ALICANTE. Con voz alegre inicia Reyes Monforte una conversación en la que la muerte y el dolor de la pérdida serán protagonistas. Y lo son por el libro que presenta este martes en la Casa del Libro de Alicante, La memoria de la lavanda. Una novela que ha tardado cinco años en poder escribir porque ha sido el tiempo que ha necesitado para tratar esos sentimientos que ella vivió tras el fallecimiento de su marido, el actor Pepe Sancho.
Antes de que se inicie la novela, una frase ya advierte al lector de que "es una obra de ficción", un aviso que dice había elegido "mucho antes de empezar la promoción". La autora de Un burka por amor o La infiel cuenta en esta ocasión las 48 horas en la vida de una mujer que acaba de perder a su marido. Y por eso lo pone, "porque no quiero engañar a nadie, no lo he puesto para avisar. Es normal porque tuve una pérdida hace cinco años y la protagonista también tiene una pérdida".
Afrontar un libro en el que era tan fácil la identificación entre autora y protagonista era el reto que le costó asumir. Monforte dice que "los escritores tenemos la suerte de usar la ficción para contar cosas que nos suceden, en primera persona o de alguien cercano". Quizá por eso, "cuando tuve esa pérdida de mi marido, al año o dos, los compañeros y editores me decían por qué no escribes sobre eso". Aún era pronto: "Lo intenté y no me vi capaz, no me salía una novela con veracidad. Estaba demasiado reciente y no me servía como muleta".
En ese intervalo no dejó de lado la escritura puesto que publicó dos novelas, Besos de arena y Una pasión rusa. "Tenía ganas de escribir", recuerda, así que esperó a que llegara el momento para poder tratar la historia que tenía en mente para el personaje de la fotógrafa Lena. A ella la sitúa en sus primeras páginas "en la consulta de un médico que te da esa noticia que no quieres que te den". Su marido tiene cáncer y es terminal.
Aquí, Monforte incide de nuevo en que "es una trama literaria que no tiene absolutamente nada que ver porque si no, estaríamos todos en la cárcel". En ella los "personajes son de ficción y necesitan una biografía física: Lena es fotógrafa retratista y su marido Jonás era cardiólogo de prestigio". En la parte emocional es donde ha tenido que poner de sí misma, "le he dado mi mirada pero no mis ojos, no he tenido la necesidad de acudir a nadie para saber cómo se vive en mitad de una pérdida, cómo se gestiona el pésame, cómo es la primera vez que se llega a casa cuando no está la persona querida".
"No me lo tuvo que contar nadie porque lo viví. Como muchos. Porque todos hemos tenido que vivir una pérdida", concluye sobre el dolor universal que todos hemos de atravesar. El rechazo a la idea de la muerte presenta en la sociedad actual cree que "tiene un tiempo, como el duelo y la alegría. Ese miedo es como el que me podía dar de ponerme a escribir de lo que quería. Lo tienes por lo desconocido, no sabes cómo vas a reaccionar, es un tsunami tan fuerte que nadie te explica cómo vas a gestionar todo eso. Ese miedo tiene un tiempo. Es verdad que he necesitado cinco años para escribir de esta temática. Pero este no es un libro solo triste, al contrario, se ve esperanza y hay momentos de humor".
"En la vida real, cuando tienes una pérdida te crees que se acaba el mundo que no tiene sentido nada de lo que te ocurre", comenta, "pero luego, con la perspectiva del tiempo, el vacío y la pérdida se matiza; y entre el llanto y la oscuridad va entrando luz en la cámara oscura de la cámara fotográfica". Esa es la razón por la que quiso que Lena fuera retratista "porque la fotografía es la memoria de lo vivido". Lo que le sirve para señalar esa transición entre el "no querer ver las fotos de quien no está, y luego cuando pasa el tiempo, eso le da gasolina para vivir".
Y la esperanza y el consuelo tienen color violeta. O para ser precisos, lavanda. Como los campos que existen en Guadalajara. Hasta la pequeña población de Brihuega lleva a su protagonista con la idea de esparcir las cenizas de su marido, para desatar ahí "un mundo con secretos familiares, de afectos y odios". Desde un primo hermano de su marido que es sacerdote a un cuñado envidioso y mezquino. Con lo que la hace "vivir y descubrir cosas y personas que no había vivido en su vida".
"Partes de algo devastador, como esa noticia, pero ese viaje físico se convierte en existencial", subraya la escritora. Esta avanza que a su protagonista la hace recordar su historia de amor, el cómo empieza todo, pero también las trágicas pérdidas que ha vivido antes de conocer a su marido con las muertes de madre, padre, hermana. Monforte promete "paradas imprevistas" en este camino en el que "el negro del luto se convierte en el lavanda de la vida".
Hablar del festival de la lavanda, un evento que realmente se celebra en Brihuega a mediados de verano, hace que Monforte alegre considerablemente el tono. "Lena va al pueblo en el festival el 15 de julio y eso le da luz y color y el negro se tapa por el lavanda, que tiene propiedades calmantes". Unas fiestas que ella conoció en primera persona a través de unos amigos que la llevaron y que ahora ella populariza. Por eso, bromea, "espero que me hagan hija adoptiva porque me estoy dando cuenta de que casi nadie conocía ese rincón que es impresionante y lo conocen además del jardín de la Alcarria como la Provenza española".
Con la novela recién publicada, aún no ha tenido oportunidad de volver a pasar por esa localidad de Guadalajara. "Me consta que conocen la novela y les ha hecho ilusión y que se alegran mucho así que estoy deseando volver, a ver cómo me reciben", señala risueña. Monforte explica que cuando se habla de estos procesos "no hay nadie que diga que está todo tranquilo y lo controla todo. En el campo emocional nadie controla nada, tienes que esperar un tiempo y tienes que volver a aprender a respirar y preguntarte si vuelve a reírte. Como, por ejemplo, a los tres años volvieron a mí los domingos. Esa sensación vuelve".
En una historia aparentemente de excesos, con el lema de lo mejor que te puede pasar en la vida es amar y ser amado, ella asegura que no tenía miedo de sobrepasarse emocionalmente. "El lema no es solo romántico. Es amar y ser amado, por la misma persona, claro, si no es más complicado", puntualiza otra vez risueña. "Hay personas que no tienen eso. Y el amor de tu vida, que solo hay uno, es lo más hermoso, que te cubre todo lo demás. Puedes tener problemas en trabajo, casa o salud pero, si tienes eso, es un seguro de vida y es la mejor herencia".