Pedro Sánchez va a acabar haciendo posible aquello de que es imposible engañar a todo el mundo todo el tiempo. Sus cambios de opinión, por utilizar su terminología, son tan impredecibles, que lo único seguro es que no te puedes fiar de él por muchos pactos que firmes. Y esto vale también para sus adversarios.
Discrepo de quienes resumen los pactos de investidura con los partidos independentistas con un alarmante "Sánchez cede en todo", porque no es así. Sería más correcto "Sánchez engaña a todos", otra vez, a la vista del contenido de la mayoría de los acuerdos, que me he tomado la molestia de leer.
Lo único cierto es lo más gordo, la ley de amnistía, que le asegura la paz en Cataluña durante toda la legislatura. El resto son prebendas a determinadas Comunidades Autónomas ricas, como viene ocurriendo desde hace 30 años cada vez que PSOE o PP han necesitado los votos de los partidos nacionalistas.
Como no aprenden, la mayoría de los socios se van a encontrar con que Sánchez, como ya hizo con las promesas de investidura de 2018 y 2020, cumple un par de compromisos, tarde y mal, y retrasa el resto, para lo que contará con la ayuda, en esta legislatura, de un Senado controlado por el PP, al que además podrá echar la culpa.
Sánchez no ha cedido en todo. No ha cedido, por ejemplo, en el referéndum de autodeterminación, que se cita en el acuerdo con Junts precisamente como uno de los desacuerdos entre ambas formaciones. Porque el escrito de tres folios firmado por Puigdemont y Santos Cerdán es de lo más curioso, ya que muchas de los asuntos que "acuerdan" los dos partidos consisten en que Junts propondrá una cosa y el PSOE otra distinta, cuando no la contraria. El documento, por cierto, contiene un error grueso cuando afirma que Cataluña es "la única comunidad autónoma con un estatuto que no ha sido votado íntegramente por su ciudadanía". En la gran mayoría de las CCAA, entre ellas la valenciana, la ciudadanía no ha votado sus estatutos de autonomía. Puede que Junts no lo sepa, pero el PSOE sí debería.
¿Qué decir de la amnistía cuando ya se ha dicho todo? No se puede estar a favor de ella si, como es mi caso, estás en contra de los indultos gubernamentales, derecho de gracia decimonónico que debería, en todo caso, estar reservado al Tribunal Supremo, que es en última instancia el encargado de impartir justicia. La amnistía es como un indulto, pero a lo bestia.
Además, ¿amnistía, a cambio de qué? Veamos. En el documento de Junts (tres folios) la contrapartida de los de Puigdemont a la amnistía y demás compromisos del Estado con Cataluña ocupa una línea en el capítulo de acuerdos: "La investidura de Pedro Sánchez, con el voto a favor de todos los diputados de Junts". Y en el de ERC (catorce folios y medio), que también cita la amnistía, el compromiso de los de Junqueras frente a todo lo que les asegura el PSOE ocupa dos líneas: "Todas las diputadas y diputados de ERC en el Congreso votarán favorablemente la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno".
Al contrario que Sánchez, los nacionalistas, insaciables, no engañan a nadie, pueden negociar los tiempos pero no ceden ni un milímetro de terreno en sus reivindicaciones. Cabe recordar que uno de los lemas del nacionalismo es "ni un pas enrere".
Como ahora la amnistía, los indultos y la no menos infame rebaja del delito de malversación en el Código Penal fueron pasos intermedios cuya contrapartida también fueron votos para sostener a Sánchez. Por cierto, el delito de malversación sigue rebajado para los políticos corruptos desde su aprobación por el Congreso, vía enmienda, el año pasado. Dado que la diputada de Coalición Canaria rechazó con un "rotundo no" dicha rebaja, ya podría este partido, en sus "compromisos para el conjunto del Estado" pactados ahora con el PSOE, haber incluido que se dejaran como antes las penas para los malversadores del dinero público. A los del procés ya no les afectaría al no poder aplicarse con carácter retroactivo y estaríamos más protegidos frente a los sinvergüenzas.
