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del derecho y del revés / OPINIÓN

Continuidad de la pandemia

24/01/2021 - 

Las noticias que vamos recibiendo en estos días resultan de lo más inquietantes. Los hospitales de la provincia de Alicante están desbordados, y no es un decir, sino que literalmente hay camas instaladas por doquier, en las entradas, pasillos, capillas, cafeterías y otras zonas auxiliares, que antes estaban destinadas a servicios de los centros y no se consideraban aptas para tales menesteres. Hasta el hospital de campaña del General de Alicante, una obra provisional faraónica, que estaba siendo empleado como centro de acogida de inmigrantes o para la realización de pruebas COVID, parece haber alcanzado ya casi prácticamente su máxima ocupación, como hospital propiamente dicho. De las UCI no hablemos, pues están saturadas también. Y, en cuanto a las cifras de contagios y fallecidos desde que arrancó el año, resultan francamente espeluznantes. No nos podemos ni debemos contar cuentos de hadas a nosotros mismos, sino que hemos de ser realistas. La actual presión hospitalaria, al ritmo diario de ingresos, resulta insostenible. Así las cosas, algo habrá que hacer al respecto, por más que nos cueste a todos un auténtico sacrificio y nos angustie la posibilidad de regresar a la casilla de salida del año pasado. Cómo olvidar que estuvimos más de tres meses sin salir de casa, pero que gracias a ello conseguimos frenar la gran hecatombe sanitaria, aunque esa primera fase se cobrara, aun así, demasiadas vidas.

Hoy, cuando escribo estas líneas, hace exactamente un año que se decretó el confinamiento de Wuhan, la zona cero donde se declaró el primer brote de la pandemia. Demasiadas cosas han cambiado en estos largos doce meses de tantos vaivenes. Los diferentes gobiernos de los países del mundo, salvo, al parecer, los de China, van dando palos de ciego, demostrando que tanto los métodos como los medios materiales que se emplean en Occidente carecen de la eficacia que han demostrado los orientales. Allí han conseguido detener la pandemia, pero sus modos no nos cuadran, pues chocan con nuestras costumbres, más garantistas hacia la persona y aparentemente más respetuosas con la privacidad e intimidad del individuo. Cuando se desborda el sistema, como está ocurriendo aquí ahora, la situación nos debe hacer reflexionar acerca de los motivos de que haya llegado esta tercera ola, más agresiva aún que la primera y la segunda, si es que no seguimos en la misma y única y no hemos pecado ya varias veces de un optimismo tan poco realista como autoindulgente. Nos hacemos trampas al solitario cada vez que decimos que hemos terminado con el virus.

Dicen los expertos que las vacunas son de alta calidad y que es la única salida que tenemos, pero están llegando con cuentagotas y encima se están aprovechando mal, porque las jeringuillas empleadas en nuestro país no son las óptimas para evitar desperdiciar una sexta dosis de cada vial. En España fabricamos esas jeringuillas, pero se exportan a otros países, y esto no hace más que suscitar más preguntas, y es el porqué de tanta imprevisión, tan poco pensar, tanta descoordinación e improvisación. Lo de las vacunas que se están poniendo algunos sin que les toque, francamente creo que no tiene nombre. Me quedo, como tantas otras personas, desalentada con la picaresca española que corre por nuestras venas y la falta de moral de muchas personas.

Otra cosa que no cuadra es el repunte de casos, cuando estamos ya en el día veinticuatro del mes de enero. Dicen los expertos que los infectados suelen ingresar entre el día 7º y el 10º tras el contagio, así que difícilmente podemos encadenar el nivel de ingresos actual con las fiestas de Nochevieja, porque han pasado demasiados días desde entonces, si seguimos esta tesis. Sería ideal que alguien nos explicara los motivos, para que pudiéramos obrar en consecuencia. ¿Qué es lo que está fallando en realidad?

La cuestión ahora es quién le va a poner el cascabel al gato, si es que alguien se lo pone en algún momento. No es sencillo encontrar el equilibrio entre salud y economía cuando se busca proteger el bien común. Es de una dificultad extrema tomar decisiones en estos momentos, desde luego, pero parece que el toque de queda y las restricciones navideñas no han servido para gran cosa. Veremos si las medidas de cierre de la hostelería y las limitaciones de los horarios comerciales son de utilidad, o simplemente causan mayor perjuicio económico en estos sectores, ya de por sí dañados a causa de la crisis. Los comerciantes se quejan, con razón, de haber quedado fuera del “Plan Resiste” de la Generalitat Valenciana.

Parece que no asumimos que la realidad que antes conocíamos como tal va a tardar en volver. De momento, a pesar de todo las cifras de infectados están todavía en nuestro país en solo 2,5 millones de personas, claramente alejadas de la posible inmunidad de rebaño, y las vacunas, pues ya ven, a su ritmito, como si no tuviéramos especial prisa.

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