad que les hace aguantar más de lo aconsejado. Se trata de mujeres migrantes, madres solteras, separadas o simplemente mujeres que no tienen otra opción de trabajo. En este tiempo, dijo, han podido hablar con camareras de piso de Marsella o Londres y se han dado cuenta de que los problemas son parecidos a los existentes en España.
Con la pandemia, la situación no mejoró, y arrastraron las consecuencias: "Muchos años de sueldos bajos, de contratos a tiempo parcial, de temporalidad te dejaban en apenas dos meses viviendo prácticamente de ayudas sociales".
Los casos de violencia de género son algo más que un número, y fue el momento de poner nombre a una víctima. El cierre de la jornada la protagonizó María Alamillos. En un emocionante discurso, quiso mostrar las enseñanzas que hay detrás de la situación sufrida por ella y que miles de mujeres padecen en el mundo. "Independientemente del lugar donde residamos, los problemas de las mujeres son similares, especialmente para aquellas que pasan o han pasado por situaciones de vulnerabilidad", reseñó.
En cuanto a su experiencia en el proyecto, afirmó que habían creado un espacio seguro y de apoyo. "Todas hemos tenido piedras en el camino, y hemos resaltado la importancia de la inteligencia emocional y la necesidad de tejer redes de apoyo, que son siempre esenciales, pero más aún para salir de un círculo de violencia", apostilló. Desde su caso personal, recordó que no fue capaz de reaccionar hasta que vio a sus hijos en peligro: "Ha sido un camino largo y difícil, pero día a día he trabajado para transformar el miedo y la culpa en energía positiva y hacer de esa experiencia un trampolín hacia una vida mejor y más consciente para mí y para todos aquellos a los que puedo llegar".
A su vez, Alamillos apostó por disponer de profesionales con formación y perspectiva feminista, donde no tenga cabida una mirada paternalista que les haga sentirse doblemente victimizadas. Durante su discurso coincidió con la mayoría de ponentes que pusieron énfasis en el valor de estos trabajos feminizados durante la pandemia y que fueron "esenciales" para la sociedad en estos meses complicados. Finalmente, animó a continuar con los aprendizajes en los entornos más cercanos porque "cada acción cuenta y puede marcar la diferencia".
La parte final de la mañana fue para el taller de puesta en común de las conclusiones del proyecto. Organizados en tres meses de trabajo, los participantes analizaron el punto de partida del proyecto cuando se inició, los aprendizajes en el camino y cuáles son los 'frutos', todo ello simbolizado a través de un árbol expuesto en las paredes de la sala del Centro Social. Hay que tener en cuenta que el proyecto sirve como base para futuras iniciativas y acciones entre las ciudades participantes, con lo que se pretende la continuidad de las medidas propuestas más allá de su finalización.
Altea fue la última parada tras reunirse en los otros tres países participantes, Rumanía, Francia e Italia. El proyecto finalizará con la elaboración de un documento dirigido a las autoridades públicas que recoja las medidas que puedan implementarse a nivel local para mejorar la situación de la mujer.