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historias del diseño valenciano

Alicante, 1985: El Diseño de una noche de verano

Alicante albergó, en julio de 1985, unas jornadas en torno al diseño industrial y de moda que reunieron a una constelación de profesionales de primer orden en el concierto internacional

17/03/2022 - 

VALÈNCIA.- «Un antes y un después en la escena del diseño de la Comunitat Valenciana». Así califica Xavier Giner, profesor en la Escola d’Arts i Superior de Disseny de València, la celebración de las jornadas sobre diseño que tuvieron lugar, del 1 al 5 de julio de 1985, en Alicante.

El Encuentro Internacional de Diseño, organizado por el Impiva (Instituto de la Mediana y Pequeña Empresa) en la sede de la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, estaba enmarcado dentro de las acciones de promoción del diseño que venía desarrollando esta institución. Un año antes se habían puesto en marcha las becas internacionales y se trabajaba codo con codo con los diseñadores valencianos con el objetivo de poner en marcha una asociación profesional: la futura Associació de Dissenyadors del País Valencià, que vería la luz poco después. Alejandro Mañes fue uno de los nombres destacados dentro de esta entidad pública y uno de los responsables de pergeñar actividades en torno al diseño, acompañado de nombres como Joaquín Mafé, Francisco Más Verdú, Joaquín Ibáñez o Xavier Bordils y bajo la dirección de José María del Rivero. 

«En el Impiva entraron dos nombres que fueron claves en la organización del encuentro —explica Mañes—: Luis Peña, en el área de diseño industrial, y Paco Santonja, en diseño de moda». Igualmente, señala que Alicante fue la ciudad escogida para la celebración del encuentro al contar con sectores productivos muy importantes, como mueble, calzado, textil o juguete. Asimismo, como Giner, Mañes considera las jornadas «un aldabonazo, un factor iniciador de lo que posteriormente se ha recogido en materia de diseño en la Comunitat Valenciana». El encuentro se complementó con distintas exposiciones (que tocaron diseño industrial, cerámica y moda). La más importante de ellas, y que tuvo el castillo de Santa Bárbara como emplazamiento, abarcaba cuatro áreas en torno al diseño de producto. La concepción de la muestra Diseño, diseño corrió a cargo de un equipo multidisciplinar, dependiente de la Fundación BCD (Barcelona Centre de Disseny).

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Otra de las asistentes al encuentro fue Amparo Sena, quien había entrado en contacto con el mundo del diseño a través de un curso promovido desde la Cámara de Comercio de València. Sena estaba, en esos momentos, colaborando en la formación de la ADPV y, en diciembre de ese mismo año, entraría en el Impiva. Sena coincide con Mañes en englobar las jornadas dentro de las acciones de promoción del diseño a cargo del Impiva, que tendrían como brazo visible los Premios de Diseño y Moda que se instalarían posteriormente en la plaza del Ayuntamiento de València a finales de 1985. Sena considera que los Encuentros de Alicante se salieron del guión porque «no había por entonces actividades de este tipo en España». El precedente más inmediato había sido la séptima edición del Congreso del ICSID (Consejo Internacional de Diseñadores Industriales) celebrado en Ibiza, en 1971, en un ambiente casi contracultural. Sena destaca «el extraordinario nivel» de los ponentes y la accesibilidad de estos, ya que era muy sencillo «detenerse y conversar con cualquiera de ellos» en los pasillos, tras su participación.

Un plantel con repercusión en medios 

Desde el Impiva, Paco Santonja se hizo cargo de la organización del área de diseño de moda, mientras que Luis Peña haría lo propio con el diseño industrial. El encuentro se celebró a través de cinco jornadas maratonianas —abarcaban charlas, mesas redondas y conferencias a lo largo de todo el día— y contó con un plantel de participantes excepcional, con diseñadores de referencia a escala nacional e internacional: Santiago Miranda, Alberto Corazón, André Ricard, Alessandro Mendini (estudio Alchimia), Philippe Stark o Dieter Rams, entre muchos otros. La selección de ponentes, heterogénea, se abrió a la participación de periodistas, filósofos y sociólogos como Amando de Miguel o Luis Racionero.

Santiago Miranda (premio Nacional de Diseño 1989) fue uno de los diseñadores invitados. Miranda había terminado sus estudios en 1971 e inmediatamente se trasladó a Milán, donde entró a formar parte del Consejo de Diseño de Olivetti en labores de comunicación gráfica. Cuatro años después fundó su actual estudio junto con Perry King. «Cuando recibí la invitación —rememora Miranda— estaba un tanto desconectado del panorama del diseño en España. Yo había apostado por Italia, porque en aquellos momentos en ese país se estaba cociendo una realidad muy distinta a la española en materia de diseño. España padecía un retraso respecto a Italia en cuanto a la comunicación de esa creatividad. El encuentro fue un ejemplo del cambio que se estaba produciendo. Con esta y otras acciones, el Impiva rompió muchas barreras psicológicas, no solo a escala de la Comunitat Valenciana sino también a escala nacional».

