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reflexionando en frío  / OPINIÓN

Personalidades políticas

25/01/2022 - 

Existen distintos tipos de personas, de personalidades. Cada individuo actúa de una determinada manera ante situaciones anómalas. Todos tenemos objetivos y aspiraciones. Hay algunos que ante la realidad de estar atrapado en una isla desierta prefieren sobrevivir, saciando sus necesidades básicas con cualquier elemento natural comestible, y otros, por el contrario, apuestan por ser valientes encarando la disyuntiva analizando la situación y recolectando medios con los que construir una balsa y escapar de la jaula insular rodeada por el océano.

De la misma forma que cada uno actuaremos de maneras dispares frente a realidades análogas, en la política coexisten diferentes actitudes a la hora de pisar la moqueta del poder. Están los que sienten como una necesidad fisiológica el pisar moqueta, los que ven en el arte de lo posible una forma de vida. Por eso las instituciones están llenas de palmeros encarnados por cargos de libre designación que necesitan los sueldos públicos para sobrevivir. Coexisten, después, aquellos que llegaron a la política con ilusión levantando aires de cambio, pero el que su paladar saboree las mieles del poder, les crea una adicción a la ‘pompa’ que decía el ex diputado Alberto Rodríguez –y de la que parece tener mono visto que no deja de pedir que le devuelvan el escaño– de la que es difícil desengancharse. De la farándula también se sale, ánimo. Manifiestan una entereza ejemplar aquellos que les plantan cara a los lujos y deciden llevar vidas ejemplares cumpliendo el objetivo por el que se metieron en política sin comprarse una mansión o bajándose del coche oficial.

Estaba el otro día paseando por Alicante cuando, de pronto, me topé con la vicepresidenta de la Diputación, Julia Parra, subiéndose al coche oficial. Mientras ésta se acomodaba, uno de sus pupilos que le asesoran iba cargado de bolsas como si viniera de las rebajas de El Corte Inglés. Surrealista lo que vi. Era lo mismo que estar ante un grande de España. Quizá parezca que me recreé presenciando ese episodio propio de Downton Abbey, pero, todo lo contrario. Un servidor ha visto a esa misma persona hablar de regeneración. Encima, paradójicamente, esa escena se produjo después de que Parra acudiera a un Congreso de Transparencia. Está muy bien que sean transparentes, pero también sería de agradecer que abandonen los lujos del pasado. ¿Qué mensaje se lanza a la sociedad si los que venían a quitar las alforjas desfilan despampanantemente por las moquetas? ¿Qué legitimidad tienen los que prometían quitar los coches oficiales si luego ellos se suben a uno?

No es una crítica, es una recomendación. La ciudadanía está cansada de sus lujos, de sus privilegios. Julia Parra tan sólo es un peón de un sistema horizontal en el que una casta se beneficia del voto de los ciudadanos. Es desalentador presenciar -y esto no lo digo por la señora vicepresidenta- cómo los que venían a recuperar la honestidad paguen hasta cafés de Starbucks como gasto de representación, coloquen micros en habitaciones para purgar a sus enemigos políticos o enchufen a sus afines en los resquicios institucionales. Hacen mucho daño a la democracia, más de lo que ellos creen. Presidentes, alcaldes, concejales, asesores… Ya está bien. No les hemos elegido para darles un seguro de vida, no hemos cogido su papeleta para solucionar sus problemas sino para que solucionen los nuestros.

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