el periodista publica una nueva novela, 'casi'

Jorge Bustos: "El periodista tiene que atreverse a mirar aquello de lo que la gente aparta la mirada"

21/04/2024 - 

ALICANTE. La entrevista de Alicante Plaza dialoga con el periodista y escritor Jorge Bustos, subdirector de El Mundo, que acaba de publicar la novela Casi con la editorial Libros del Asteroide. Una crónica sobre los invisibles. Un espejo del sinhogarismo. Un libro que presenta este viernes, 26 de abril, en la librería Pynchon & Co, a las 19 horas.

-¿Crees que existe  la sensación de que los políticos viven alejados de la calle, de que no saben lo que pasa?


 - La política consiste en buscar votos, en hacer aquellas actividades o hacer énfasis en aquellos actos que reportan una serie de beneficios mediáticos y electorales. No es que sea toda su actividad, pero sí la más visible, de tal manera que a aquello que no tiene un retorno electoral, un retorno mediático no suelen prestarle demasiada atención. Pero es verdad que también hay políticos que se ocupan mucho más de la gestión que de la comunicación. El otro día me decía un alcalde que había metido cuatro millones de euros en la mejora de un albergue municipal para personas sin hogar, pero que sabía que esa partida no iba a tener ningún beneficio político porque nadie le iba a aplaudir esa medida. Porque los beneficiarios de ella son las personas sin hogar, que no tienen visibilidad en el espacio mediático, no da votos ayudar a los más pobres. O no tantos como otras causas que también son nobles y valiosas, como por ejemplo luchar contra la homofobia o luchar contra la xenofobia. Causas que tienen un retorno mediático porque son colectivos bien organizados, tienen una gran visibilidad y tienen presencia en los medios de comunicación. En cambio, las personas sin hogar no salen en los medios de comunicación, lo que hagas por ellos estará hecho bien para tu conciencia, pero no te va a dar votos. Y por eso el sinhogarismo no está en el primer plano de la agenda mediática y política.

"El periodista tiene que atreverse a mirar no lo que mira todo el mundo, sino precisamente aquello de lo que la gente aparta la mirada"

-Dices que una noche sobrevive cualquiera, pero transcurridas varias noches en la calle, las vejaciones son imborrables. Eso destapa un poco la tentación del ser humano de someter a los débiles, y demuestra, quizá, pues, que nadie está autorizado a tirar la primera piedra, ¿no?

-La gente que vive en la calle es gente extraordinariamente vulnerable, que ha padecido mucha violencia, son personas que acumulan mucho dolor, muchas agresiones, mucha violencia. No hay que irse a Gaza, ni a Ucrania: los tenemos en nuestros barrios. Todos hemos visto personas sin hogar, gente durmiendo entre cartones en nuestras plazas, y ante estas personas uno puede experimentar un sentimiento de rechazo porque no tienen buena presencia, no huelen bien, muchas veces están borrachos. La impresión que me causaron estas personas fue uno de los motivos por los que escribí el libro. Empecé a preguntarme si no se me estaba ofreciendo una oportunidad para atreverme a mirar aquello que me causaba rechazo. El periodista tiene que atreverse a mirar no lo que mira todo el mundo, sino precisamente aquello de lo que la gente aparta la mirada, y contarlo. Haciendo entrevistas, yendo a su centro, hablando con sus trabajadores sociales. Y el resultado de esa indagación es este libro. A veces sentimos un primer impulso profundamente injusto hacia el dolor de los demás. No es el propósito de este libro fomentar el activismo o el voluntariado o colocar este asunto del sinhogarismo en la agenda política, porque es un reportaje literario, un obra de periodismo narrativo, pero convendría por lo menos detenernos a pensar en esta gente con una mirada un poquito más comprensiva, porque muchos de los problemas que les han llevado a estar en la calle nos podrían ocurrir a nosotros.


-Los dos hemos estado en colegios del Opus Dei y allí solían repetir la idea de la magnanimidad.  Decías lo de tener una visión un poco más  empática hacia ellos, ¿crees que esta sociedad es una sociedad sin magnanimidad? 

-Recibir una educación cristiana debería ayudarnos a abrirnos al dolor de los demás con cierta sensibilidad, pero también hay personas absolutamente ateas y que no han tenido una formación cristiana y que son maravillosas, personas abiertas a la ayuda y a los cuidados. Cada uno llega a la compasión o a la sensibilidad social por caminos diferentes. A mí me parece valioso el concepto de nobleza de espíritu. Es una virtud difícil de practicar, bastante escasa. Supone dedicar parte de tu energía, de tus pensamientos, de tu sensibilidad, de tu tiempo, a salir de ti mismo y a entregarlo a los demás. Yo he visto ejemplos de nobleza de espíritu escribiendo este libro, por ejemplo en las Hijas de la Caridad, que viven en el centro de acogida San Isidro. Hay una pequeña comunidad de monjitas muy mayores, de más de 70 años, que están entregadas desde hace muchos años al cuidado de los más pobres entre los pobres, de aquellos de los que nadie quiere cuidar. Y hay personas también de organizaciones no gubernamentales que hacen voluntariado cada fin de semana entre estas personas. Eso es el verdadero compromiso social: no quedar bien o posar en tus redes sociales, sino comprometerte con algo de tu tiempo y de tu esfuerzo en intentar paliar el sufrimiento de otros. Yo he visto esos ejemplos maravillosos y me han enseñado a ser optimista en medio de un mundo individualista, egoísta, centrado en el hedonismo y en la cultura del simulacro de las redes sociales, donde casi nada es lo que parece. Más allá de las redes sociales y del postureo hay gente que dedica su vida a cuidar a los demás.

