XÀBIA. El proceso para la licitación de las obras de reforma del colegio Vicente Tena de Xàbia ha quedado desierto. Ninguna constructora ha aspirado, durante los meses de periodo hábil, a estos trabajos de reforma, que contaban con una partida de 354.895 euros, sin IVA.
La remodelación de este centro, ubicado en el casco histórico de Xàbia, se financia con fondos del Pla Edificant, de la Conselleria de Educación, pero es el Ayuntamiento quien ejecuta los trabajos mediante una cesión de competencias del Consell.
La falta de aspirantes a las obras retrasará los trabajos, ya que desde el consistorio confiaban en iniciarlos en cuestión de semanas si la licitación salía adelante, explicó la concejal de Educación, Montse Villaverde.
La edil del PSPV indicó que ahora los “técnicos municipales” van a revisar la documentación: “Se va a estudiar qué ha podido pasar para que una obra de este calado no haya despertado el interés de alguna constructora”.
La intención del ejecutivo local es preparar la documentación “y licitar otra vez las obras a finales de agosto o principios de septiembre”. Villaverde agregó que si el nuevo proceso sale adelante sería probable que se iniciaran los trabajos antes de final de año o quizá a principios de 2022.
La concejal matizó que las obras prevén la reforma integral del gimnasio, la construcción de una escalera de emergencia para el edificio de educación primaria y la reforma completa de los aseos de edificio de educación infantil.
El proyecto cuenta con un plan de seguridad y estos trabajos se pueden realizar de forma compatible con la actividad docente. “Algunas actuaciones se podrían realizar por las tardes y otras en periodos no lectivos o vacaciones. Por este motivo esta actuación de mejor no requiere instalación de aulas prefabricadas”, agregó.
Villaverde recordó que el origen del colegio Vicente Tena está en los años 60 del siglo XX, momento en que levantó el primer edificio. En los 70 se creó un nuevo aulario que complementaba el centro original.
A finales de los 90, el Vicente Tena pasó a llamarse Graüll y el aulario se convirtió en colegio independiente, manteniendo el nombre original.