ALICANTE. Hacer memes sobre Marina Yers o condenar en redes sociales las declaraciones de Naim Darrechi sobre tener sexo sin preservativo se paga. En este caso no con dinero, sino con la invisibilización de tu cuenta de Instagram. En resumen, hacer enfadar a los influencers -y sus followers- y a la propia plataforma penaliza. Bien lo sabe Manuel, el alicantino que hay tras el perfil de Instagram Pa droga dura tú, que sufre continuos baneos, suspensión temporal de la cuenta y borrado de publicaciones por palabras malsonantes o temas tabú como el sexo.
La cuenta, que atesora 349 K (349.000) seguidores, ha desaparecido temporalmente hasta en cuatro ocasiones: "La primera vez, por una movida con la influencer Marina Yers. Yo subí unos memes, se magnificó todo y me quitaron la cuenta, pero me la devolvieron a los dos días; la segunda vez, porque publiqué un post sobre Naim Darrechi y lo que dijo sobre tener sexo sin preservativo. Me atacaron mucho sus seguidores y me quitaron la cuenta dos días por incitar al odio, cuando perfiles como Devermut o Código Nuevo también se hacen eco de estos temas", revela Manuel, quien también traslada que en una ocasión le borraron una publicación justificándose en "incitación a la sexualidad y a la trata de mujeres" en una imagen en la que se leía "quiero nudes y mimos".
"Mido mucho las palabras y hay veces que no puedo expresarme como quiero, porque sé que a la mínima me van a banear y a denunciar", lamenta el de los sobres. Esta situación también afecta a la monetización a través de las redes sociales, ya que declara que, durante el último castigo de Instagram, tenía "acciones publicitarias de mucho dinero con varias marcas que me tocó aplazar. Me devolvieron la cuenta a tiempo, pero como estaba capado tenía menos visibilidad".
"Si yo uso la palabra follar me la juego y tengo miedo de que me borren la cuenta. De hecho, hice un sobre que decía "el nivel de batería que tienes mientras lees esto es tu probabilidad de tener sexo este fin de semana" y me la eliminaron", da otro ejemplo. Sin embargo, afirma que "hay cuentas que usan palabras muy malsonantes o más fuertes y no se lo quitan". ¿La diferencia? En varias ocasiones, el verificado, el tener un perfil con ese círculo azul con el tick blanco. A esto, Manuel añade que "la vara de medir también tiene mucho que ver. Si eres conocido o famoso es menos probable que le pase algo a tu cuenta".
Por la suspensión de la @padrogaduratu, el alicantino decidió abrir una cuenta secundaria (@padrogaduratuxd), pero en el transbordo se perdieron muchos seguidores. De los 349.000 que suma en la primera, a 27.100 en la segunda. "Me la creé por si no volvía a tener la cuenta principal. Subía contenido ahí, no llegaba a 1.000 likes y me agobiaba, porque estaba perdiendo posibilidades de crecer y de negocio haciendo lo que me gusta, además".
Pese a todo lo contado, Manuel asegura que en su perfil no se cuela apenas la figura del hater, sino que sus seguidores tienen una alta fidelidad: "En esta cuenta no tengo nada de haters. Al revés, es público afín al 99 %". Y, paradójicamente, testifica que "la gente en comentarios de Instagram es demasiado buena. Yo pensaba que Twitter era malo, pero no, lo peor es Tik Tok, donde hay muchos comentarios que son faltas de respeto".
Al preguntarle cómo ha conseguido tener un público tan fiel, el creador de @padrogaduratu lo tiene claro: "Siendo muy cercano. La gente ve que a la par que estoy creando contenido también estoy trabajando todos los días en un comercio. Se pueden ver reflejados, porque soy una persona normal y corriente", se autocalifica.
El perfil aesthetic de los sobres de colores comenzó como una prueba, un proyecto piloto sobre una idea de escritura que ya estaba inventada. "Creo que no lo hago mal y no plagio, porque el 80 % del contenido es sobre lo que yo siento, un 10 % alguna frase que me pide algún seguidor y el otro 10 % frases de Twitter, de libros, poemas...". Y desvela la inversión monetaria -además de temporal- que le supone por el proceso de creación que desempeña: "Yo puedo tener ahora mismo en casa 300 euros en rotuladores y 50 euros en sobres; cosas que se agotan y tengo que reponer. También me compré un iPad para diseñar sobres virtuales".
El valenciano Diego Coleto estudia el arte de lo feo en _GLY, un proyecto que engloba un podcast a modo estudio y una publicación en el que aúna su investigación sobre un tipo (por lo general despreciada) y que ahora está ganando terreno entre las nuevas generaciones