ALICANTE. Ha aparecido un cubo de hormigón en la Serra Grossa. Una pieza que se eleva sobre cuatro patas para asomarse a ver el mar. Un cubo que flota sobre la montaña y saluda a los pasajeros del TRAM. Un bloque que esconde un secreto en su interior. Pieza que forma parte del trabajo de los alumnos de arquitectura de la Universidad de Alicante durante el curso de Proyectos Arquitectónicos del profesor Francisco Leiva.
El curso comenzó en septiembre de 2018, cuando los alumnos descubrieron La Británica y la necesidad de intervenir en ella, entendiéndola como uno de los lugares con mayor potencial de la ciudad de Alicante que, paradójicamente, es a su vez un lugar ampliamente desconocido por sus habitantes. A los estudiantes de Arquitectura les motivaba enormemente producir ideas que tuvieran una repercusión real en el imaginario colectivo de la ciudad, para sintiendo que proyectos son un recurso útil para el desarrollo de la ciudad, ya que habitualmente no tienen la oportunidad de exponerlos fuera del ámbito académico.
Para el planteamiento del curso abordaron el complejo de La Británica desde una perspectiva arquitectónica propositiva. Plantearon la premisa de que el uso principal debía centrarse en lo lúdico, teniendo siempre presente la experiencia sensorial única de recorrer estos espacios y su valor patrimonial. La Británica se podría convertir así en un balneario. Parecía lógico, pensando en su situación geográfica como una oportunidad. Y es que las entradas al complejo se sitúan a solo unos metros del mar y con las perspectivas del planteamiento del nuevo paseo litoral. Así, la vinculación entre las galerías y la playa resultó casi instantánea.
A menudo se plantea la playa y la montaña como los dos grandes hitos de la ciudad y La Británica, en sí, puede entenderse como la conjunción de ambos. De este modo, el paseo litoral recorrería el interior de la montaña a través de las galerías dejando de ser un paseo bajo el sol para ser un paseo bajo la montaña en este tramo. Alicante deja de ser sólo sol y playa. Las galerías serían por tanto espacios con ciertas características reguladas como la introducción de una cota de agua variable o temperaturas regulables que tienen que ver con el mundo de los balnearios. Una tipología que ya tuvo un gran protagonismo en la ciudad de Alicante a principios del siglo pasado.
Por otra parte, durante el desarrollo del proyecto, este mundo reglado entraba en contraste con la experiencia del usuario que quiere descubrir el lugar por sí mismo y no perder la oportunidad de que los espacios le sorprendan. Por ello han decidido proponer el hecho de mantener también esta opción de visita y trabajar en dos líneas: Una que tiene que ver con La Británica como sistema que proporciona al usuario condiciones de confort (temperaturas, terapias, vestuarios e incluso un breve alojamiento) y otra que tiene que ver con la exploración más intuitiva por parte del usuario.
Además, tras la experiencia de recorrer personalmente el interior de la montaña, es imposible no reparar en las posibilidades sensoriales del lugar (la roca, la oscuridad, el sonido, la inmensidad el espacio…) que en nuestro caso se verían amplificadas por la introducción del agua y el trabajo de la iluminación. Por lo que también se plantea el complejo como un museo inundado. Una invitación a la experimentación y exhibición artísticas, siempre en contacto con el agua. Paralelamente al desarrollo proyectual sobre el uso del interior de las galerías y volviendo a la importancia de su situación geográfica, también han dedicado un parte del proyecto a tratar su entorno más inmediato, recuperando la línea de costa como suelo totalmente público y trabajando las conexiones con la montaña de la Serra Grossa como otro espacio natural lleno de posibilidades.
Los estudiantes plantearon culminar el curso con una acción directa en la ciudad que invitara a los ciudadanos a sumarse a su interés por el lugar. Así surgió la idea de proyectar una pieza artística que se sitúa en el espacio público próximo a las galerías. Esta pieza es un cubo de hormigón que alberga en su interior una reproducción a escala 1:20 de una de las cúpulas de La Británica. Situada en la antigua cantera de Sangueta y contando con una de las mejores panorámicas marítimas de la ciudad, su ubicación en este paisaje privilegiado hace que sirva como reclamo para la visibilización y la reivindicación no sólo de la necesidad de intervención en las galerías, sino en todo el entorno de la cantera. Es una pieza en la que introducirse. Experimentación para sus visitante. Inmersión: el movimiento del viento en su interior, la reverberación del sonido, la vista a través de perforaciones a la montaña y al mar, la sensación del peso del hormigón sobre uno mismo… pretenden en definitiva reflejar las sensaciones que provoca el interior de las galerías.