VALÈNCIA. Rafael Chirbes Magraner (Tavernes de la Valldigna, 1949 - Beniarbeig, 2015) antes de ser novelista, fue crítico literario y articulista de opinión, ocupaciones para las que tuvo que hacer de observador sagaz de su tiempo político, convulso y cambiante. En el presente mes, Altamarea Ediciones publica Asentir o desestabilidad, la recopilación que presenta una brillante muestra de su trabajo como periodista cultural entre 1975 y 1980 en publicaciones como Ozono, Saïda, Reseña o La Calle. El docente e investigador de la Universidad Autónoma de Madrid Álvaro Díaz Ventas edita y prologa esta crónica cultural de la Transición que contempla desde reseñas y artículos hasta entrevistas a grandes personalidades de la literatura española que el joven Chirbes realizó antes de debutar como novelista y que restituyen, en su conjunto, una imagen precisa y a contracorriente de los que fueron los hitos y los protagonistas de la vida cultural del período de la transición democrática.
La causticidad del autor embiste contra los tejemanejes de los premios literarios, la industria cultural y los políticos, que quieren que “la inmensa mayoría aceptemos las reglas de un juego que acaban de inventarse”. El estilo de no ficción de Chirbes anticipa su futuro carácter como novelista desde una perspectiva orgullosamente contracultural que habla tanto de su personalidad, como de la sociedad de aquellos años en los que el país entró en una nueva fase política. "Escribo con el terror colgado de los dedos, porque escribir en España, hoy, es asentir o desestabilizar. si la palabra no es moderada, no es serena, no es imparcial, es —dicen– desestabilizadora. Y mi palabra no quiere ser ni moderada, ni serena, ni imparcial", declara en las páginas del libro.
Dentro de la colección Maestrale de la editorial madrileña, encontramos estos textos que hoy en día, siguen conectando con la agenda mediática. En ‘Historia de Elio’: Autobiografía mística de don Ramón Tamames, Rafael Chirbes ironiza contra el entonces Diputado en las Cortes Generales cuyo discurso en la pasada moción de censura es de las publicaciones políticas más vendidas en Amazon: “El señor Tamames estuvo en la cárcel; allí debió leer media docena de novelas; como hombre voluntarioso que es, y no pareciéndole difícil aquel arte, se puso manos a la obra y, en poco tiempo, se encontró con un producto de su propia creación. Una novela que no dé dinero no es una novela en la que haya merecido la pena invertir tiempo. Por esa razón, Tamames le vendió su obra al señor Lara, dueño de Planeta y fantasma al que teme especialmente —y detesta— quien esta crónica escribe. Para el señor Lara, como para Tamames, la letra —y el tiempo— son convertibles en oro”.
Díaz apunta en la introducción que frente al panorama cultural que vivió el escritor durante la Transición “los textos dispersos reunidos aquí demuestran cómo nuestro autor, desde este momento inicial en su trayectoria, fue también plenamente consciente de que la pugna entre las dos concepciones culturales antagónicas desgranadas más arriba tendría un correlato político: ‘Aquel joven que yo era había empezado a darse cuenta de que, como en otras épocas de la historia [...], las ideas políticas buscaban sus aliados en las escuelas artísticas’. De manera paralela a la transformación cultural acaeció también, en la misma dirección, la transformación social y política con la que culminaría el proceso de Transición democrática, que aparece como otro motivo destacado en este corpus de textos del autor, anticipando asimismo otro de los temas fundamentales de sus planteamientos éticos y de su proyecto literario: la denuncia de ‘esa larga traición llamada Transición’”.
El investigador recoge también cómo el propio novelista reflexionaba años después sobre el parecido “entre la imposición de ese nuevo panorama cultural y de las transformaciones políticas acaecidas durante aquel periodo: ‘durante la década de los setenta, hubo en España un activo grupo que declaró obsoleta la literatura con tema, el realismo: expulsó a la novela de la calle, mirando el género con la altivez intelectual de quien cree saber de sobra todo cuanto no le concierne, o ridiculizando las pretensiones de la novela de participar en el perpetuo debate para construir otros imaginarios, otras sensibilidades. Se la envió al salón de lo específicamente literario, a emprender una fantasmagórica revolución sintáctica’”.
El ganador en 2007 del Premio de la Crítica de narrativa castellana por Crematorio y en 2013 por En la orilla, novela que además fue galardonada con el Premio Nacional de Narrativa, vivió una infancia marcada por el trágico suicidio de su padre, peón de vías y obras, cuando tenía cuatro años. Su madre, guardabarrera de profesión, fue depurada por el franquismo y mandó al joven Rafael a un colegio de huérfanos de ferroviarios en Ávila. Tras la falla vital que lo arrancó del Mediterráneo para vivir en la pardeza castellana y en la ambivalencia lingüística (“La separación de la familia me resultó en parte trágica [...], pero también excitante. En Castilla se me transmitió cierta sequedad de carácter y [...] me familiaricé con la lengua en la que escribo”, Chirbes se matriculó en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció en Historia Moderna y Contemporánea en 1973 tras dudar entre esta especialización o los estudios de Literatura.
Asentir o desestabilizar. Crónica contracultural de la Transición es un conjunto de textos hasta el momento indocumentados y perdidos que la exhaustiva investigación de Rafael Díaz Ventas ha recuperado. Una ventana a la pluma más periodística del autor pero que no deja de lado su capacidad para emplear los recursos poéticos y las estructuras formales de su narrativa.