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Rumasa estuvo aquí

La huella de Ruiz-Mateos en Alicante

Antes de que el gobierno de Felipe González le expropiara su gran imperio empresarial troceándolo y endosándoselo a otras compañías, el jerezano José María Ruiz-Mateos estuvo presente en los sectores turístico, comercial y financiero de la provincia

18/12/2022 - 

ALICANTE. Desde la década de los setenta y hasta que el gobierno de Felipe González decidió, en 1983, expropiarle por decreto-ley su imperio empresarial Rumasa, el jerezano José María Ruiz-Mateos (fallecido en 2015) era el empresario de moda en España, el mejor ejemplo de éxito de un hombre hecho a sí mismo, al frente de un holding con ramificaciones en todos los sectores: desde la alimentación al turismo, de la banca a la construcción, de las farmacéuticas a los grandes almacenes. Tras la polémica expropiación, justificada por el ejecutivo en una millonaria deuda con Hacienda y una situación de quiebra técnica del conglomerado Rumasa, su fundador se convirtió intencionadamente, con sus performances y disfraces a las puertas de los juzgados o frente a la vivienda de Felipe González —sin olvidar su puñetazo al grito de «te pego, leche» al por entonces ya exministro de Hacienda Miguel Boyer—, en carne de imitación en los programas de Alfonso Arús y de portada de El Jueves. Pero esa es otra historia.

La intensa actividad empresarial de Ruiz-Mateos en toda España hasta 1983 se dejó sentir también en la provincia de Alicante, donde Rumasa no solo estuvo presente en el sector hotelero, sino en otros muchos. Aún hoy, casi cuarenta años después, es posible ver la huella del jerezano en algunas de las empresas más icónicas de la capital alicantina o de Benidorm, sin ir más lejos. Obviamente, ni la imagen ni el nombre de dichas empresas tiene ya nada que ver con su pasado bajo el paraguas de la abeja —el símbolo de Rumasa, que evocaba la laboriosidad de estos insectos—, pero, si están donde están es porque un día pertenecieron a Ruiz-Mateos y fueron expropiadas junto con el resto de su imperio.

El caso más sorprendente es el del Banco Alicantino de Comercio, una entidad cuya herencia, y no solo simbólica, ha sido recogida por el banco de inversión madrileño Renta 4, precisamente con oficina en Alicante. Pero vayamos al principio: el Banco Alicantino de Comercio fue un banco local impulsado en los años sesenta por algunas conocidas personalidades empresariales y políticas de la provincia, al estilo de otras tantas entidades surgidas para apoyar a su tejido empresarial local —sin ir más lejos, el Banco de Sabadell, ahora una de las principales entidades del mapa financiero español y con sede, curiosamente, también en Alicante—. A principios de la década de los setenta, lo presidía el político y farmacéutico Agatángelo Soler, con Artemio Payá, que fue presidente de la Diputación, como vicepresidente del mismo. A finales de esa década, Ruiz-Mateos adquirió el banco para sumarlo a sus otras muchas entidades financieras locales.

De Banesto a Renta 4

Tras la expropiación de Rumasa, el Banco Alicantino de Comercio fue adjudicado a Banesto —en una ironía del destino, cuatro años después llegaría a la presidencia de Banesto Mario Conde, que tomó el relevo de Ruiz-Mateos como ejemplo de empresario a seguir, y terminaría más o menos igual—, donde permaneció inactivo. La entidad alicantina, que llegó a tener dieciocho oficinas en los buenos tiempos, y una sede construida por Ruiz-Mateos en La Rambla de Alicante, simplemente dejó de operar. Pero no de existir. En 1990, el empresario jerezano intentó que los tribunales le devolviesen la propiedad de la entidad, así como de Bankisur, porque entendía que no se había cumplido la finalidad social de la expropiación, pero su pretensión fue rechazada, tal como publicó El País.

