ALICANTE/BENIDORM. Este es el cuarto verano desde que se desató la pandemia por los contagios de covid-19 en el mundo. Una temporada en la que había muchas esperanzas puestas para recuperar la actividad que había antes de la crisis sanitaria. La nueva consellera de Turismo, Nuria Montes, alimentaba los ánimos afirmando que podría ser el mejor de la historia. Una vez finalizado agosto, y a una semana de que se dé por terminada la campaña estival, el balance es desigual según sectores y destinos, pero con puntos en común: menos turismo nacional (que ha vuelto a salir fuera) y menos gasto.
Es cierto que la recuperación (y no completa, pues por ejemplo el Reino Unido sigue por debajo de sus mejores años) del turismo internacional ha compensado en buena medida el hecho de que los españoles, cuando han podido, han vuelto a viajar al extranjero. No obstante, los visitantes en general han pasado menos días en la provincia de Alicante, y han intentado gastar menos. En general, con más afluencia se ha conseguido una facturación similar, con la diferencia de que la rentabilidad es menor por el incremento de los costes.
Desde el patronato de la Costa Blanca, su director, José Mancebo, indica que a finales de agosto "tenemos prácticamente los mismos números de ocupación y pasajeros, apenas medio punto de diferencia respecto a 2019. Teniendo en cuenta factores como la inestabilidad geopolítica en el este de Europa, la subida de precios o la recuperación de la conectividad, que siempre es a largo plazo, se demuestra una vez más la fortaleza de nuestro destino. El comportamiento del internacional ha sido excelente y también del visitante de nuestro país, pese a la convocatoria de elecciones en pleno perdido vacacional".
Eso sí, "de autocomplacencia, nada. Que la temporada vaya a ser excelente no oculta que nos enfrentamos a retos importantísimos en los próximos meses y que hemos de evaluar, más sosegadamente, con el sector y cuando finalice la temporada, otros factores igualmente importantes, como la gestión de esta temporada alta o la rentabilidad".
La patronal hotelera Hosbec apunta a un verano récord de ocupación y producción, pero no en beneficio. "Somos menos rentables", reconoce a este diario el presidente de la asociación, Fede Fuster. El problema principal viene por el incremento de costes. Este verano se ha experimentado una subida de precios por noche en los alojamientos. Sin embargo, no ha sido suficiente como para hacer frente a los efectos de la inflación, con subidas generales de la luz, la alimentación o incluso el salario de los trabajadores con el acuerdo del nuevo convenio colectivo.
Como se advertía, queda aún una semana para dar por concluidos los días grandes del verano para el turismo. Esta fecha se marca a partir del inicio del curso escolar, que este año es el 11 de septiembre. En comparación a 2019 -último verano antes de la pandemia-, la ocupación es mayor, y eso que ya se hablaba de un año récord. Fuster adelanta que el incremento de la producción estaría en torno al 7 y el 11%, aunque siempre dependerá del destino. Insuficiente de todos modos si se tiene en cuenta que calculan un incremento del 30% para los costes.
La ciudad de Benidorm ha ido desgranando algunos datos que podrían apuntar a este verano histórico, como es el caso del incremento del consumo del agua y el número de coches que entran a la ciudad. Algo que a simple vista demostraría el aumento de personas en el municipio. Sobre esta teoría tiene una explicación el presidente de la asociación valenciana de apartamentos turísticos (Aptur), Miguel Ángel Sotillos. El empresario ha comprobado que los turistas nacionales han acortado el número de días que se van de viaje. Por lo tanto, contratan menos estancias y para ocupar todos los días del mes necesitan más clientes.
Con todo, el balance es positivo: "Es un buen verano, por encima del 2019 en ocupación y facturación", apostilla. Sobre todo para zonas como Benidorm, donde se nutren casi a partes igual por el mercado nacional como el internacional. Es decir, cuando el español acorta estancias, tienen una demanda amplia de donde mantener la ocupación. Más complicado ha sido para destinos como Dénia o Gandía debido a la alta dependencia del turista patrio. Pero la situación a grandes rasgos es similar a la de los hoteles. Han facturado más, se han subido los precios entre el 6 y el 15%, según las tipologías y la fecha, pero insuficiente para cubrir con el incremento de costes.
En líneas generales, la entrada de turismo internacional ha mejorado sensiblemente respecto al año pasado y se puede hablar casi de cifras prepandemia, con alguna salvedad. Así lo indican fuentes del aeropuerto de Alicante-Elche, que destacan que "el verano ha sido positivo puesto que se han superado sustancialmente las cifras del pasado y el tráfico ha estado en niveles muy similares a los de 2019".
En cuanto al origen, "destacan los importantes crecimientos porcentuales de mercados como el nacional, los Países Bajos, Bélgica, Francia e Italia, que han tirado del tráfico en verano y que en el dato acumulado desde enero nos permiten haber superado ya los pasajeros previos a la pandemia". Pero por otra parte "el mercado británico aún tiene margen de recuperación ya que vemos que se queda un 10% por debajo de las cifras de verano de 2019".
Las diferencias en la composición del turismo que ha llegado este verano a nuestra provincia se deja sentir en aspectos como el consumo. La vicepresidenta de la asociación de comerciantes Fapcyme, Belén Puig, señala que "las ventas del comercio y la hostelería se han situado en niveles similares a los del verano pasado, pero sin llegar a recuperar las cifras prepandemia. El consumo de visitantes nacionales, que ha bajado, se ha visto compensado con el consumo de los turistas extranjeros que nos han visitado. Ha habido una buena afluencia de consumidores a los comercios pero el gasto has estado por debajo del esperado".
En este sentido, la presidenta de la asociación de hosteleros de la provincia Apeha, María del Mar Valera, resume que "ha sido un verano muy extraño; la suerte que hemos tenido es que ha venido mucho turismo extranjero, que creo es el que nos ha salvado el verano". Sin embargo, admite que "es cierto que el consumo se ha visto reducido y la mayoría iban al consumo mínimo, sin embargo ha subido el consumo del cliente del aperitivo: la gente viene con su comida pero van al bar y toman algo antes".