El problema del gigante chino Evergrande se fue difuminando para cambiar el foco de atención hacia la reunión de la autoridad monetaria estadounidense
MADRID. La pasada semana fue intensa en los mercados financieros. Donde si bien antes de los eventos con los que arrancó condicionaron el resto de la semana, lo más importante y esperado por los inversores -la decisión de política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED)-, finalmente no sorprendió a nadie... como de costumbre. Concretamente la rueda de prensa posterior donde su presidente Jerome Powell suele aportar detalles, que los datos cuantitativos no suelen ofrecer.
La noticia vino de China donde el segundo promotor inmobiliario del país, el conglomerado Evergrande, indicó que no podría hacer frente a los pagos de sus acreedores -tenedores de bonos)-, y que su situación financiera da muestras de quiebra técnica lo que puso en jaque las expectativas del mercado, que empezó a descontar que la situación consecuente sería similar a la vivida en 2008 por la desaparecida Lehman Brothers.
Pero todo se quedó en nada. El Gobierno chino prácticamente confirmó que no acudiría al rescate de la entidad en caso de quiebra; mientras indicó que el sector inmobiliario en china -con un peso en el PIB un 15% y 20%- es sólido y Evergrande no iniciaría un proceso en cadena que pudiera afectar al resto de empresas del sector. Esta compañía, cuyo endeudamiento se cuantificó en 300.000 millones de dólares, viendo las orejas al lobo de que Pekín no realizaría un 'bail-out' (rescate), acabó por acudir a su principal filial para pagar los cupones y principales de sus bonistas locales (en yuanes). Sin embargo, el problema sigue ahí y la pregunta es si podrá seguir pagando sus obligaciones en los próximos pagos/vencimientos.
La preocupación global era que el sector financiero chino, al cual las promotoras inmobiliarias chinas han acudido en exceso mostrando unos niveles de endeudamiento extremos, pudiera distribuir tanto los bonos como las titulizaciones en el mercado global, esparciendo la 'basura' -activos 'high yield'-, creando un problema sistémico global desde un punto de partida local. Pero tampoco ha sido así. El problema de Evergrande se fue difuminando a lo largo de la semana para cambiar el foco de atención hacia la Reserva Federal norteamericana (FED), donde se esperaba que su presidente Jerome Powell pudiera cambiar levemente su discurso en función de los eventos con los que arrancó la semana. Pero tampoco hubo sorpresas, ni para los mercados de renta variable, ni para el de bonos, ni siquiera para el de las criptomonedas.
Sólo destacó la revisión a la baja del crecimiento del PIB de Estados Unidos, desde la proyección de junio del 7% para el cierre de 2021 hasta el 5,9%. Lo que descuenta que el famoso plan de infraestructura del presidente Biden tendrá poco impacto en el crecimiento del país. Así como en la proyección del incremento de los precios, que pasaría del 3% para 2021, hasta el 3,7%. Y en tercer lugar, el tapering o reducción del programa de compras. En este aspecto, los miembros del FOMC indicaron que los actuales parámetros macroeconómicos de Estados Unidos indican que podría iniciarse "pronto", pero sin dar fechas concretas.
Todo eso no fue al final más que una corrección puntual en la sesión del pasado jueves, sin sorpresas, que fue aprovechada por los inversores más arriesgados para comprar la caída o 'buy the dip', ya que el 'bull-run' -o proceso alcista en inglés-, que está mostrando el mercado continuará hasta que la FED no tome acción e inicie de manera explícita; o al menos le ponga una fecha en el calendario el inicio del 'tapering' o reducción (que no eliminación) del programa de compra de activos.
Darío García es analista de XTB