Y llegó 2011. Renta 4 ofreció a Banesto quince millones de euros por el Banco Alicantino de Comercio, y el Banco de España autorizó la operación en febrero de ese año. Tras hacerse con el 100% de la entidad, Renta 4 fusionó el banco alicantino con su sociedad matriz, para que actuase como cabecera del grupo. ¿Por qué? Pues porque la entidad inactiva tenía ficha bancaria y, de esta forma, Renta 4 se convertía en un banco y podía incrementar su cartera de servicios para seguir creciendo.

Fuera de Alicante, la otra gran ‘herencia’ de Ruiz-Mateos es hoy disfrutada cada año por miles de turistas en la ciudad de los rascacielos, Benidorm. La expropiación de Rumasa incluía, junto a otros muchos establecimientos, los hoteles Ocas, Garzas, Pelícanos y Dálmatas —Rumasa ponía nombres de animales a sus hoteles—, gestionados por Hotasa, la rama hotelera del holding jerezano. Tras la expropiación, los hoteles Pelícanos y Ocas pasaron a manos de Sol, la cadena fundada por Gabriel Escarrer, que se quedó con una treintena de establecimientos de Hotasa. Dos años después adquiriría Meliá, para dar origen al principal grupo hotelero español. Así, todavía hoy es posible alojarse en el hotel Sol Pelícanos Ocas, de tres estrellas, en la calle Gerona, a espaldas del Casino Mediterráneo.

Port Hotels y Poseidón

Los otros dos hoteles expropiados en Benidorm fueron a parar a manos de dos empresarios que no necesitan presentación: Pere Joan Devesa, propietario de la cadena Poseidón y expresidente de Hosbec, y Toni Mayor, dueño de Port Hotels y sucesor de Devesa en la patronal hotelera —acaba de abandonar el cargo—. El primero se quedó el hotel Garzas en 1995, para convertirlo en el actual Poseidón Playa, buque insignia de su cadena y para el que Devesa tiene un proyecto de ampliación muy avanzado que permitirá duplicar las habitaciones del emblemático hotel hasta alcanzar las seiscientas, con la construcción de una nueva torre en la parcela contigua.

En cuanto a Mayor, se adjudicó el hotel Dálmatas. En 2016, Port Hotels cerró este establecimiento para someterlo a una importante reforma en la que invirtió más de trece millones de euros, de la que salió convertido en el actual Port Benidorm y con la categoría de cuatro estrellas superior. Los cuatro hoteles de Hotasa en Benidorm, de esta forma, siguen abiertos al público y a pleno rendimiento, y de hecho se cuentan entre los más populares para alojarse en la cuna del turismo en la Costa Blanca. Pero si Ruiz-Mateos ya había intentado que los tribunales le devolviesen el Banco Alicantino de Comercio, también intentó recuperar la propiedad de algunos hoteles en Benidorm, concretamente los que se había quedado Sol, para entonces ya Sol Meliá. Pero no por la vía judicial, sino con una oferta de recompra de los establecimientos que presentó en la década de los noventa acompañado de empresarios locales, que habrían gestionado los hoteles de prosperar la compra. La operación no llegó a cuajar y Ruiz-Mateos no volvería a tener presencia en el sector hotelero de la ciudad alicantina de los rascacielos.

De vuelta a la capital, la huella del fundador de Rumasa se extiende también al sector del comercio. De hecho, uno de los edificios más transitados por los alicantinos a la hora de hacer sus compras era suyo. O más específicamente, de Galerías Preciados. Aunque ahora cueste recordarlo, la empresa fundada en Madrid en 1943 por Pepín Fernández fue en realidad la primera cadena de grandes almacenes de España, y de hecho está relacionada con el nacimiento de El Corte Inglés tres años después, pues la enseña verde era entonces una pequeña sastrería de la manzana de la calle Carretas donde Fernández creó el primer Galerías Preciados, y su traslado a la calle Preciados y posterior compra del resto de plantas del edificio alumbró el primer gran almacén de El Corte Inglés, imitando a Galerías. No solo eso, el primer presidente de la firma fue César Rodríguez, primo de Pepín.