Los más inocentes en los pactos, además de Compromís, han sido los de Coalición Canaria, a los que básicamente el PSOE promete "cumplir" los Presupuestos Generales del Estado de 2023 en lo que respecta a Canarias –se ve que el Gobierno no lo está cumpliendo–, mantener algunas ventajas fiscales vinculadas a su insularidad y generalidades del tipo potenciar, impulsar y desarrollar cosas. Palabrería. Eso sí, en el pacto con los canarios, firmado por parte del PSOE por la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, se acuerda "establecer en los próximos dos años un nuevo modelo de financiación autonómica". Pone plazo al contrario que en el acuerdo con Sumar-Compromís. Si no fuera porque lo ha firmado Montero, los valencianos hasta podríamos alegrarnos.
El PNV, que tuvo el privilegio de firmar y hacerse la foto del pacto con el mismísimo Pedro Sánchez, se centra en profundizar en el autogobierno, para lo que el PSOE le vuelve a prometer transferir al País Vasco las competencias que ya le prometió en 2018 y 2020 y no le ha transferido. Su pretensión del traspaso de la gestión de la Seguridad Social no se menciona expresamente, y cuando el PNV dijo tras la firma que estaba implícito en el texto, Montero se apresuró a rechazarlo de plano. Y acababan de firmar.
Sánchez tiene tan fácil cambiar de opinión sin perder apoyos, que se ha atrevido a firmarle al PNV una modificación del Estatuto de los Trabajadores, que afecta a todos los españoles, sin haberlo consultado con los sindicatos ni con la patronal. Ni con Yolanda Díaz, sospecho.
También aprovechan los vascos para sacarle al Gobierno 100 millones de euros –¿pero estos no tenían el Cupo?– "para la adaptación del euskera a la nueva era digital". Es lo que tiene ponerse el último en la cola de pedigüeños, que metes cosas que por ejemplo a Compromís no se le habían ocurrido. En aras de la igualdad, Mazón debería correr a reclamar no 100 millones para la adaptación del valenciano a la nueva era digital, sino 200, dado que somos el doble de habitantes.
En los pactos del PSOE con ERC y Junts echo en falta, entre las demandas de nuestros primos del norte, una referencia al Corredor Mediterráneo ferroviario, infraestructura fundamental para vertebrar sus ensoñados Països Catalans. ¿Será que les importa una higa el Corredor al sur de Tarragona después de que, el pasado miércoles, entrara en servicio la primera conexión ferroviaria de mercancías directa entre el Puerto de Barcelona y Francia? ¿Será que les interesa más la conexión con Madrid? Dirás que ya se incluyó en el pacto PSOE-Sumar, pero no es lo mismo que figure en un documento de 48 páginas lleno de buenas intenciones, mezclado con promesas para otros corredores, que en los breves pero muy detallados compromisos firmados con los nacionalistas.
Lo que ha demostrado este proceso de negociación es que lo que era "imposible" deviene de repente en "improbable", y después en "posible", para, tras un lento proceso de maduración de la ciudadanía a base de sesudos razonamientos de los juristas de parte y opiniones de columnistas y tertulianos muy sabios de tanto rectificar, alcanzar el grado de "conveniente". Y ya se puede poner negro sobre blanco.
Por ejemplo, el PNV incluye en el pacto con el PSOE la cesión gratuita al Ayuntamiento de Hondarribia de unos terrenos situados en el espacio maritímo-terrestre donde hay un polideportivo. Tanto lío con la Marina de València, tanto trabajar Marí Olano en una solución jurídica, tanto deslinde en Dénia, y resulta que la solución es tener unos escaños que le puedan hacer falta a Sánchez.
Por cierto, eso ya se lo prometió al PNV cuando la investidura de 2020 y tampoco lo cumplió.