Hablamos con el artista Ricardo Cavolo sobre ‘Amarillo’, un libro basado en las primeras 20 temporadas 'Los Simpson'
VALÈNCIA. 'Amarillo' se introduce como "un viaje emocional a través de Los Simpson". El libro está compuesto sin palabras, solo con ilustraciones pero a su vez está cargado de significado. En sus ilustraciones Cavolo ha querido ahondar en el desarrollo emocional de sus personajes y ubicando su imaginario desde otra perspectiva más íntegra y humana.
En este libro artista ha decidido emplear su "universo" favorito para hablar del tema de la salud mental y de las emociones. Para él es una forma buena de llegar a la gente, empleando un lenguaje universal como es el visual y que a su vez genera un choque inesperado con el lector. Ya en el año 2019 comenzó a retratar a través de su perfil de Instagram a los personajes de la mítica serie mostrando su perfil más melancólico y humano, y vio que esa lectura servía a los demás para sentirse reflejados en cierto aspecto con ellos.
Culturplaza propone al artista una conversación sobre la representación, la salud mental y el lenguaje universal del arte en materia de emociones.
-¿Por qué 'Los Simpson'?
-Cada uno de los personajes que represento en mis obras son como magos, cuanto más interesante sea el personaje pues más visible y potente será su magia. Si utilizo mi mundo favorito que es el de 'Los Simpson' para hablar de ello es porque considero que es como una “bomba”, llevan un envoltorio muy potente y veo que es fácil que de esta forma llegue mejor a la gente. En ‘Amarillo’ se emplea un idioma que conoce mucha gente, y aunque sea de forma inesperada se genera ese choque con el lector, que hace que se pueda sentir reflejado en los personajes. Quiero aclarar que para mí este es el paso posterior a haber hecho "terapia previa" en mi cabeza, esto es como cuando repasas un tema que has estudiado y lo subrayas. Primero lo repaso conmigo mismo y luego lo comparto con más gente. Yo si estoy en una situación de plena depresión o de terapia no pinto, para mi pintar es un proceso lúdico y divertido, y si lo estoy pasando mal no me sale… Si pinto es porque ya he visto la “luz” y lo que me interesa a partir de ahí es representarlo, subrayarlo y compartirlo.
-¿Qué significa para ti haber creado un libro totalmente universal?
-Es algo que siempre he querido hacer. Mi trabajo en sí nunca ha estado muy localizado, es un trabajo que podría hacer alguien que no viva ni en el país ni en el continente en el que vivo y esta deslocalización siempre me ha gustado mucho. Bueno... [pensativo] no sé si se trata más bien de una deslocalización o una globalización pero me gusta. No soy tonto, entiendo que gran parte de mi trabajo lo desarrollo fuera de España. Si desarrollo un trabajo de este tipo tiene más opciones de que viaje el producto en sí (en este caso más bien la obra). Es todo un reto, pero me apetecía mucho que no hubiera texto. Desde el primer momento casi estaba pensado así. He de decir que al tratarse de un trabajo tan arriesgado la editorial (Lunwerg) tenía alguna duda... pero como me gano los valores por otras cosas pues me dejan hacer estos experimentos también.
-¿Traspasan 'Los Simpson' todas las barreras culturales?
-Creo que se trata de una conversación por dos vías: por un lado tenemos a 'Los Simpson' que los conoce prácticamente todo el mundo y por otro lado el mensaje. Si estos personajes fueran anónimos o creados por mí creo que se entendería de igual manera. El mensaje que estoy trasladando es un mensaje universal que es: Somos animales cargados de emociones a analizar. Muchas de ellas son positivas pero conviven con otras que son más incómodas de llevar, aunque también me gusta que se traten y que las tengamos en mente. Al final si hubiera usado personajes inventados o animales por ejemplo, creo que el mensaje hubiera sido igual de universal, cualquiera lo habría podido entender.
-Un mensaje que no cuenta ni con números de página ni con ningún tipo de índice.
-En realidad ‘Amarillo’ es como un tripi, confieso que solo me he tomado uno en mi vida pero es una experiencia a la que no le puedes poner marcapáginas. Algo así quería transmitir. Incluso la idea era poner en el subtítulo, “Viaje lisérgico y emocional a través de Los Simpson”. No hay siquiera una cronología, no todas las circunstancias que suceden en la primera parte del libro han sucedido en las primeras temporadas, por ejemplo. La verdad es que la creación ha sido como la lectura, muy orgánica y “caótica”. Además, te confieso que soy un poco “vago” en ese aspecto, en este caso como podía ahorrarme la estructura lo he hecho.
-No tiene páginas pero sí cierto ritmo, no es tan "desordenado" como parece a simple vista.
-Eso sí que está deliberado, aunque el libro sea un túnel lisérgico quiero que tenga un ritmo. A veces puede agobiar, de hecho en algunos casos tiene que hacerlo. Pero también quiero que la persona que lo recibe respire, no que sufra con el libro. En la creación no, pero en la maquetación he tratado de repartir un poco. Queremos un viaje, no un amarillo... [ríe] ni mucho menos un "blancazo".
-¿A qué hacen referencia los "sin cara" que aparecen en junto a los personajes?
