ALICANTE. El conflicto bélico abierto por Vladimir Putin con su invasión de Ucrania no ha dejado un sector económico por impactar, bien de forma directa (Alicante mantiene un negocio de 80 millones anuales con el país eslavo) o bien por el efecto arrastre de la inestabilidad provocada por la contienda. Uno de los sectores impactados, lógicamente, es el 'motor' del sector exterior alicantino, la venta de vivienda a extranjeros.
Sin embargo, dos son los factores que mitigan el impacto negativo del conflicto en el 'ladrillo' alicantino, que encaja los daños colaterales de la invasión y la réplica en forma de sanciones económicas con mucha tranquilidad. De un lado, que el mercado ruso ya había perdido su antigua importancia para los promotores alicantinos, con apenas 600 compraventas el año pasado. De otro, que se ha producido un curioso efecto 'rebote' en otros mercados europeos, desde Alemania hasta Suecia.
Esta nueva tendencia en la que la Costa Blanca cotiza al alza como destino residencial para europeos nórdicos ya venía fraguándose desde la pandemia, según explican distintas fuentes del sector, y con el conflicto Rusia-Ucrania se ha visto reforzada. Se trata, según estas fuentes, de un cambio 'cultural': si antes los alemanes, polacos o suecos esperaban a la edad de jubilación para adquirir una segunda residencia en Alicante, ahora lo están haciendo perfiles mucho más jóvenes.
Promotoras como TM Grupo Inmobiliario, especializada en vender segundas residencias a extranjeros, consideran que este cambio obedece a las 'enseñanzas' de la pandemia, tras la cual los europeos nórdicos han adelantado su plan de recalar en la costa mediterránea: la experiencia de los confinamientos y el auge del teletrabajo son los factores clave en este sentido, a juicio de la promotora.
De esta forma, no solo la pérdida de ventas en el mercado ruso es poco significativa, sino que además se ha compensado con creces con el interés creciente en otros países europeos, al margen de los mercados clásicos de la Costa Blanca (el Benelux, Escandinavia y el Reino Unido). Tras dos años en los que, además, las restricciones a la movilidad han retrasado algunas operaciones, la compra de vivienda por parte de extranjeros vive una auténtica eclosión en la costa alicantina.
Pero al margen de este efecto 'rebote', no hay que perder de vista que los daños en el mercado eslavo han sido mínimos. Primero, porque el número de transacciones anuales ya era poco significativo, tras una progresiva caída desde antes de la pandemia, cuando Alicante era destino preferente tanto para rusos como para ucranianos (25.000 residentes permanentes de la primera nacionalidad y más de 10.000 de la segunda dan fe de ello). En 2021, se vendieron algo más de 600 viviendas a rusos en la provincia, un 10% de todas las operaciones protagonizadas por foráneos.
Y en segundo lugar, porque "de las pocas operaciones que había en marcha, no se va a perder casi ninguna", asegura un importante promotor de la provincia habituado a operar en el mercado eslavo. La razón es que los compradores optaron mayoritariamente por adelantar los pagos en previsión de que las hostilidades entre Rusia y Ucrania estallasen definitivamente, como así ha sido. Muchos clientes, así, han optado por pagar el importe total de la vivienda antes de que esté terminada, de forma que la expulsión de los bancos rusos del sistema de pagos mundial no les afectó.
Eso sí, habrá que ver cómo evoluciona el mercado en función de los avances del conflicto, su eventual resolución y las posibles ramificaciones del mismo. Por el momento, la vivienda residencial de la Costa Blanca vive un momento dulce. Hasta el punto de que la patronal de los promotores, Provia, ha preferido centrarse en la dimensión social de la guerra antes que en la económica, ofreciendo viviendas a refugiados y pidiendo que no se criminalice a la extensa colonia rusa de la provincia.