La organización del encuentro cuidó especialmente la atención a medios y las jornadas no pasaron desapercibidas para diarios de información general, como Levante-EMV, Información, Diario 16 o La Verdad y el Impiva llegó a un acuerdo con Juli Capella y Quim Larrea, por aquel entonces al frente de la revista De Diseño (ambos pondrían en marcha posteriormente ARDI) con la finalidad de cubrir el encuentro. Larrea y Capella publicarían dos separatas especiales en los números 4 y 5 de la revista, con un prólogo a cargo de Luis Peña, donde el miembro del Impiva señalaba la necesidad de actuar en los tres frentes del diseño: diseñador, empresario y formación. Peña reclamaba en aquel prólogo «la urgente necesidad de organizar un encuentro físico entre empresarios y diseñadores, donde los primeros supieran qué hay detrás de un proyecto de diseño». 

Unos encuentros horizontales y accesibles

Para Capella, aquellas jornadas, con apenas veinticuatro años, fueron una experiencia iniciática, un encuentro «muy emotivo y apasionado en el que no había ni rastro de tufillo académico». Uno de los aspectos más importantes apuntados por Capella es la juventud del auditorio: entre los más de doscientos asistentes, la mayoría eran profesionales del diseño y estudiantes, procedentes mayoritariamente de Alicante y Valencia, con el grupo La Nave prácticamente al completo. En opinión de Capella, los asistentes «tenían la conciencia de que el diseño era un ámbito que estaba a punto de arrancar con muchísima fuerza. Luis Peña tenía muy claro la necesidad de una apuesta institucional del diseño como valor estratégico». El arquitecto y escritor señala la sensación festiva del evento pues tras las ponencias «podías salir a cenar y tomarte una copa con diseñadores como Mendini, Miranda o Stark, considerado entonces como el enfant terrible del diseño europeo». Capella apuntala un dato sobre la ausencia de fronteras entre participantes y asistentes: «Existía una gran accesibilidad en todo momento y tuve la oportunidad de conocer a toda la pandilla valenciana: Gallén, Figuerola, Lavernia, Belda, Nebot… Me llamaba la atención que entre ellos no existía competitividad; se recomendaban unos a otros en una cadena de autoayuda y promoción». 

Juli Capella estaba plenamente convencido de que aquel encuentro tendría una continuidad. Pero no la hubo más allá de las jornadas bautizadas como Caleidoscopio, que tuvieron lugar en Alicante (1993) y Elda (1994). 


Marcaron a una generación

Para Xavier Giner, el encuentro en Alicante fue su primera toma de contacto con el mundo del diseño a través de un amigo que estudiaba en la Escuela de Artes y Oficios. «Fue un momento de descubrimiento», afirma el profesor de EASD València recalcando que «cambió mi vida». Gracias al encuentro, Giner entendió la capacidad que tiene el diseño a la hora de transformar la realidad cotidiana y apunta a la «intensidad y diversión» con que se desarrollaron las jornadas. Además, como Capella, se pregunta por qué no tuvieron continuidad en el tiempo: «El ambiente era muy próximo y distendido; se percibía el buen rollo que ha sido siempre el santo y seña del diseño en la Comunitat Valenciana». 

Otro de los asistentes a los que el encuentro marcó profundamente fue Mario Ruiz, premio Nacional de Diseño, pese a que por aquel entonces andaba todavía algo desorientado: «En 1985 me encontraba cursando COU —recuerda Ruiz—. Ni siquiera sabía demasiado bien qué era el diseño ni en qué consistía la profesión». Según explica, fue a través de su padre, quien trabajaba en la Caja de Ahorros, como se enteró de las jornadas: «No conocía a los ponentes y años más tarde, cuando tuve conciencia, quedé asombrado por la calidad y pasión que añadieron a sus intervenciones. Fue un punto de inflexión en mi vida. Aquel encuentro definió mi futuro profesional». 

Para Ruiz, la elección de Alicante para acoger las jornadas fue chocante pues «en la ciudad nunca se había hecho nada en materia de diseño» y fue precisamente en el transcurso del Encuentro donde Ruiz entró en contacto con Capella y Larrea, «una pareja muy irónica y generosa con los diseñadores, que han contado siempre el diseño desde una perspectiva didáctica y divertida».

* El artículo se publicó íntegramente en el número 89 (marzo 2022) de la revista Plaza

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