-He tratado de poner a los personajes principales incómodos frente a la expectación que han generado, a nuestra atención desmesurada hacia ellos. Hay página doble por cada uno en la que están como de espaldas y hay unos grandes sin cara mirándoles fijamente, esos somos nosotros, los espectadores. Es una cosa que me aterraría bastante, yo soy una persona a la que no le gusta excesivamente la atención entonces quería hablar también de esta emoción utilizando este concepto. Los sin cara a veces empatizan, analizan o sencillamente observan de manera neutral lo que sucede.
-Pero también ríen, lloran y sienten. E incluso a veces van a desacorde con lo que sucede en la escena.
-Hay muchos tipos de espectadores, a mí me gusta la idea de representar a casi todos. Desde el neutral hasta el que se ríe de la desgracia del otro. Pasando por el qué empatiza y comprendiendo la variedad de la masa de los espectadores. Lo que voy a decir es horrible pero… lo propio de una serie tan buena es que no sea obvia, al final cada uno puede hacer una lectura y llevárselo a su terreno. Cuanto más te lo llevas a tu terreno y más versionas lo que sucede más difieres de lo que otro haya podido percibir en su momento, esto es mérito de la serie.
-¿Dirías que ha cambiado tu manera de percibir la serie a lo largo del tiempo?
-Creces tú y crece la serie, es bueno evolucionar en ese sentido, yo por ejemplo de pequeño odiaba los capítulos de terror de la casa del árbol y a día de hoy son mis favoritos. En los últimos 5 años la serie no ha dejado de ser ocurrente, de la temporada 1 a la temporada 20 se observa una complejidad en el desarrollo de los personajes increíble y muchos más sentimientos implicados. Por supuesto, mi percepción de ahora no tiene nada que ver con la que tenía a mis 8 años cuando comencé a ver la serie. Cuando los ves con esa edad es como que te quedas con lo divertido sin ver la historia cruda y adulta. La genialidad de 'Los Simpson' es esa, que a los pequeños nos cautivaba por unas cosas y a los adultos por otras completamente distintas.
-Un poco como pasa con 'El Principito', que por un lado presenta la historia base y por el otro esconde una profunda filosofía.
-O como en La historia interminable, a día de hoy ya se pueden contemplar muchos ejemplos de la misma línea. A mí por ejemplo me pasaba que de pequeño empatizaba mucho con Bart, y a día de hoy me veo más bien en Lisa. La serie ha sabido madurar muy bien, otro de los personajes que me gusta analizar es el de Nelson por ejemplo, en principio era solo un abusón y conforme avanzamos en las temporadas vemos que era un así por algo, por su crianza, su abandono… es bonito ver como se profundiza en estos personajes. Yo de pequeño empatizaba mucho con los “malos”, no porque me considere uno de ellos... de hecho me considero muy buena persona [ríe] sino porque veía el proceso que les había llegado a convertirse en eso, y a leer sus penas. Malos malos no llegamos a ser nadie, nos hacemos así por alguna razón, o al menos esa es mi teoría, Nelson es un buen símbolo de eso.
-En tu autobiografía 'Jamfry' por ejemplo te representas a ti mismo en un enfado como este personaje.
-Es gracioso que saques ese tema a relucir. En este libro me abrí bastante a los personajes de cultura popular. En bellas artes a veces nos hacían crear cosas muy trascendentales y serias y era como que para estos personajes no había cabida, porque aparentemente tenían menos seriedad, digámoslo así. Al final en realidad es la gramática de hoy en día y todo el mundo puede entenderlo, es como si te pongo a Bob Esponja con otro personaje y veo su contraste, se va a comprender igualmente. El audiovisual es un idioma más, que traspasa generaciones. Es como cuando te pintaban a los santos de la Biblia en diferentes situaciones para que se comprendiera de qué se estaba hablando, no deja de ser una moraleja.
-Moraleja o terapia en algunos casos.
-Exacto, es como cuando le explicas a alguien algo que te pasa y al explicarlo por primera vez lo ordenas mucho más en tu cabeza. Al hacer ese ejercicio de verbalización y de hacerlo comprensible llegas a conclusiones totalmente nuevas. Considero que en este aspecto el lenguaje audiovisual, que es uno de los que más consumimos a día de hoy, te ayuda a empatizar de una manera más directa que solo contándolo o leyéndolo. Más que terapia es una forma de ordenar las cosas en tu cabeza. También me hace gracia esta idea un poco boomer de que cualquier situación de tu vida se puede acabar explicando con una situación de 'Los Simpson', pero es que es totalmente real.
-¿En qué capítulo o situación de la serie dirías que te sitúas tú ahora mismo?
-Diría que a día de hoy disfruto mucho de los capítulos de terror de la casa del árbol, creo que se debe a que estoy en un momento de mi vida muy pro-fantasía. En cierto modo siempre lo he estado, pero hubo una temporada en la que me puse un tope porque me parecía que sí abusaba de trabajar el tema de la fantasía se perdería la “seriedad” de mi trabajo. A día de hoy estos episodios suponen en mí una recarga de pilas para seguir por la línea con la que estoy ahora.