"Cada uno llega a la compasión o a la sensibilidad social por caminos diferentes. A mí me parece valioso el concepto de nobleza de espíritu. Es una virtud difícil de practicar, bastante escasa"


-¿Crees que esa falta de empatía es una de las consecuencias de la crisis de liderazgos que vive Occidente hoy en día?

-Yo creo que en la profesión política hay gente que llega con una sincera vocación de servicio, otros que se acercan exclusivamente para trepar, para hacer la pelota al jefe, entrar en una lista electoral y cobrar un sueldo público. Habrá de todo. Desde luego creo que tenemos un problema actualmente en España de selección de calidad humana en la clase política. No acuden los mejores ni los más vocacionales, porque no hay incentivos para meterse en política con nobleza de intenciones. Los sueldos no son tan altos como en la empresa privada. Después afrontas una fiscalización extrema de tu vida privada, puedes terminar denunciado por cosas que quizá no hiciste bien pero que convenientemente tergiversadas te hacen parecer un monstruo. Los sacrificios que tiene que hacer una persona buena para entrar en política son demasiado elevados como para renunciar al anonimato. Así que tenemos un problema para para traer a la política a los mejores. Creo que teníamos mejores políticos en España en la Transición que ahora. Pero tampoco deberíamos caer en el pesimismo y en esta cosa populista de que todos son iguales. Hay muchos políticos que a lo mejor no salen en televisión, que son alcaldes de un pueblo remoto sin cobrar, o son concejales o directores generales, gente de segunda línea que todos los días se levanta con una verdadera vocación de servicio público. Y creo que también tenemos que pensar en ellos antes de criticar a la totalidad de la clase política.

"Los sacrificios que tiene que hacer una persona buena para entrar en política son demasiado elevados como para renunciar al anonimato"


-¿Te han ofrecido alguna vez meterte en política?

-Pues la verdad es que sí, he tenido algunas invitaciones, pero he tardado décimas de segundo en despacharla con una carcajada, porque yo siempre he tenido muy claro, desde pequeñito, que lo que me gusta es escribir. Me han gustado el periodismo y la literatura desde crío y siempre he sido muy celoso de mi libertad. No me gusta pertenecer a organizaciones que me obliguen a supeditar mi libertad de opinión y mi autonomía de criterio a lo que piensa el jefe o a lo que piensa el partido, así que no se me ocurriría. No sé, a lo mejor sufro una conversión dentro de unos años y decido que voy a dar el salto, pero me parecería realmente marciano y desde luego no tengo ninguna intención, nunca la he tenido, a pesar de que algunas ofertas me han llegado de muy arriba. No se me ocurriría ni de broma cambiar la libertad del periodismo y la belleza de la literatura por meterme en un partido político.


-Hablando  precisamente de la belleza de la literatura, sueles decir que te cuesta independizar la parte literaria de tu faceta como cronista político. ¿A qué crees que se debe?

-El hecho de acusar un alto grado de exposición, de haber sido jefe de opinión de El Mundo, de ser un columnista que escribe de política, de llevar diez años de tertuliano en radio y en televisión, inevitablemente configura una imagen pública. Se quedan con lo que ven en televisión o lo que perciben en las redes o lo que otros les hayan dicho que soy. Es inevitable y escapa a mi control, no puedo luchar mucho contra eso. Lo que sí me da pena es que en este país tan polarizado, donde la cultura sigue en manos de la izquierda, haya escritores o artistas que en privado te dicen que están muy de acuerdo contigo pero luego no se atreven a exponer sus opiniones en público como hacemos otros por miedo a una represalia, por miedo a perder un contrato con el Gobierno, por miedo a que les persigan en redes sociales o les quiten un programa de televisión o no se lo den. A mí eso me da un poco de lástima. Es verdad que ni los intelectuales ni los escritores han sido un gremio especialmente valiente, porque viven en muchos casos de los saraos que les organiza el político de turno con acceso al presupuesto público, pero me gustaría pensar que es posible vivir de tu público y no vivir de un político o vivir de la Administración. Que es posible mantener tu independencia de criterio y que sea tu audiencia la que te valore y la que pague por tus creaciones literarias y por tus trabajos periodísticos. Creo que todavía es posible buscar ese nicho. 

"Me da pena que en el futuro y en el presente la labor literaria esté supeditada a la imagen política"

¿Te ves reflejado en la etiqueta ideológica de la derecha?

-Lo cierto es que yo no me considero especialmente de derechas. Yo soy crítico con Pedro Sánchez porque creo que Pedro Sánchez tampoco es de izquierdas, Pedro Sánchez es de Pedro Sánchez y va cambiando de ideología en función de su interés. En muchas cosas estoy de acuerdo con la izquierda, en muchas otras con la derecha: me considero un liberal más. He recibido ataques mucho más virulentos de parte de Vox que de parte del PSOE, tengo bastante libertad a la hora de opinar y digo lo que me parece. Lo deseable sería que todo el mundo hiciera lo mismo, pero es verdad que acarrea un coste. Es verdad que he perdido premios periodísticos, que me han vetado en algunos foros por el hecho de criticar al PSOE que en este momento está representado por este hombre. He perdido algunas oportunidades, pero qué se le va a hacer. Son peajes que uno debe pagar por ser más o menos fiel a su propia conciencia. Pero sí me da pena que en el futuro y en el presente la labor literaria esté supeditada a la imagen política. Espero ver una España menos polarizada, donde escritores liberales, socialdemócratas, conservadores y de todo tipo nos llevemos bien y podamos ser lo más transparentes posible en público sin temor a represalias.

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