Se acerca el fin de curso amigos que me leéis en este junio soporífero. Es tiempo de despedidas, de casi verano, de fogueres, de cambios de aires, es tiempo en Alicante de fiesta y afectos.
Envuelto como estoy en este ambiente y encontrándome algo cansado del tono ensayístico, académico y rutinario, he querido aproximarme a la figura del arqueólogo e historiador Francisco Figuera Pacheco (1880-1960) desde un ángulo más literario.
Veamos cómo sale, espero que os guste. Mi última semblanza en esta columna que hemos llamado “Alicantinismo” fue sobre el enorme Altamira, coetáneo de Figueras.
Hoy quería acercaros a Don Paco, benaluense de pro, buen vecino, conocido y querido por toda la ciudad.
“Lo esencial es invisible a los ojos”, nos susurraba Antoine de Saint-Exupéry en su libro-joya “El principito”. Creo que ese aforismo tan fino nos sirve para captar el corazón de Figueras Pacheco.
Don Paco se quedó ciego a los 17 años. No fue la suya una vida fácil. Su madre murió cuando contaba con solo 5 primaveras. A pesar de las dificultades Figueras superó las pruebas que la vida le fue poniendo a base de amor al conocimiento y nuestra Terreta.
Quiso seguir estudiando sobreponiéndose a su pérdida de visión y se licenció en derecho como alumno libre. Ganó su doctorado en 1906, con únicamente 26 años de edad. Y es que Paco Figueras era una persona prodigiosa, capaz de todo.
En 1908 fue nombrado cronista de la ciudad de Alicante, no dejando el cargo hasta su fallecimiento en 1960. Historiador y arqueólogo, amó nuestras comarcas y las quiso conocer en profundidad.
Seguro que Don Paco había leído “El principito” y sabía que no necesitaba ver nuestras maravillas para explorar, apreciar y dar a conocer el noble pasado de nuestro Alicante.
Siempre entusiasta y juvenil, se levantaba cada día con muchas ganas de seguir aprendiendo. Su vocación pedagógica le vincula también con Altamira, que fue director de primera enseñanza.
Y es que en Alicante hemos tenido muy buenos divulgadores y maestros, hay que esforzarse y recuperar esta tradición.
Nos dejó una frase diáfana nuestro querido polígrafo que quiero traer a vuestros oídos: “Mi santuario es el de España, pero en el altar mayor está Alicante”.
Figueras fue un alicantinista sin par. ¿Le ha reconocido sus méritos suficientemente nuestra urbe del Benacantil?, ¿Está presente Figueras hoy?
Un instituto de Educación Secundaria se llama como él. Creo que Don Paco se hubiera alegrado de que se le asociara al conocimiento. Un sala de nuestro excelente Museo Arqueológico provincial (Marq) lleva merecidamente su nombre.
Creo que no hay muchos reconocimientos públicos más. Me parecen pocos, la verdad. De nuevo observo que en Alicante no estimamos suficientemente a nuestros mejores hijos.
Voy concluyendo brevemente. Figueras, aunque fue privado por Dios o la naturaleza de la visión, supo percibir y captar las esencias de la Terreta mejor que nosotros.
Es ejemplo de superación y de estima por el conocimiento, especialmente por el histórico.
Lanzo, como es habitual en mi, algunas propuestas concretas: ¿Qué tal erigir un busto o una estatua de nuestro héroe?, ¿Qué os parece impulsar la firma de un convenio entre la ONCE de Alicante, nuestro ayuntamiento y la Diputación para relanzar su figura, que es un modelo cívico para todos?
Dicho queda. Si queréis profundizar en su figura Ramón Palmeral os ofrece en este artículo una breve bío y algunas referencias.
Visca Figueras, Visca Alacant, visquen les Fogueres de Sant Joan!
Antonio Adsuar es el creador del blog alicantinismo.com