CASTELLÓ. Malavida es un grupo perfecto para pasarlo en grande, pero no solo eso; sino también para disfrutar de forma física de la historia del rock encima de un escenario. Un viaje sonoro por todas las décadas que han jalonado la música rock, desde sus inicios hasta su actualidad. Hablamos con su vocalista, Jordi Moliner, sobre el grupo de versiones.
Malavida ya llevan en activo ocho años, algo que sorprende incluso a su vocalista. No podemos olvidar que también hemos pasado por el desierto del covid con una actividad musical en directo nula. “Me he sorprendido al ver que la montamos en 2013”, dice. “Fue un grupo de gente que estábamos metidos en el mundo de la música de un modo u otro. Algunos habían estado en el mundillo de las orquestas. Tenían una orquesta que se llamaba Sarabanda, la típica que iba por los pueblos".
Una orquesta que se acabó transformando, por aquello del amor al rock, en un grupo de versiones, algo que también les aporta un signo de identidad entre la enorme marabunta de grupos y orquestas que pueblan Castellón. “Decidieron hacer un grupo de versiones de rock con un show largo, tipo orquesta, de tres horitas, pero todo rock & roll, y buscaban cantante, aparecí yo por allí y comenzamos a hacer bolos en 2013”, recuerda Moliner.
El nombre del grupo es sencillo, con una sola palabra, o dos unidas en una, que se queda en la memoria, y que además es un guiño al supuesto estilo de vida del rock. “Siempre nos hemos llamado Malavida, al principio los componentes eran otros; de hecho Diego Barberà, el bajista, era el alma máter, que ahora está tocando con Xavi Sarrià, y él ya fue el último bajista de Obrint Pas en su época, y también estaba, Tiko Montoliu, que ahora está con El Último Ke Zierre”.
Los primeros bolos, aunque con el factor de tocar canciones ya conocidas por todos, aunque con su toque, siempre son un enjambre de nervios e incertidumbre. “Miquel, nuestro teclista, era de Morella, y uno de nuestros primeros bolos salió allí. Parecer ser que gustó mucho y en pocos años tocamos en muchos sitios más como Cinctorres o Zorita. Tenemos bastante actividad por allí, se nos pide bastante”, señala el cantante.
Hablamos de las canciones que no pueden faltar en un recital de rock, que los aficionados son exigentes con eso, ya que hay canciones sagradas. “Buscamos los clásicos imperecederos y a veces caes en los lugares comune, pero también buscamos hacer clásicos imperecederos que no toquen todo el mundo”, apunta. Sin embrago, ellos aportan algo más, como ya he señalado más arriba, es un viaje, una travesía por la historia del rock. “Cuando hacemos el show entero, las tres horas, es como la historia del rock desde el principio, porque tocamos desde Chuck Berry o Jerry Lee Lewis, hasta Rage against the Machine, Muse. Es un poco como la historia del rock, comenzamos con clásicos hasta cosas más modernas. Sin olvidar el rock español, que hacemos desde Leño o Burning hasta M-Clan. Como una historia del rock”.
Desde lo más antiguo y seminal hasta lo más moderno y rompedor. Ese es el camino de baldosas amarillas que seguimos junto a la banda. Ese camino en el que bailamos y cantamos, dando un repaso a los clásicos entre los clásicos. “Es un poco como el formato de orquesta, que se comienza tocando las viejas y pasas a las actuales, hacer eso pero transformarlo al rock. Queremos que la gente venga y se lo pase estupendamente y comienzas tocándoles canciones así más tranquilas, les pides que colabores, los metes en el show, que canten y hagan cosas, les hacemos bailar incluso, un baile que se hacía en los 60 que se llamaba Stroll. Ya cuando la gente se va animando, te pones a tocar los temas de La Polla Records y ya la gente se viene arriba”, comenta.
Jordi también está en otros proyectos musicales como Los Altragos, un grupazo con temas tan potentes como Notas de estraperlo o Un caso perdido de su disco El Agujero Glorioso. “Yo estoy en un grupo de garaje rock, Los Altragos, donde toco la batería y también estoy con Ángel Belinchón, de Dry River con el proyecto de Gran músico y mejor persona, que hacemos música mezclada con humor, un rollito diferente que por aquí no hace mucha gente. Nos salen bastantes bolos sin buscarlos, nos llaman a nosotros, que eso es bastante chulo”.
La música en directo sigue siendo un gran reclamo, no hay nada como disfrutar de un concierto, pero también es cierto que cada vez los grupos tributo y los de versiones crecen más como la espuma de cerveza. “La gente demanda música en directo, lo que pasa es que se pide mucha versión, con esto del humor hacemos versiones, le cambiamos la letra y se ríen mogollón y tal, pero si haces canciones propias estás un poco jodido, la verdad. Salvo que seas un grupazo como Dry River, que esos hay que ir a verlos sí o sí, pero los grupos de toda la vida han sido sustituidos por una pléyade de grupos de versiones entre los que estamos nosotros incluidos, porque la gente quiere escuchar canciones que conoce, pasárselo bien e ir al lugar común”.
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