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sus días grandes se enmarcan en les Festes d’Elx

Moros y Cristianos… o presenciar la historia para entender Elche

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La Asociación de Moros y Cristianos representa la Embajada del Moro y la posterior Embajada Cristiana, con las que rememoran, frente al palacio de Altamira, la reconquista cristiana de Jaume I

8/08/2023 - 

ELCHE. Desde el 22 y 29 de julio, la Asociación de Moros y Cristianos ya ha empezado a calentar los motores frente a sus días grandes, que también se enmarcan en les Festes d’Elx, del 5 al 11 de agosto, desde la concentración de comparsas a las tradicionales entraetas de moros y cristianos, la diana oficial, el alardo o la procesión y ofrenda a la patrona. Sin embargo, dentro de todas estas actividades hay una en especial que está cargada de historia, y se trata de la Embajada del Moro y la posterior Embajada Cristiana, que rememoran frente al palacio de Altamira la reconquista cristiana con Jaume I ante la población islámica.

Sin embargo, no existen testimonios fidedignos de cómo se realizó realmente la ocupación de la ciudad de Elche. Lo único que se conoce son las propias crónicas de Jaume I y las de Ramón Montaner. Apenas se conserva documentación de esa época relativa a este hecho y, en el archivo de la Corona de Aragón, tampoco, porque no consta nada al respecto. Así pues, ¿qué es lo que se representa? La llegada de Jaume I en 1265 para repeler la sublevación mudéjar que vive en ese momento el reino de Murcia, protectorado bajo dominio castellano, y al que pertenecía Elche. Había descontento por el incumplimiento de los pactos con Castilla y que estaban suponiendo vasallaje para la población y reubicación de grupos musulmanes.

La maniobra de Jaume I para recuperar Elche

Jaume I, Jaime I de Aragón, llega a Elche para intentar sofocarla, tras la petición formulada por Alfonso X el Sabio —su yerno, que estaba casado con su hija Violante, que también es quien se dice que realmente lo solicita— que la había conquistado anteriormente, pero consiguiendo solo un dominio temporal. Pero finalmente Jaume I devuelve los terrenos conquistados a Castilla. No obstante, aunque era un territorio militarizado, sujeto a tensiones aquellos años, en el caso ilicitano no se llega a los duros enfrentamientos de otros lugares, gracias precisamente, y según las crónicas, a la negociación de Jaume I y su escribano Astruc Bonsenyor con las autoridades árabes de la ciudad, lideradas en este caso por Mohamed Abengalip. ¿Cómo fue posible?

Según sus crónicas, Jaume I señala que envían secretamente un mensaje de paz a través de un trujamán —intérprete para relaciones comerciales en la Edad Media— llamado La Ejea, a los sublevados de Elche, ofreciéndoles seguir con vida si se rinden, así como el perdón de Alfonso X y el infante Don Manuel a quienes se habían rebelado. En la carta les pide que envíen a «dos o tres sarracenos buenos de la villa» para negociar. Desde la villa envían al mencionado Bengalip, acompañado por otro sarraceno, Mohamet. Estos se llevaron el mensaje de vuelta a los señores musulmanes de la villa y, a su vez, plantearon sus condiciones de cara a la rendición.

Se representa la llegada de Jaume I en 1265 para repeler la sublevación mudéjar.

Aunque había movilizado a sus tropas de camino a Murcia para apagar el fuego de la rebelión, encabezó una avanzadilla al día siguiente con unos cien caballeros hacia Elche para conocer qué respuesta daban los árabes. Cuando entran en la villa, se dice en las crónicas que los más poderosos, unos cincuenta, salen a recibirles, «y enseguida nos otorgaron las escrituras y el convenio, tal como se había tratado entre Nos y su mensajero».

Aceptaban capitular. Algo que habría sorprendido al ejército aragonés cuando llegó tras la avanzadilla, que se encontró prácticamente con la firma de las escrituras del acuerdo, sorprendidos por la celeridad del pacto de rendición. La misma se materializa, además de con las capitulaciones, con la entrega de la torre de la Calahorra un día después, no sin una noche inquieta de espera. En sus crónicas destaca que esta imponía, así como los muros ilicitanos, que se consideraba la mejor fortificada de la región. Quedó guarnecida por el obispo de Barcelona junto a ciento cinco caballeros, relatan las crónicas, para evitar problemas.

Tras su éxito, la población musulmana es expulsada de la villa en ese año y crea el asentamiento de lo que será el Raval de Sant Joan. Con la repoblación cristiana, además, la mezquita se transforma en templo católico, bendecido por el obispo barcelonés. Este sería, a la postre, el antedecente de la actual basílica de Santa María. Por último, y como dato de interés, cabe resaltar que para poblar la villa de Elche de cristianos, según señaló en un texto Alejandro Ramos Folqués, allí se ubicaron integrantes de familias nobiliarias de Aragón e incluso Navarra. Algunos apellidos son muy familiares: Soler, Ripoll, Oliver, Perpiñán…

Fiestas con cambios en el tiempo y novedades

En definitiva, otro capítulo de las fiestas patronales atravesado por la tradición, y en este caso, la historia en su máximo exponente. Junto a las entradas y los alardos, forman parte de la trilogía de las fiestas de la asociación. En el caso de las embajadas, se remontan en Elche a 1980, cuando se incluyen dentro de los actos, realizándose en días separados la Embajada Mora y la Embajada Cristiana. Cada año se elige de forma conjunta por el grupo de embajadas y el presidente de la asociación, Julián Fernández, quien representa a Jaume I. Este año, el rey Don Jaume recae sobre Jaume Bru Agulló, de la comparsa Musulmanes Almorávides, capitán moro y con una larga trayectoria en la fiesta a sus espaldas. Además, debutarán dos nuevos embajadores, festeros y festeras de la asociación. También suelen cambiar el capitán moro y el  cristiano y las escuadras que les acompañan, de su comparsa.

Asimismo, con el paso del tiempo, las embajadas también han ido cambiando, tanto de vestimenta como de escenografía y embajadores. Por ejemplo, al principio, las mismas tenían lugar durante la mañana, pero desde 1992 pasan a representarse de noche, y no solo eso, sino que sucesivamente el mismo día. Algo que ha llegado a la actualidad y que se ha consolidado precisamente porque el cambio gustó entre festeros y población.

Ya fuera de las embajadas, este año las entradas mora y cristiana las realizarán la Comparsa de Templarios y la de Abencerrajes, con una propuesta de gran colorido y despliegue musical. La clásica interpretación del himno de Moros y Cristianos en la Plaça de Baix también tiene novedades. Este año serán catorce bandas, cerca de cuatrocientos músicos, quienes interpretarán El abanico, de Alfredo Javaloyes. El director será José Vicente Algado. En resumidas cuentas, y como siempre, mucha pólvora, música y tradición. En unos actos que también lograron en 2021 ser declarados como Fiestas de Interés Turístico-Autonómico.

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