Dueño de Galerías Preciados

Muchos años después, en 1979, la agresiva política expansiva de Galerías Preciados provocó su estrangulamiento financiero y que acabase en manos de su principal acreedor, el Banco Urquijo. Y entonces apareció Rumasa, y en 1981 se hizo con el paquete de la entidad financiera. Galerías Preciados perteneció a Ruiz-Mateos dos años, hasta la expropiación forzosa de su imperio. Luego pasó a manos del grupo venezolano Cisneros (por mil millones de pesetas), de ahí a la británica Mountleigh, y con una situación financiera cada vez peor, a un grupo inversor liderado por un exempleado de Galerías y el cuñado de, sí, Mario Conde. 

En todo caso, el destino estaba sellado: la cadena se declaró en suspensión de pagos y en 1995 fue absorbida por El Corte Inglés, que cerraba el círculo abierto entre los primos en 1943. Hoy, el antiguo edificio de Galerías Preciados en la avenida de Maisonnave de Alicante se llama Edificio 2 de El Corte Inglés, pues el original de la firma presidida por Marta Álvarez está justo en el otro extremo de la avenida, frente a la estación de Renfe. De ahí que el primero se llame también ‘de Soto’ y el segundo ‘de Maisonnave’ para diferenciarlos, aunque la cadena los gestiona como un solo centro en el que la oferta holística que propone está dividida en dos espacios.

Nueva Rumasa, quiebra y cárcel

Después de 1983, Ruiz-Mateos dedicó años a llamar la atención sobre lo que él consideraba un atropello, disfrazado de Supermán, de pirata, de enterrador e incluso de presidiario, una elección muy atinada porque a finales de los ochenta sería condenado a prisión. Luego regresaría para comprar el Rayo Vallecano, fundar un partido político y obtener en 1989 el acta de eurodiputado y la condición de aforado que traía aparejada, de forma que se evitó el ingreso penitenciario que le esperaba. Esquivando siempre hasta casi el final de sus días la acción de la justicia, incluso llegando a estar fugado por Europa, y con cortos ingresos en prisión por los motivos más inverosímiles —el puñetazo a Boyer, deudas con Hacienda, una estafa en una agencia de viajes, etcétera— de los que salía rápidamente por motivos más inverosímiles aún, Ruiz-Mateos también tuvo tiempo de volver a empezar a construir un nuevo imperio, en esta ocasión ya con la participación de sus hijos.

Junto al Rayo Vallecano, Nueva Rumasa se construyó sobre las empresas de alimentación como Dhul —cuyos flanes de huevo… ¡y leche! anunciaba en televisión el propio empresario en una inquietante y terriblemente mal producida autoparodia de su agresión a Boyer—, Trapa, Clesa, Elgorriaga… además de una rama inmobiliaria y la renacida hotelera Hotasa. En 2009, Nueva Rumasa lanzó una emisión de pagarés al margen de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que, en 2011, estalló al declararse en concurso una decena de sus empresas. Una polémica venta del grupo al fondo buitre Back in Business por mil quinientos millones de euros —en realidad, por un euro y la asunción del pasivo, que era de esos mil quinientos millones— y la cascada de condenas al patriarca y seis de sus hijos por la estafa de los pagarés pusieron fin a la historia. Detrás de Back in Business, por cierto, estaba Ángel de Cabo, condenado por despatrimonializar Marsans.

En esta segunda etapa, con un final peor aún si cabe que la primera, Ruiz-Mateos, habitual de las Hogueras y de las playas de Benidorm en sus años dorados pre-Boyer, no llegó a entrar en la provincia. La herencia de la primera Rumasa, no obstante, queda como legado del polémico empresario jerezano.

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