Elche y Alicante se miran de reojo y con recelo desde hace décadas. Seguramente esa “competición” entre las dos ciudades sea relativamente moderna en términos de historia y además, impostada. Ha influido mucho que mientras en Elche desde 1979 han predominado los gobiernos socialistas, todas las legislaturas menos dos hasta la fecha, en Alicante desde Lassaleta y Ángel Luna, es decir desde el año 1995 y salvo el impass de Echávarri, siempre ha gobernado el PP.
Otros elementos que han participado en esta extraña relación han sido variables como que Alicante es la capital de una provincia donde hay municipios de bastante menos tamaño salvo Elche que, además de estar muy cerca en distancia, (las dos ciudades están separadas por 21 kilómetros que en carretera son 27), desde el punto de vista de la población, el territorio y la economía están muy igualadas. Alicante tiene 332.000 habitantes, Elche 232.000. El término municipal de Elche es de 326 kilómetros cuadrados, Alicante 201. Alicante siempre ha necesitado el suelo de Elche y Elche los beneficios de la atracción de la capitalidad de Alicante.
Ayer el alcalde de Alicante, el popular Luis Barcala, recibió al de Elche, el popular Pablo Ruz, en un intento de dejar atrás lo que separa ambas ciudades y cooperar para, al menos, dejar de ser la provincia peor financiada del país. Sobre el ambiente pero con otros nombres planean los PATEMAES, PATS, ejes, triángulos, áreas metropolitanas y todo lo que ustedes quieran retrotraerse atrás. Ha habido varios estudios de las universidades intentando poner en un papel, en muchos, cómo podrían ambas ciudades beneficiarse mutuamente y disparar su potencial. Muchos de esos estudios se han hecho sin tener en cuenta las dos perspectivas o como pasa muchas veces, sin trabajo de campo y sin todas las opiniones.
La foto de Sonia Castedo y Mercedes Alonso “superamiguis” que no pasó de ahí el 15 de junio de 2011 es el precedente a una serie de incursiones que llegaron después con el mismo o peor resultado. Castedo y Alonso no tuvieron sintonía nunca. Ni González y Echávarri. Aún tengo en mi cabeza la cara de póker de Carlos González, exalcalde de Elche, el día que fue invitado a un acto en Alicante donde se presentó uno de estos planes provinciales donde no se había consultado a Elche para nada. O el plantón del breve gobierno del socialista Echávarri a una de estas reuniones celebrada en Elche. Se intentó algo que se llamó PAT y que “organizaron” desde la Generalitat. No gustó ni a Elche ni a Alicante y se quedó en lo de siempre.
Era 2018 y Luis Barcala lideraba la oposición ya entonces en Alicante y Pablo Ruz en Elche. Tras estos desencuentros los dos responsables del PP que estaban en la oposición en ese momento se reunieron y se “prometieron” que si ellos acababan siendo alcaldes de las dos ciudades habría entendimiento y colaboración. Fue el 19 de septiembre de 2019.
La reunión, la firma de libros de honor, las fotos y las declaraciones de buenas intenciones y amor infinito de ayer pueden ser más de lo mismo, o no. Está en ellos y en su capacidad como líderes de negociar, ceder, consensuar y avanzar. Temas comunes hay a chorros. Medioambientales, carreteras, trenes, crecimiento del aeropuerto en la manida segunda pista, turismo, transporte, cultura, economía, deporte, empleo, ocio, residuos…
Ayer el alcalde Pablo Ruz calificó el día de histórico. Es obvio que coinciden voluntades como dijo y se dan otras circunstancias que probablemente en otro momento no se habían dado, pero me van a permitir que sea un tanto escéptica con este nuevo intento. He vivido ya varios. Habrá que trabajárselo mucho y con mucha sensibilidad. Eso sí, solo con que se consiga uno de los muchos temas que se han propuesta ya habrá sido más que todo lo que se ha hecho anteriormente.