ELCHE. Hace tan solo un par de semanas la Agencia Espacial Europea (ESA) validaba el gravímetro de la ilicitana Emxys, spin-off del Parque Científico de la UMH, para participar en la misión Hera. Después de que a finales de septiembre la NASA consiguiera aterrizar sobre un asteroide por primera vez en la historia, ahora la ESA será la encargada de enviar una sonda con dos nanosatélites para analizar el estado del cuerpo celeste tras esta operación. Una misión que costará 350 millones de euros y en la que la compañía ilicitana aporta este artefacto que se encarga de medir la gravedad.
Una autorización que llegó hace apenas dos semanas, pero que es el fruto del trabajo de seis años. Desde 2016, y seleccionados por la agencia junto al Real Observatorio de Bélgica —ellos ponen la ciencia y la compañía ilicitana la ingeniería— en un proceso de concurrencia, la compañía empezó a trabajar en los cálculos e informes para demostrar que su propuesta para la misión era factible. Tres años para demostrar que se podía hacer, "tres años solo de teoría", explica el CEO de la compañía, José Antonio Carrasco, para mostrar que el diseño podía funcionar. Tras la luz verde, en 2019 la Agencia liberó financiación para que Emxys pudiera hacer el prototipo que habían propuesto e ir superando las fases. Primero se autorizó a montar el prototipo, con el que se estuvieron haciendo pruebas durante un año, y después el siguiente hito fue fabricar el modelo de ingeniería, que es con el que han estado realizando pruebas hasta hace escasas dos semanas.
"Teníamos que demostrar que el instrumento va a ser capaz de funcionar en todas las simulaciones de la investigación", explica Carrasco, "cuando acabas, queda reventado", comenta en todo desenfadado. El artefacto ha pasado una serie de exigentes pruebas para ver cómo funcionará en el vuelo real, simulando el funcionamiento del sistema en la misión, "su comportamiento en una cámara de vacío con ciclados térmicos, después comprobar que funcionará en vacío y a la temperatura que toca...". Una serie de pruebas para la puesta a punto en 18 meses y que tras los resultados, ahora la ESA les ha autorizado a construir el gravímetro final que será el que viaje finalmente a Dimorphos, el nombre del asteroide al que se dirigirá la misión de la sonda Hera.
Las pruebas han sido en Madrid (con la compañía Alter Technology), en Bruselas en el Royal Observatory of Belgium y en el STEC en Holanda. Un instrumento que es "lo último en tecnología mecánica y electrónica, lo más avanzado". Precisamente de esa parte mecánica se ha encargado otra empresa de Elche, Logo 2, que también trabaja para otras firmas espaciales. "Aquí hay piezas mecánicas que están construidas a menos de 10 micras de precisión", explica Carrasco. Está hecho con aleaciones de cobre y berilio, con capas recubiertas de oro para que no se oxide durante el viaje espacial.
Un aspecto clave "para que no cambien las propiedades, porque dentro hay piezas que tienen que medir la gravedad, por lo que las variaciones de temperatura no pueden afectar a la medida de la gravedad". Esas piezas están hechas de wolframio y titanio, elementos seleccionados para que las propiedades del gravímetro no varíen con el tiempo ni el cambio de temperatura. "La lámina de berilio y oro es la que mide la gravedad, tiene 50 micras de grosor y unas imperfecciones de menos de 10 micras". Cada lámina se tarda un mes en fabricar, y después hay que calibrarla.
Para que se vea el nivel de precisión del artefacto, el gravímetro de las misiones Apollo pesaban en torno a 15-20 kilos, este tan solo pesa 385 gramos. Cada eje de esa forma en 'L' mide 8 centímetros. De hecho, es un aspecto clave, porque suponía algo novedoso al ser muy ligero, "llevar cualquier cosa a un asteroide es carísimo, y con esto se reduce el precio", especifica el CEO. Además, y en el pequeño apartado de historia, las únicas misiones que han posado un gravímetro en un cuerpo exterior fueron precisamente las misiones Apollo, en este caso en la Luna. El siguiente será en el asteroide Dimorphos, a cargo de una empresa de Elche.
En cuanto al desarrollo de la misión, la ESA lanzará la sonda Hera con dos nanosatélites al asteroide binario (uno más grande, Didymos, y uno más pequeño orbitando a su alrededor, Dimorphos), Milani y Juventas, en el que viaja el gravímetro. Este aterrizará sobre Dimorphos, a diez kilómetros de distancia, cayendo durante dos días mientras da vueltas. Una larga caída porque la gravedad en torno al asteroide es de 3 millones y medio de veces más débil que la gravedad en la Tierra. El satélite tiene encargados varios experimentos, pero se conectará al gravímetro en la última fase de los mismos, en la de aterrizaje, cuando se esté más cerca del asteroide en el que Juventas aterrizará. El instrumento de Emxys tiene el objetivo de medir cuánto atrae el asteroide a la sonda, "cómo de fuerte es la tracción", aclara Carrasco. La ESA hará mediciones para estudiar cómo ha afectado el choque y medir las propiedades físicas del asteroide. Otra de las misiones que lanza Hera con Juventas es un radar que es capaz de penetrar debajo de la superficie para saber las capas que forman el asteroide, qué tipo de piedras lo forman.
Una validación que llega ahora en pleno furor espacial en el municipio, con la presentación reciente de la candidatura para acoger la Agencia Espacial Española en el Campus Tecnológico. Una noticia que Emxys, firma referente en el sector, y cuyos miembros fueron parte de los artífices de atraer el congreso espacial de 2023, recibían mientras se armaba la candidatura. De momento, otro hito para la compañía, con un proyecto de alta tecnología que continúa elevando la mirada de Elche al espacio. Esta vez, con una pequeña rúbrica en un asteroide en 2024.